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Gasto Militar; Subdesarrollo y dinámica de bloques (I)

Publie le Martes 11 de enero de 2005 par Open-Publishing
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Por Alberto Villanueva Arandojo

La dinámica de bloques generada al final de la II Guerra Mundial y las políticas concretas de EE.UU. a lo largo de la guerra fría vistos como uno de los elementos responsables del subdesarrollo generalizado en los países del Tercer Mundo.

La división del mundo en dos bloques antagónicos propició un fuerte “giro” de la política exterior norteamericana. Estados Unidos paso de una política exterior aislacionista a una política activa. Desde el final de la segunda guerra mundial Estados Unidos verá en cualquier tipo de régimen que pretenda modificar la realidad vigente, independientemente del origen ideológico del cambio, una grieta para la infiltración comunista y tratará de bloquear y desestabilizar, interior o exteriormente, cualquier tipo de cambio económico o social en cualquier estado. En las palabras de Noam Chomsky: “...Estados Unidos libró la guerra fría contra el tercer mundo...”. De esta manera Estados Unidos al hacer del anticomunismo un dogma coartaría el desarrollo normal de muchos estados manteniéndolos en un estadio de subdesarrollo económico con el objetivo de hacerlos más accesibles a sus intereses. Esto significaría sellar alianzas de tácito con los sectores más reaccionarios de la estructura social de diferentes estados para mantener el orden socioeconómico vigente.

Las elevadas partidas de gasto militar en los estados subdesarrollados tienen una relación directa con la dinámica de bloques, generada por el final de la segunda guerra mundial; y la apertura de un nuevo orden internacional. En este contexto los estados que irán alcanzando su independencia con posterioridad a la segunda guerra mundial se verán inmersos, sobre todo después del declive y muerte del movimiento de los países no alineados, dentro de una política de bloques adversa a sus intereses nacionales. Dentro de esta dinámica de bloques la política exterior de EE.UU. será uno de los factores determinantes en la proliferación de una serie de militarismos y dictaduras que contraerán una deuda desorbitada; de las que casi siempre el gasto militar es la partida más importante.

Desde que la derrota del eje en la segunda guerra mundial se hace evidente que el bloque occidental, con EE.UU. a la cabeza, va a sentar las bases de una ruptura con la URRS., ruptura que será evidente en 1947[1]. EE.UU. como primera potencia mundial destacada, su economía suponía más de un 50% de la producción terrestre, va a imponer una serie de condiciones políticas que harán inevitable la ruptura entre los Aliados y la instauración de dos bloques antagónicos[2]. Ya en 1943 la exclusión de la URRS. a la hora de negociar el armisticio italiano, o a la hora de sellar la derrota final de Rumania y Hungría, en septiembre de 1944, hacían evidente el progresivo deterioro de las relaciones entre los Aliados occidentales y la URRS.. EE.UU. Tratará de negociar sus puntos de vista desde una posición de fuerza, cosa que la URRS. no podía aceptar sino en condiciones de igualdad. La configuración del mundo en dos bloques fomentará una carrera de armamentos entre ambas superpotencias que arrastrará, antes o después, a los países que van alcanzando su independencia, en una escalada de costes armamentísticos que será ruinosa para su economía.

Estados Unidos hace, después de la ruptura con la URRS, del anticomunismo el fin último de su política exterior, la contención del la “expansión comunista” es una doctrina declarada en negativo, el comunismo es el mal en si mismo, un elemento que justifica cualquier política, que justifica cualquier actuación. La contención se convertirá en una forma agresiva de política exterior víctima de la cual caerán regímenes y estados que difícilmente podrían ser calificados como de comunistas o marxistas. La idea que dominara la política exterior de EE.UU. durante casi 50 años queda perfectamente ilustrada por las palabras del presidente Kennedy “El enemigo es el sistema comunista en sí: implacable, infatigable en su pugna por dominar el mundo...Esta no es una lucha sólo por la supremacía armamentística, también es una lucha por la supremacía entre dos ideologías opuestas: la libertad bajo un Dios, y la tiranía atea”.

Guatemala: Un ejemplo de intervención norteamericana.

A partir de la década de 1950 la política exterior norteamericana va a estar caracterizada por la más férrea oposición a cualquier tipo de régimen ligeramente hostil a los intereses de EE.UU., cualquier tipo de gobierno nacionalista, reformista o simplemente ligeramente inclinado a la izquierda será tachado como un intento de “expansión comunista”, como un ejemplo de agresión soviética. El ejemplo de un régimen tan poco sospechoso de pro-comunista como el del presidente Arbenz en Guatemala resulta paradigmático de lo que EE.UU. consideraba una “expansión comunista”[3].

La constitución guatemalteca de 1945 establecía la necesidad de una reforma agraria incluyendo en uno de sus títulos dicho problema. La reforma agraria que pretendía aplicar Jacobo Arbenz estaba por tanto recogida en dentro de un marco legal que EE.UU. ya conocía: se trataba solo de un problema de puesta en funcionamiento real de una ley ya existente. Arbenz llega a la presidencia de Guatemala con el 65% de los votos en 1952 continuando la línea reformistas del anterior gobierno del presidente Arévalo[4]. La situación de la estructura de la propiedad en Guatemala solo podría calificarse como de feudal: un 70% de la tierra estaba en manos del 2% de la población. Un 57% del campesinado no tenía posesión de parcela alguna. Cuando el gobierno de Arbenz se dispone a aplicar la Ley orgánica de la reforma Agraria sólo esta cumpliendo con los preceptos legales recogidos en la constitución de 1945.

Por lo demás los objetivos de dicha ley eran netamente capitalistas:
 1) Desarrollar la economía capitalista campesina y de la agricultura en general.
 2) Dotar de tierra a los campesinos desposeídos.
 3) Tomar medidas propiciando la inversión de capitales en la agricultura.
 4) Incrementar el crédito agrícola para propiciar un aumento del consumo general.
Pero la decisión de expropiar tierras imponía actuar sobre unas 150.000 hectáreas no cultivadas de la United Fruit Company -del total de 230.000- que la compañía de Boston poseía en Guatemala[5]. Esta compañía se aprovecha del contexto de la guerra fría y de la relaciones que esta poseía en el departamento de estado de EE.UU. -En especial con el secretario de estado J.F.Dulles- y consiguen que dicho departamento remita, en marzo de 1953, una protesta oficial al gobierno de Guatemala afirmando que las expropiaciones del gobierno de Arbenz ponen en peligro las operaciones de la United Fruit Company en dicho país. Al mismo tiempo comienza una campaña de desprestigio internacional contra el Gobierno de Guatemala basada en la acusación, radicalmente falsa, de estar dirigido por comunistas, que termina con una declaración -en la conferencia interamericana de cancilleres de Caracas de marzo de 1954- sobre el peligro que representaba para la paz del continente americano la “infiltración comunista” en Guatemala.

La carta de repuesta del gobierno de Arbenz al gobierno de EE.UU.,en mayo de 1954, constituye todo un ejemplo de dignidad política: “...La ley de reforma agraria se está aplicando en Guatemala sin discriminación de ninguna especie, tanto a nacionales como a extranjeros. Los extranjeros en Guatemala, de conformidad con las normas del derecho internacional, deben sujetarse a todas las leyes del país, en igualdad de condiciones con los nacionales guatemaltecos...Las expropiaciones que se han hecho de las tierras sin cultivo de la Compañía Agrícola de Guatemala obedecen a la estricta y legal aplicación de una ley interna en la República de Guatemala, que afecta por igual a nacionales y extranjeros[6]. Esta ley ha afectado a tierras de la United Fruit Company y de la Compañía Agrícola de Guatemala, que se han mantenido improductivas y ociosas durante muchos años, sin reportar ningún beneficio real a las compañías ni a sus accionistas. Ese estado permanente de improductividad, en contraste, ha causado hondos prejuicios al pueblo y la economía nacional, al impedir la explotación provechosa de esas tierras contribuya al incremento de la producción de la producción y a la elevación del nivel de vida de los guatemaltecos”[7].

El resultado de esta experiencia política de confrontación entre el gobierno legítimo, reconocido y constitucional de Guatemala frente a los intereses económicos de la compañía bananera norteamericana es bien conocido. El gobierno de EE.UU. intensifica las acusaciones de comunismo, los elementos más reaccionarios de la sociedad guatemalteca, ese 2% de la población que posee el 70% de la tierra, aprovechan la ocasión la ocasión para favorecer la disidencia interna y atacar una ley de reforma agraria que ataca la base de sus intereses, y finalmente una invasión terrestre financiada por la CIA. con base en Honduras obliga al presidente Arbenz a coger el camino del exilio. El sucesor de Arbenz, Castillo Armas, anula la ley de reforma agraria y devuelve las tierras nacionalizadas: la estructura de la propiedad agrícola no se modifica, el presupuesto de defensa de multiplica, y el gobierno de Guatemala es a partir de entonces fácilmente accesible a los intereses de EE.UU.; y particularmente comprensivo con las necesidades de sus multinacionales.

[1] Lo cual está más que claro en 1943.

[2] Y conviene recordar que en ese contexto EE.UU. era la única potencia nuclear.

[3] Y también del peso específico que tienen algunos grupos de presión en la política exterior de dicho país, por ejemplo el peso que tienen los intereses de las empresas multinacionales sobre las políticas prácticas de EE.UU. en algunas zonas.

[4] El gobierno de Arbenz heredaba por tanto el cordial odio que la alta burguesía guatemalteca ya había manifestado contra el gobierno reformista del presidente Arévalo.

[5] Que, al igual que todas las “víctimas” de las expropiaciones, sería indemnizada por la pérdida de dichos terrenos.

[6] Un estado soberano reconocido, por mucho que les pese en ese momento, por los propios Estados Unidos de América.

[7] MARTINEZ DIAZ, Nelson (1985). “Multinacionales en latinoamérica”, Cuadernos de Historia16. Número 107


Fuente: Noticias.com

Mensajes

  • Me gustaria saber que hay que hacer para enviar las 2 partes que falta y otros artículos relacionados, si no se pierde perspectiva.

    Atentamente, Alberto Villanueva Arandojo.

    • ¡Claro con mucho gusto Alberto!

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