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La Revolución Bolivariana en la encrucijada

Publie le Lunes 28 de febrero de 2005 par Open-Publishing
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Construyendo un socialismo nuevo

Por Martín Guédez

“...la América está llamada por las circunstancias a emprenderla, atrevida paradoja parecerá... no importa... los acontecimientos irán probando, que es una verdad muy obvia, la América no debe imitar servilmente sino ser ORIGINAL”

Con estas y semejantes palabras y pensamientos fecunda Don Simón Rodríguez, el filósofo y educador venezolano, maestro de El Libertador el debate abierto en su época acerca del sistema educativo que debía formar a los ciudadanos de las nuevas repúblicas libres.

Otra sentencia del ilustre y apasionado Rodríguez adquiere en estos momentos, cuando el pueblo venezolano se convoca a sí mismo a la elaboración de un cuerpo doctrinario que guíe por buen camino el proceso revolucionario que protagoniza, una gran relevancia: “No habrá república sin ciudadanos”, agiornando la idea en sintonía con los signos de estos tiempos podemos decir: “No habrá socialismo sin socialistas”.

Resulta claro el sentido de la frase acuñada por Rodríguez: No podía aspirarse siquiera a una caricatura de república mientras el pueblo, -depositario de la soberanía popular- no estuviese consciente de su nuevo rol como fuerza material y moral de la nación. Sólo un pueblo formado, no sólo para la reivindicación del derecho participativo y protagónico en términos constitucionales y formales sino para su ejercicio y apropiación inalienables es capaz de protagonizar la tan difícil cuán hermosa aventura de su propia liberación. Del mismo modo podemos y debemos pensar en cuanto a la construcción de una sociedad socialista, genuinamente humanista, solidaria, libre y justa.

Esto supone que la primera gran tarea habrá de consistir en una transformación a fondo del sistema educativo, sin embargo no será lo único aunque sí lo más trascendente dentro de las superestructuras que una nueva infraestructura económica verdaderamente democrática y popular debe darse a sí misma. Algunas otras áreas deben ser atendidas, asimiladas y divulgadas con claridad y precisión. Se nos antojan algunas.

Debemos iniciar el debate y el trabajo intelectual a partir de dos puntos de partida estratégicos:
 a) Profundizar en los rasgos propios, autónomos y originales que enriquezcan el ideario socialista a partir del pensamiento de nuestros grandes hombres latinoamericanos, comenzando por el más preclaro de todos: el hijo insigne de la Caracas eterna, Simón Bolívar.
 b) Estudiar sin prejuicios ni dogmatismos estériles y peligrosos los evidentes errores en que se incurrió en las experiencias previas de construcción socialista en el mundo. ¿Tendremos el valor de aceptar que nos equivocamos? He aquí un amplio espacio para el debate.

En este sentido me parece advertir al menos dos errores graves en las experiencias de socialismo previas.
La primera: La transferencia de los poderes soberanos del pueblo, incluyendo la propiedad, a la figura del Estado, lo cual condujo a la repugnante concentración de poder y riquezas en una casta de burócratas que se abrogaron su representación al modo de la mejor plutocracia burguesa.
Segunda: La percepción errada de la naturaleza humana obviando su inocultable tendencia a sobrestimar los lazos naturales de la sangre por encima de los forjados por el hecho social. Tarea para la educación y la formación de una nueva cultura.

El conocimiento y la divulgación del pensamiento socialista por muy generalizado que esté, no creemos que termine de suyo por impedir que se den odiosas diferencias y hasta abusos de unos sobre otros a lo largo del proceso. Creemos que sólo si nos empeñamos en enseñar a la gente a vivir para que hagan bien lo que por naturaleza harían mal, podríamos aspirar a una sociedad armónica y equilibrada, como aconsejaba Simón Rodríguez, pero perfectamente conscientes de la mala hierba del egoísmo que crecerá profusamente en el camino. No podemos olvidar la costumbre atávica del hombre a la concentración de riqueza y poder en cuanto se le presenta la oportunidad. Sólo si construimos un socialismo en el cual el pueblo, -todo- ejerza el poder real a través de su participación irrenunciable en todas las instancias estaríamos apuntando hacia un socialismo nuevo, verdadero y vacunado de desviaciones. Participación y protagonismo popular. Democracia verdadera universal y progresiva. Organización y conciencia serán las herramientas fundamentales.
El camino hasta el hombre nuevo será largo y estará plagado de peligros y asonadas.
Sólo el pueblo podrá construir el socialismo nuevo.
Sólo el pueblo salva al pueblo.

Mensajes

  • La formación, o lo que llamaba Simón Rodríguez, la instrucción es sin duda la más importante tarea de la Revolución Bolivariana.