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Vientos y Tempestades

Publie le Domingo 5 de diciembre de 2004 par Open-Publishing

El gallo tuerto del partido republicano

El progreso de la técnica y de la industria es lo que ha refinado hasta lo indecible los instrumentos de barbarie y de destrucción.

Por William Ospina

EL SECRETO QUE NO HAN PODIDO aprender los que dicen luchar contra el terrorismo es que en esta lucha no se trata de controlar la capacidad de hacer daño sino la voluntad de hacer daño. Cualquier ser humano poseído por el resentimiento o por el despecho, dueño de un odio desmesurado, puede precipitar hechos de consecuencias atroces que ningún organismo policial podría prever y ningún ejército podría impedir.

Por eso la guerra contra el terror, para ser verdadera, no puede ser una guerra de retaliaciones: tiene el deber de ser una lucha preventiva, y se equivocan quienes piensan que esa prevención puede ser violenta.

En realidad la magnitud de las destrucciones que puede obrar el tipo de violencia de los terroristas no depende tanto de los arsenales de que disponga sino que es equivalente a la magnitud del odio que expresa.

El odio de un amante despechado suele ser grande, pero está limitado al objeto de sus pasiones: el resto de la humanidad le resultará indiferente. La capacidad de destrucción de un perturbado mental abarca apenas el horizonte de sus fantasmas interiores, no suele ser indiscriminado ni ilimitado. Pero el odio que engendran las religiones irrespetadas, las patrias ofendidas, las culturas profanadas, suele ser más vasto en sus alcances, porque no ve al enemigo en un individuo o en un grupo sino en otras religiones, en otras patrias o en otras culturas.

Paul Virilio ha sostenido que todo invento trae aparejado su accidente. Con el barco nace el naufragio, con el automóvil el choque, con el avión el siniestro aéreo. No le resultó difícil deducir de allí que con el auge de la llamada globalización aparecería también en el mundo la posibilidad del accidente global. Este puede exceder los límites meramente técnicos: puede ser algo más que un colapso global de la red informática o un cubrimiento engañoso de los hechos históricos. Al cabo, los colonialismos y las dos guerras mundiales del siglo XX fueron también fenómenos aciagos de globalización, vastos desencuentros de culturas.

POR OTRA PARTE, está claro que es precisamente el progreso de la técnica y de la industria lo que ha refinado hasta lo indecible los instrumentos de barbarie y de destrucción. Cualquier ser humano, incluidos los niños, tiene hoy una capacidad de destrucción mucho mayor que hace unas décadas. Nunca participaron tantos niños en las guerras del mundo, y es posible que por su ligereza, su inteligencia y su ignorancia de la muerte, los niños resulten más espantosos guerreros que muchos adultos.

Confinada en vastas colonias urbanas de varios millones de habitantes, nunca fue tan vulnerable la humanidad: una sola bacteria, un solo virus incontrolable podrían extinguir muchedumbres en cuestión de días. Los depósitos de agua, los suministros de energía, las provisiones de alimentos de una humanidad cada vez más separada de sus fuentes de subsistencia, cada vez más dependiente de redes de servicios y sistemas de distribución, son puntos inevitablemente frágiles de las colonias de criaturas humanas, y lo único que de verdad puede garantizar nuestra supervivencia es la confianza, la posibilidad de seguir confiando en los otros seres humanos, no temer que en la puerta de al lado se agazape Jack el destripador, o Vlad el empalador, o Unibomber.

... CON EL AUGE DE LA GLOBALIZACIÓN APARECERÍA TAMBIÉN EN EL MUNDO LA POSIBILIDAD DEL ACCIDENTE GLOBAL ...

Pero las naciones descuidan la justicia y la educación, únicas armas preventivas contra el resentimiento social, y prefieren invertir cuantiosos recursos en lo que el presidente George Bush llama "la guerra preventiva", que lo único que hace es multiplicar el resentimiento hasta niveles de vértigo. A nivel planetario se hace lo mismo que hacen nuestros países en sus colonias urbanas, mantener nichos de esplendor donde los privilegiados tienen acceso a todos los bienes de la modernidad, rodeados por leguas y leguas de miseria y de desdicha.

EL EQUIVALENTE DE ESOS reductos de lujo de nuestras ciudades injustas son las naciones ricas que siguen diseñando su estrategia de enriquecimiento completamente ciegas al clamor de los excluidos y de los postergados. Y para nuestro asombro, no son los pobres los que primero se lanzan al asalto de los ricos, como parecen presagiarlo las desigualdades, sino que estamos viendo la época en que los bien alimentados, opulentos y limpios, se lanzan a darles una lección de fuerza a los hambrientos, a los sucios y a los pobres. Y a pesar de que los resultados contrarían sus propósitos, siguen diciéndose a sí mismos que están "haciendo bien el trabajo".

MIENTRAS EL GALLO TUERTO del partido republicano canta en el cercado su triunfo sobre Afganistán, los diarios nos informan que en los últimos dos años, años de ocupación norteamericana, Afganistán se ha convertido en el primer productor mundial de heroína. Mientras el gallo tuerto canta su triunfo despiadado sobre Faluya, ese infierno de aniquilación casa por casa con miles y miles de víctimas, un infierno que ni Sadam Hussein habría sido capaz de diseñar, todos sabemos que el odio por el invasor crece en Iraq y en el mundo islámico, y que ese odio sembrado bomba a bomba en los corazones, en esa tierra donde la humanidad antigua soñó el Paraíso, no dejará de germinar y de dispersar por el viento nuevas semillas de destrucción.

El primer efecto de la reelección de George W. Bush ha sido barrer a los moderados del gabinete del presidente. Colin Powell ha dejado su puesto, que era casi de convidado de piedra en la embriaguez de la guerra, a un halcón mucho más combativo: la dama de acero Condoleezza Rice. Así, Cheney, Rumsfeld, Bush y Rice prosiguen, cada vez con más energía y a manos llenas, sembrando los vientos que harán que el mundo entero reciba pronto, para desgracia de todos, su cosecha de tempestades.

... LO ÚNICO QUE DE VERDAD PUEDE GARANTIZAR NUESTRA SUPERVIVENCIA ES LA CONFIANZA EN LOS DEMÁS...