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Libia, Costa de Marfil, Afganistán ¡Estas guerras no son las nuestras!

Publie le Jueves 21 de abril de 2011 par Open-Publishing

“La guerra en Libia corre el riesgo de durar”, acaba de declarar Gérard Longuet, ministro de Defensa. Lo que el gobierno nos presentó como una intervención aérea limitada para acudir en socorro de aquellos que se habían levantado contra Gadafi y su dictadura, es reconocida hoy como lo que es: una guerra. Y, además, una guerra que puede dilatarse en el tiempo.

El ejército francés está por tanto interviniendo en tres países de dos continentes. Está presente desde hace diez años en Afganistán. Sus aviones bombardean Libia. Y las tropas de ocupación francesa en Costa de Marfil acaban de tener un papel decisivo en la victoria de Alassane Ouattara contra su rival Laurent Gbagbo.

Las tres guerras son guerras de bandolerismo puro y duro, sea cual sea el discurso para justificarlas.

Longuet, como sus predecesores, lleva el título de “ministro de Defensa”. Pero ¿cuál de estos tres países ha atacado a Francia?¿En qué amenaza a Francia, Afganistán, uno de los países más pobres del planeta, encerrado en las montañas de Asia a más de cinco mil kilómetros de aquí? ¿Contra quién, contra qué hay que defender a Francia en Costa de Marfil? Pretender que el ejército ha intervenido para proteger a la población, no es más que una broma pesada. En primer lugar porque las tropas francesas están estacionadas permanentemente en este país. Después porque, si han permitido a uno de los bandos armados, el de Outtara, ganar al de Gbagbo, los barrios populares no han sido en ningún momento protegidos contra las exacciones de uno u otro bando. Incluso Gadafi, el único de los dirigentes que dispone de un verdadero ejército, no amenaza en nada a Francia. El mismo, era incluso considerado, hasta hace unos meses, como un “gran amigo” de Francia, al que Sarkozy recibió respetuosamente en París. Mejor, o peor: las armas que Gadafi utiliza contra su pueblo le fueron vendidas por Francia.

La razón de ser de estas guerras es mostrar que nuestro imperialismo, un imperialismo de poca monta, tiene todavía los medios de llevar a cabo guerras en todo el mundo, aquí por el petróleo, allí para apoyar a sus grandes grupos capitalistas del tipo Bouygues o del tipo Bolloré, y por otro lado para asegurarse sencillamente una posición estratégica. Es el precio a pagar para que la burguesía de este país pueda tener su parte en el botín de las riquezas robadas por el imperialismo a los países pobres.

Otra razón de estas guerras es facilitar las ventas y al mismo tiempo la publicidada los mercaderes de arma. A Dassault, que no consigue vender sus cazas Rafale a ningún gobierno, excepto al de Francia, y que puede pagarse allí, con dinero público, una demostración en la que sus aviones hacen verdaderos muertos y verdaderas destrucciones. Y, detrás de Dassault, hay otros.

El periódico France-Soir acaba de constatarlo, con razón: “Excelente publicidad para nuestros fabricantes de armas. Pero una publicidad a un altísimo precio. o­nce misiles de crucero Scalp que han sido, hasta el momento, disparados, tienen un precio de ¡850.000 euros cada uno!” ¿Y cuánto cuestauna hora de vuelo de un caza Rafale? ¿Cuánto cuesta el envío a las costas libias del portaaviones nuclear Charles de Gaulle?

¡Sólo el precio de un misil corresponde a cincuenta años de salario de alguien que cobre el salario mínimo!

Los ministros se prodigan en lamentaciones en todos los medios para explicar que, para pagar la extraordinaria deuda de Francia, hay que congelar los salarios en el sector público, economizar en todo lo quees útil a la población, en la enseñanza, en el sistema sanitario, en las prestaciones sociales. Pero, al mismo tiempo, elEstado profundiza esta deuda a golpes de misil en Libia, de bombas en Afganistán, de cañonazos al palacio presidencial de Abidjan.

Cuando se confronta el despilfarro del Estado con los mercaderes de armas hoy, con los banqueros ayer, con su tacañería con todo lo que atañe a la aplastante mayoría de la población, se dice que el sistema capitalista está completamente loco. Pero es necesario también sacar la conclusión de que, decididamente, los intereses de los pueblos que nuestro imperialismo bombardea, asesina, saquea y oprime, son los mismos de los explotados de este país.

¡Abajo el bandolerismo en todo el mundo! ¡Abajo las aventuras militares del imperialismo francés!

Traducción de F.P.

Lutte Ouvriére