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Estados Unidos y sus aliados islámicos. Cambia, todo cambia

Publie le Viernes 5 de agosto de 2005 par Open-Publishing

di Gennaro Carotenuto. Desde Roma.

Uzbekistán y Mauritania, antiguos aliados, le están poniendo palos en la rueda a Estados Unidos, mientras en la hasta ahora inconmovible Arabia Saudita se esperan a mediano plazo tiempos de incertidumbre. Al mismo tiempo, Irán decidió relanzar sus planes de producción de energía nuclear...

Al presidente de Estados Unidos, George W Bush, le gusta definir a los países con los que mantiene relaciones conflictivas como “los rincones más oscuros del mundo” y asegura que durante su mandato llevará a ellos civilización y democracia. Sin embargo, desde su luminoso rincón, no puede prescindir de jugar un papel activo en todo el planeta para estar a la altura de los supuestos caprichos de tiranos, monarcas feudales o ayatolás.

En este sentido, la semana transcurrida, la primera de vacaciones estivales para el presidente, fue particularmente cargada.
El ajetreo comenzó cuando Islam Karimov, el presidente de Uzbekistán, un sátrapa pos soviético pero también el más fiel aliado de Estados Unidos en la región, sorprendió a tirios y troyanos cuando anunció que daba al ejército estadounidense un plazo de 180 días para desalojar completamente la base militar de Karsh-Khanabad, más conocida como K2.

Y K2 no es una base cualquiera, es la más importante de Asia Central, ubicada a un puñado de quilómetros de la frontera con Afganistán.
Luego fue el turno de Irán, cuyo recién estrenado presidente halcón Mahmoud Ahmadinejad sostuvo que su país necesita reanudar los programas de producción de energía nuclear. Todo un reto político-militar, dado que Irán figura en la lista de posibles futuros blancos estadounidenses.

Paralelamente, las perspectivas políticas en Arabia Saudita -uno de los más fieles aliados de Washington, poseedor de una cuarta parte de las reservas petrolíferas mundiales- parecen inciertas, teniendo en cuenta que al recién fallecido y octogenario rey Fahd le sucederá su hermano Abdullah (apenas dos años menor que aquél), que a su vez tiene como heredero a Sultán, otro hermanito de “apenas” 77 años.

El funeral de Fahd fue también funesto para otro amigo de Estados Unidos, el dictador de Mauritania, Maaouyia Ould Taya, que mientras se encontraba en Ryad fue desalojado del gobierno por un incruento golpe de Estado. Acusado de gravísimas violaciones a los derechos humanos, Taya estaba al frente de un país que en la presente década entrará en la lista de los diez primeros productores de petróleo.

EL ESCENARIO IRANÍ. El conservador Mahmoud Ahmadinejad se convirtió oficialmente el miércoles 3 en el primer presidente laico de la República Islámica de Irán, cargo para el cual había sido electo el 24 de junio. Su propósito de reabrir las plantas donde se desarrollan los programas de investigación nuclear lo llevó a chocar desde el pique no sólo con Estados Unidos sino también con la Unión Europea, que ha designado a una troika (integrada por Alemania, Francia y Gran Bretaña) para negociar con Teherán el abandono de esos programas a cambio de compensaciones.

La intención de Irán es producir energía atómica para uso civil a partir de la planta de Isfahan, donde trabajan 3 mil personas, entre investigadores y técnicos, y para ello cuenta con el respaldo de Rusia, hambrienta de jugosos contratos que exploten su todavía alto nivel tecnológico, y de China, el gran comprador mundial de fuentes energéticas. En Occidente se sospecha que Irán ya posee armas atómicas adquiridas en los “supermercados” ilegales que proliferaron tras el derrumbe de la Unión Soviética.

Como siempre, los intereses energéticos se cruzan con los bélicos. Frente a la escalada militar estadounidense, que según varios analistas podría llevar a Washington a decidir una nueva agresión, Irán maneja la idea de un “pacto de no agresión” con la Unión Europea.

SAMARKANDA LIBRE. No menos importante que la pulseada con Teherán es la que sorpresivamente se inició con el gobierno de Tashkent, la capital de Uzbekistán. De los tres países del Asia Central ex soviética que han abierto sus puertas a los militares estadounidenses (los otros dos son Kirguizistán y Tagikistán), Uzbekistán es el más importante y poblado.
Tras el viraje del presidente Karimov, Estados Unidos se ha sumado ahora a los pedidos de conformar una comisión internacional para investigar la masacre, meses atrás, de mil opositores. Hasta ahora Washington nada había dicho sobre las violaciones a los derechos humanos en Uzbekistán.

La jugada de Karimov se inserta en el nítido cambio de clima de la región, donde Moscú ha vuelto a asumir un papel activo, ya visible en la vecina Kirguizistán. En definitiva, a Estados Unidos las cosas se le están yendo rápidamente de las manos en Asia Central.

ARABIA SAUDITA: LUJOS Y DEBILIDADES DE UN GERONTOCRACIA

Cuentan que la última vez que Fahd fue de vacaciones a su “casa” de Marbella, prácticamente una ciudad privada dentro de la ciudad española, llegó con siete aviones, dos de los cuales transportaban únicamente su equipaje. En la pista lo esperaban 104 autos, entre Rolls Royce, Cadillac y Mercedes. Para alojar a los menos íntimos de sus más de 500 acompañantes había reservado unos cuantos hoteles cinco estrellas, a un costo global de 2 millones de euros por noche.

Uno de los aviones iba y venía del Golfo trayendo dátiles fresquísimos, otros productos del país y agua de La Meca, la única que el rey bebía. En una estadía anterior, en 1987, a cada uno de los periodistas presentes Fahd les había regalado un Rolex de oro. Se puede entender por qué la ciudad de Marbella proclamó tres días de duelo por la muerte del soberano: se dice que los dignatarios de la familia real gastaban 5 millones de euros por día en las boutiques de la ciudad.

Fahd nació al inicio de los años veinte y reinaba desde 1982. Su padre, Abdul Aziz Ibn Saud, fue el fundador del moderno reinado, que toma nombre de la familia Saud. Ésta dominaba la vida política de la península desde el siglo xviii. Fahd es el cuarto hijo de Abdul Aziz que se convierte en rey. A su muerte, deja un país suspendido entre modernidad y medioevo, donde el petróleo asegura ingresos por más de 100 mil millones de dólares al año.

El credo wahabita, la corriente más conservadora dentro del islam, ha sometido al país de donde es originario Osama bin Laden al imperio de la sharia, la ley islámica más pura y dura. En este país no existen cafés ni cines, los sindicatos y los partidos políticos están prohibidos, al tiempo que la condición de la mujer es especialmente denigrante.

Nadie prevé que Abdullah, o en su defecto Sultán, introduzcan modificación sustancial alguna en la estructura socioeconómica del país, dominada por los 5 mil integrantes de la familia real, ni en las relaciones con Estados Unidos. Sin embargo, ese panorama no parece asegurado vista la edad de ambos y el cambiante escenario en la región.

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