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CHILE: PAIS DE SANTOS

Publie le Martes 1ro de noviembre de 2005 par Open-Publishing

Por Carlos Bongcam

Si comenzamos a revisar la verdadera historia de los hombres y mujeres que han vivido en Chile, a partir de los lejanos tiempos de la conquista, pues con anterioridad en este fin del mundo no se conocían ni los milagros ni a quienes los producen: los santos, comprobaremos sin ninguna sombra de duda que es una gran injusticia que tan noble país tenga tan sólo dos santos, una mujer y un hombre, lo que de paso y a la chita callando viene a desmentir la falsa y malintencionada acusación de que en esta espartana nación haya alguna desigualdad entre los sexos.

La iglesia católica apostólica de Roma les exige a todos los candidatos a santos la realización de un milagro, es decir, de un suceso inexplicable, extraordinario o maravilloso que sólo puede ser atribuído a la intervención de Dios que se de, en cada caso, con la mediación directa del candidato. Se me ocurre que si una exigencia semejante en favor del pueblo se les hiciera a los candidatos a la presidencia de la república, los chilenos todos estarían mucho mejor de lo que están. Porque no cabe duda de que los milagros hasta ahora conocidos sólo han favorecido a no más del cinco por ciento.

Pedro de Valdivia fue uno de los primeros milagreros que pasó desapercibido para la iglesia a pesar de haberles enseñado de una sola vez a cuatrocientos mapuches mocetones de la región del río Bío Bío a persignarse con la mano izquierda, haciéndoles cortar a todos la mano derecha. Quizás esta injusticia se debió a las subterráneas rencillas internas que dividían a los castizos y castos conquistadores españoles.

Inés de Suárez, la compañera de Pedro de Valdivia, cristianizó de un sólo tajo centenares de indígenas se negaban a convertirse al catolicismo. ¿Cómo lo logró? Muy simple, dado que los herejes no querían entrar a la iglesia a reconocer la supremacía del dios verdadero, los hizo decapitar y luego bautizó sus cabezas. Tal vez porque en aquella época no existía la televisión, estos hechos no fueron debidamente conocidos en España, ni en Roma, lo que privó a nuestro país de una merecida santa.

Como una forma de penetrar con las ideas cristianas en el alma de los llamados araucanos, los españoles tomaron al rebelde cacique Caupolicán y lo sentaron en una lanza que le atravezó las entrañas, pero el valiente guerrero murió sin llegar a comprender el mensaje de amor al prójimo que le estaban introduciendo en el ano con las mejores intenciones, pero a la fuerza.

Catalina de los Ríos y Lisperguer, apodada La Quintrala, no sólo no está incorporada en el santoral de la patria, aunque su cuerpo descansa dentro de una iglesia a la que donó parte de su enorme fortuna, sino que se le ha atribuído una leyenda negra de brujería, licencias prohibidas y sadismo. Su pecado: haber denunciado que a la casona de sus padres, que estaba conectada por medio de túneles con un convento de frailes vecino, iban los curas por las noches a visitar a las mujeres de la casa, “derecho de pernada” que éstos habían estado ejerciendo sin tropiezos por muchos años.

Diego Portales Fernández, quien hizo el milagro de convertirse en el ideólogo político de los conservadores del país, después de haberse adjudicado en un remate la concesión del monopolio estatal de internación y venta de tabaco, naipes, licores extranjeros y té, negocio que fue un rotundo fracaso, tampoco fue elevado a la categoría de santo, pese a morir asesinado como un verdadero martir.

El demócrata cristiano Clotario Blest quien, como presidente de los empleados fiscales, todos los años repetía el milagro de convocar a un exitoso paro nacional de reinvidicaciones salariales al que adherían a regañadientes hasta los militantes comunistas de la Central Única de Trabajadores. No sólo no ha sido declarado santo sino que tampoco integra la lista de los catorce nuevos postulantes recientemente presentados por la iglesia católica chilena.

Augusto Pinochet Ugarte también se ha hecho acreedor a la dignidad de santo por haber realizado varios connotados milagros entre los cuales habría que señalar el milagro económico del cual hoy está gozando el pueblo chileno y la multiplicación de los dólares, a partir de su sueldo de general, sucesos inexplicables, extraordinarios y maravillosos que hoy causan la merecida admiración tanto de sus seguidores incondicionales como de sus detractores más duros.

Como es de todos sabido, a la ceremonia de canonización del padre Alberto Hurtado en Roma, asistieron ocho mil chilenos, los que gastaron en este viaje más de diez mil millones de pesos. A mi entender, este derroche habría sido drásticamente criticado por el nuevo santo, lo mismo que en la misa de bienvenida de su estatua se les haya mostrado a los fieles una de sus costillas, que fue colocada en el altar “para quienes quieran verla”, y también que el altar fuera donado por el Banco Santander Santiago, cuya casa matriz, por algo será, está en España.