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"Es una guerra inmoral e ilegal y tenemos que traer a casa ahora mismo a nuestros soldados"

Publie le Viernes 25 de marzo de 2005 par Open-Publishing

Discurso de la congresista norteamericana Cynthia McKinney en la manifestación contra la guerra en Chicago.

Hace dos años nos reunimos en todo EE.UU. para decir no a la guerra.

Se nos unió gente en todo el planeta que sabe que hay una alternativa a la guerra.

Pero la guerra es la única opción disponible cuando el verdadero motivo es robar recursos naturales que pertenecen a otros.

O reestructurar la baraja en Medio

Oriente con la actual generación de golpes y asesinatos, siguiendo la línea del derrocamiento en 1949 por EE.UU. del gobierno elegido de Siria, el derrocamiento en 1953 por EE.UU. del gobierno elegido de Irán; el desembarco de marines de EE.UU. en Líbano en 1958; y su apoyo en 1963 a un golpe en Irán después del fracaso de un intento de asesinato contra su líder.

El militarismo que vemos en la actualidad no es nada nuevo.

Aunque unos 14 países han retirado sus soldados desde marzo de 2003, Bush le dice al pueblo de EE.UU. que no tiene idea de para cuándo se puede esperar que los soldados de EE.UU. vuelvan a casa.

Lamentablemente, muchos de ellos se ven obligados a tomar las cosas en sus propias manos. Mediante solicitudes de la condición de objetor de conciencia, embarazos obligados, desapariciones, pedidos de asilo en Canadá, y dirigiendo manifestaciones como ésta en todo EE.UU.

Todavía no le han dicho al pueblo de Estados Unidos, y a nuestros hijos que combaten allá, el verdadero motivo por el que EE.UU. está en guerra con el pueblo iraquí.

Y la máquina bélica de EE.UU. se ha vuelto contra el pueblo.

Miles de iraquíes, especialmente niños, han muerto por nuestras sanciones y nuestras bombas.

Es una guerra inmoral e ilegal y tenemos que traer a casa ahora mismo a nuestros soldados.

Pero en su lugar, crean los fundamentos para expandir la guerra y desestabilizar a Irán, Líbano y Siria.

No les basta con destruir Irak.

Tampoco les bastan los millones de hombres y mujeres en nuestras Fuerzas Armadas.

La máquina bélica de George Bush también los quiere a ustedes. Y a sus hijos.

Por todas partes, el Pentágono niega que quiera la conscripción obligatoria, mientras al mismo tiempo se queja de que el reclutamiento baja.

Utilizarán cada vez más mercenarios para combatir sus guerras con vuestros dólares de contribuyentes.

Mientras tanto el restablecimiento de la conscripción sólo alimenta la máquina bélica.

En realidad, tenemos que sacar a los reclutadores militares de nuestras escuelas; tienen que dejar de acosar a nuestros hijos, y los 1.000 millones de dólares que gastan en pulidos anuncios de radio y televisión y sus amistosas oficinas en los vecindarios, deberían ser colocados en el presupuesto educacional para que nuestros chicos puedan ir a la universidad sin tener que ir primero a la guerra.

Dicen que estamos en guerra por la democracia.

Pero es un chiste: George Bush llegó al poder deteniendo la democracia en casa, negando a negros y latinos la oportunidad de votar en Florida.

El año pasado se basaron en esos maravillosos antecedentes con sus máquinas de votar abiertas a los hackers que no cuentan nuestros votos con exactitud.

Y en países como Haití donde florecía la democracia, arrestaron punta de pistola al presidente Aristide y lo obligaron a abandonar su propio país.

Pretenden valorar la democracia y en realidad la desprecian.

La democracia en Venezuela, India, España, Brasil, Chile, Argentina, y Uruguay ha producido gente con orgullo, dispuesta a enfrentar al imperialismo de EE.UU., los intentos de golpe, y la desestabilización de sus países. Y la buena noticia es que esa resistencia se ampliará.

Mientras peores sean, más fuertes seremos.

Y serán peores porque apuntan a Rusia y a China, después de haber balcanizado Medio Oriente.

Pero una cosa les garantizo a ustedes y a ellos: ¡no nos engañarán!

Conocemos la verdad. Y no nos detendremos.

Manténganse fuertes, hermanos y hermanas, tenemos mucho que hacer.


Traducido para Rebelión por Germán Leyens