Por Ricardo Andrés De Dicco
Introducción
Buenos Aires, un día de verano del año 2010, los ascensores se detienen, las computadoras se apagan, los semáforos dejan de funcionar, las luces de las calles y edificios comienzan a desaparecer en toda la Ciudad, las radios portátiles no captan señal alguna de las emisoras, los planes de contingencia de un puñado de grandes empresas son ejecutados, la confusión se propaga en toda la comunidad. Se trata de un apagón, el primero de una serie larga, muy larga. Estos apagones destructores y aterradores no sólo afectan a hogares, fábricas y comercios, también afectan a hospitales, instalaciones militares y policiales, sistemas de telecomunicaciones, aeropuertos, ferrocarriles, dependencias gubernamentales, etc. (...)