Por Martín Guédez
(Caracas, 5-11-2005)
Este 4 de noviembre de 2005, en el balneario de Mar del Plata, tenía lugar la eterna confrontación entre dos concepciones diametralmente opuestas de ver la vida. La jubilosa concentración en el estadio mundialista fue, para quien tengas ojos y oídos, mucho más que una concentración de ultrosos, allí estaba una representación vital del alma de estos pueblos. En ellos saltaban, vivaban, reían y cantaban, todos los pueblos pobres de esta América mestiza y explotada. Podía sentirse la presencia mágica de los Tupa camarú, los Guaicaipuró, los Bolívar, San Martín, Artigas, Martí, Sandino, Zapata, Zamora, Che. El canto de Mercedes Sosa, la poesía de Neruda y, hasta el fusil y el Evangelio en las manos de Camilo (...)