Presentación: Plataforma por la educación pública y laica de Alcalá de Henares
12 de junio de 2009, 18:45, por Julen
Hagan el favor de ser libres y dejar ser libres a los demás. Acojánse a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y permitan que lo hagan los demás. Sean leales a la Constitución Española -también se puede ser leal promoviendo legalmente cambios- y dejen que los demás lo sean en los diversos modos reconocidos. Pero, sobre todo, sean leales al hombre y a la mujer de nuestro tiempo, permitiéndoles ejercer un derecho nativo, propio, inalienable: el de educar a sus hijos conforme a sus convicciones. No quieran imponer una educación pública y laica para todos porque no todos la desean. Es más, si aman en serio la propia libertad y la de los demás, procuren que se amplie el espectro de posiblidades educativas en España, por ejemplo, que haya escuelas públicas laicas, con una oridentación religiosa y con posibilidad de educación diferenciada.
No me vengan con el sonsonete de que el que desee educación religiosa o diferenciada, que se la pague, porque lo mismo que ustedes prefieren la pública y laica, con el mismísimo derecho, otros la pueden desear con otras formas de entre las variadas combinaciones que pueden hacerse. Éstos también pagan impuestos.
Pero, sobre todo -y perdón por la insistencia, pero es capital- sean libres y dejen serlo sin imponer dogma alguno a los tipos de educación diversa que pueden existir. Un pueblo sin libertad educativa, es un pueblo sin libertad sencillamente. Y el que piense que ese derecho se debe a las leyes -aunque sea bueno que las leyes lo recojan-, es sencillamente un esclavo, puesto que piensa que los derechos más básicos no proceden de nuestro ser personas de un otorgamiento del legislador.
Cuenten con mi respeto desde la diferencia
Hagan el favor de ser libres y dejar ser libres a los demás. Acojánse a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y permitan que lo hagan los demás. Sean leales a la Constitución Española -también se puede ser leal promoviendo legalmente cambios- y dejen que los demás lo sean en los diversos modos reconocidos. Pero, sobre todo, sean leales al hombre y a la mujer de nuestro tiempo, permitiéndoles ejercer un derecho nativo, propio, inalienable: el de educar a sus hijos conforme a sus convicciones. No quieran imponer una educación pública y laica para todos porque no todos la desean. Es más, si aman en serio la propia libertad y la de los demás, procuren que se amplie el espectro de posiblidades educativas en España, por ejemplo, que haya escuelas públicas laicas, con una oridentación religiosa y con posibilidad de educación diferenciada.
No me vengan con el sonsonete de que el que desee educación religiosa o diferenciada, que se la pague, porque lo mismo que ustedes prefieren la pública y laica, con el mismísimo derecho, otros la pueden desear con otras formas de entre las variadas combinaciones que pueden hacerse. Éstos también pagan impuestos.
Pero, sobre todo -y perdón por la insistencia, pero es capital- sean libres y dejen serlo sin imponer dogma alguno a los tipos de educación diversa que pueden existir. Un pueblo sin libertad educativa, es un pueblo sin libertad sencillamente. Y el que piense que ese derecho se debe a las leyes -aunque sea bueno que las leyes lo recojan-, es sencillamente un esclavo, puesto que piensa que los derechos más básicos no proceden de nuestro ser personas de un otorgamiento del legislador.
Cuenten con mi respeto desde la diferencia