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Por Ignacio Ramonet
El domingo hay elecciones en Bulgaria. Todos los pronósticos indican que las ganará el partido socialista (ex-comunista), ahora en la oposición. La consecuencia es que, a menos de que surja una coalición nueva, ex-rey Simeón de Saxe-Cobourg-Gotha, actual primer ministro, deberá abandonar su cargo.
Para conversar de esto me recibe, en su residencia de Sofía, el presidente Gueorgui Parvanov. Es un hombre joven, de 48 años, historiador de formación, antiguo miembro del partido comunista (hoy, partido socialista), elegido en noviembre de 2001 y que goza de una popularidad muy grande. En Bulgaria, el presidente no gobierna, es una autoridad moral cuya misión consiste en situarse por encima de las polémicas para preocuparse por el bienestar de los ciudadanos y el destino de la nación.
Prevista para durar unos 30 minutos, la entrevista se prolonga mas de hora y media. Hago a la vez de entrevistador y de entrevistado. El presidente Parvanov empieza por preguntarme las razones del "no" de Francia al referéndum. Aquí, este "no" ha causado pánico. Bulgaria es candidata a integrar la Unión europea en 2007 y se teme que eso aplace su integración. Parvanov, como los editorialistas de la prensa búlgara, interpreta el "no" francés como una manifestación de desconfianza hacia los nuevos miembros del Este, no desprovista de egoísmo nacional y de cierta xenofobia. Le digo que este análisis es el que han hecho los perdedores en la propia Francia, los cuales siguen sin querer entender que lo que han manifestado los franceses no tiene nada que ver con la xenofobia, se trata de un rechazo del modelo neoliberal de la globalización.
Le indico los detalles del escrutinio que confirman esta voluntad de pararle los pies a la globalización. Y le recuerdo que la palabra "Bulgaria" no se ha pronunciado una sola vez a lo largo de la campaña. Que no hay que ser paranoico. Le repito mi sentimiento de que tanto Bulgaria como Rumania integrarán la Unión en 2007 si cumplen todos los requisitos reclamados (en particular en materia de reforma del sistema judicial demasiado complaciente con las mafias ligadas a la prostitución). Si no habrán de esperar a 2008. Pero no creo que se retrase sine die la adhesión de Bulgaria. En esta inestable región de los Balkanes, éste país es un elemento moderador.
Parvanov acaba de regresar de Libia. Un viaje que los medios aquí seguieron con pasión. Porque lo que de verdad interesa en este momento a los búlgaros es el destino de cinco enfermeras condenadas a muerte en Libia, acusadas de haber inoculado el virus del sida a centenares de niños, de los cuales varias decenas han muerto.
Le pido que me hable de su encuentro con el coronel Kadhafi. Parvanov me dice : "El hombre con el que estuve conversando durante muchas horas no tiene nada que ver con el personaje bastante estrafalario que presenta, en general, la prensa. Es un dirigente ponderado, reflexivo, que me sorprendió por la profundidad de su pensamiento." Le pregunto si cree que las cinco enfermeras podrán eludir la ejecución. Responde : " Pensamos primero en las victimas y en sus padres. La culpa la tiene la falta de higiene en los hospitales libios. El juicio no se ha hecho en condiciones de serenidad : las enfermeras son inocentes, y contamos con todo el apoyo de la Unión europea. Libia, que desea integrar con plenitud la comunidad internacional, tiene que revisar ese juicio y admitir que se ha cometido una injusticia con las enfermeras."
Todo indica que se va en esa dirección, el Tribunal supremo de Libia ya ha decidido analizar las condiciones del juicio. Y dictaminará el otoño próximo. Toda Bulgaria espera que las enfermeras se salven.