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Plan colombia, paramilitares y Bush... con corrupción
Publie le Martes 7 de diciembre de 2004 par Open-PublishingPor Joaquín Rivery
El que no moja, se salpica, afirma el dicho. Y nada más cierto cuando uno ve cómo la combinación mencionada en el título se teje en espesa malla de esos elementos... por no decir más.
Tres componentes que se las traen en este mundo latinoamericano tan despojado de sus verdades y sus realidades harapientas de estómagos vacíos y cadáveres a granel para que en Nueva York beban y bailen, como decía un cantante puertorriqueño con el fogaje rabioso de la música caribeña.
Bush acaba de pasar por Colombia, no por Bogotá, la capital, sino por Cartagena de Indias, donde estuvo cuatro horas y se entrevistó con el presidente Álvaro Uribe para, al finalizar su brevísima estadía, reiterar a los periodistas que Estados Unidos continuaría con la ayuda del Plan Colombia, un engendro que ha consumido ya 3 000 millones de dólares de los contribuyentes norteamericanos y, lo que debería ser para él decepcionante, sin resultados visibles.
Todo el mundo sabe que el Plan Colombia va dirigido fundamentalmente contra las organizaciones guerrilleras, en un intento más de derrotar militarmente a los insurgentes, algo que no ha logrado ninguno de los gobiernos que ocuparon el Palacio de Nariño en los últimos 50 años.
Como parte del Plan Colombia, bien abastecido por Washington en armas, entrenamiento y dinero, los militares nunca vencedores del país andino idearon junto a sus consejeros norteamericanos el Plan Patriota, en el cual la concentración de fuego y recursos es aún mayor, y lanzaron una ofensiva brutal en las zonas meridionales que tampoco ha tenido resultados para ellos positivos.
Los guerrilleros simplemente se replegaron y comenzaron a golpear a las unidades pequeñas, a las patrullas y pelotones, que han estado cayendo en las emboscadas de los insurgentes en el último año, con un resultado nada favorable para el ejército.
Al mismo tiempo, el Gobierno inició conversaciones con las bandas paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), una red de bandidos que, según acusan las organizaciones de los derechos humanos, fue creada por las fuerzas armadas para realizar el trabajo sucio: masacres de campesinos por la simple sospecha de simpatizar con las guerrillas, asesinatos de militantes de los derechos humanos y de dirigentes sindicales.
Con las AUC, las conversaciones han ido bien, como jamás han podido ser con las organizaciones guerrilleras. Realmente es asombrosa la rapidez con que los representantes del Gobierno han llegado a acuerdos con los paramilitares, sobre todo teniendo en cuenta que sobre ellos pende la comisión de crímenes realmente horrendos, a veces masivos contra aldeas completas y, además, son narcotraficantes confesos.
Sus distintos "bloques" están deponiendo las armas poco a poco, seguros de que no sufrirán por esta "rendición". Si los paramilitares, bandidos simples y sin muchos escrúpulos, se olieran solamente la posibilidad de que irían a parar a las cárceles o serían extraditados a Estados Unidos bajo acusación de narcotráfico, ni en sueños se entregarían tan fácilmente.
Si lo hacen es porque tienen el compromiso de las autoridades oficiales de que no será así y, en ese caso, el problema del Gobierno es con la sociedad colombiana y la internacional. Bush no cuenta. Él se ríe con lo de Abu Ghraib.
No hay dudas de que las bandas tienen infiltración en el área política, pues el mismo Salvatore Mancuso -jefe de las sanguinarias AUC- ha dicho que están muy bien representados en el Congreso y en todos los niveles.
Como para corroborarlo, los mismos paramilitares acusaron al gobernador del departamento (provincia) de Casanare, Miguel Ángel Pérez, de haber recibido de ellos 200 000 dólares, algo que estalló como otro escándalo más.
Innegable. La entrega fue grabada en un video (mostrado en un noticiero) y la denuncia hecha por el paramilitar José Darío Orjuela Martínez, detenido por la policía en Bogotá el pasado 12 de noviembre. Orjuela aseguró a los jueces que el video fue hecho para asegurarse de que el Gobernador cumpliría sus compromisos con las AUC si era electo para el cargo que ocupa. Dicho de otro modo, además del soborno, un instrumento de chantaje, por si acaso.
Lo único que pudo alegar la máxima autoridad de Casanare fue que devolvió el dinero cuando se enteró que lo estaban filmando, una simple afirmación suya -no existe el video de la devolución- que, además, revela el abolengo tramposo del Gobernador provincial, pues significa que no hubiese dicho nada si no hubiesen mostrado la grabación por la TV.
La facilidad con que han resultado las negociaciones con los paramilitares y su fama tenebrosa han hecho de esto un asunto nebuloso e hirsuto, provocador cuando menos de serias dudas por parte de la comunidad internacional, ya que, por ejemplo, cuando los 452 miembros del Bloque Bananero de las AUC entregaron sus armas el pasado 25 de noviembre, no hubo representantes de otros países, salvo de la OEA, que no es precisamente una institución con autoridad, prestigio ni mérito.
Así van las cosas con el Plan Colombia, que Bush se empeña en seguir financiando, aunque sirva para perdonar a los paramilitares.
Fuente: Granma, 30/11/04