Por Martín Guédez
Apenas ayer, con poco éxito, la dama afrodescendiente del imperio, proponía sin rubor, con desparpajo, sin anestesia o vaselina, el proyecto vocacional del grupito plutocrático guerrerista y ambicioso insaciable a quien sirve. Un “club de monitoreo”, integrado por esta figura ambigua de las ONG, elegidas por nadie, formadas con dinero del Departamento de Estado, que adquirirían rango de estados y qué, en las propias palabras de la Rice, servirían para intervenir “no para el castigo sino para la preservación de la democracia”, y algo más aún, una serie de “Academias de Policía” con rango supranacional encargadas de la ejecución de los mandatos de este “club de monitoreo”, devenido, por obra y gracia del imperio en una suerte de “Consejo de Seguridad de las Américas” (...)