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Cuba y Venezuela, eje de creatividad solidaria

Publie le Jueves 11 de mayo de 2006 par Open-Publishing

La revolución es creativa porque siempre es fresca, nueva. No es desarrollismo, continuismo ni reformismo. No es riqueza acumulativa, cuantitativa, más de lo mismo. Sino salto cualitativo. Es solidaria porque es sentida por todos como algo bueno, hermoso, superador de todo lo anterior. Crea puentes y no abismos entre los seres humanos. No necesita ser impuesta.

A veces disfruto enormemente acertando en mis visiones anticipativas. Como cuando dije que podía ver ejércitos y cruzadas de alfabetización y medicina social invadiendo el continente americano, peleando a muerte contra la pobreza y la ignorancia.

Otras veces, a pesar de que lo comprendo inevitable, lamento acertar en mis pálpitos o corazonadas. Como cuando hace muy poco dije que más temprano que tarde a todos nos tocaría elegir entre lo humano y la barbarie. Que mañana podía ser demasiado tarde.

En el Caracazo de 1989 en Venezuela, el pueblo salió a saquear negocios, en reacción por la imposición de un paquete de medidas neoliberales exigidas por el FMI. El gobierno de Carlos Andrés Pérez ordenó una represión armada con el saldo del asesinato innecesario de miles de personas, bajo la orden de disparen primero y pregunten después.

El señor Chávez dijo que uno de los motivos que lo llevó a lanzar su campaña presidencial, fue que comprendió que una bomba de violencia social estaba activada, acumulando tensión creciente. Si no se le abrían canales constitucionales de expresión, aquello terminaría en una masacre que no podía producir ganadores ni perdedores, solo duelo nacional.

Hoy cuando leo las circunstancias de los indígenas mapuches “presos por terrorismo” en Temuco, Chile, que serán alimentados a la fuerza para romper su huelga de hambre, no puedo dejar de notar la técnica única y repetitiva de Guantánamo. Quebrar, degradar la dignidad humana.

Ya ni siquiera puedes elegir morir con dignidad como resistencia a la barbarie. Ya no nos pertenecemos, ahora somos una cosa, un mecanismo insertado en un engranaje social, que hay que aceitar para que se deslice sin ruidos molestos. Algo así como golpear a un niño, decirle que lo haces por su bien y exigirle además que no llore.

Lo mismo se repite en Atenco, Méjico, donde el pueblo organizado como el FPDT, (Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra), salió a respaldar a unos vendedores que estaban siendo agredidos por la policía. En ambos casos la represión produjo muertos y heridos innecesarios. No son casos aislados, aún está tibio lo sucedido en los suburbios de Francia. Ceuta y Melilla.

Es estúpido soñar con el fin de la historia. Es de ignorantes pensar que un ser que ama la libertad por encima de la vida, va a aceptar pasivamente vivir eternamente en esclavitud y sumisión. Solo a gente con el cerebro de una hormiga, (con el perdón de las hormigas), se le puede ocurrir un plan para reducir al ser humano a una cosa.

Y sin embargo, paradójicamente, es la resultante de nuestra humana libertad de elección la que nos permite concebir e intentar, la posibilidad de negar la humanidad del otro reduciéndolo a cosa. Es decir, aún ese ridículo e inhumano intento es una demostración de nuestra libertad, de nuestra irreductibilidad humana.

Si, a mucho que nos pese, para bien o para mal, somos seres libres. Con el derecho y el deber de elegir como queremos vivir, convirtiendo la vida en una bendición o una maldición. El mundo es en estos momentos una bomba de violencia social en cuenta regresiva. El mismo EEUU mientas sueña conquistas imperiales, puede explotar en una guerra civil en cualquier momento.

El péndulo o fiel de la balanza se devuelve. Los indígenas ignorados por siglos, la mujer silenciada por milenios, las “minorías” explotadas que ya llegan al 80% mundial, entran nuevamente en escena, recuperan y hacen oír su voz. Pero eso no es todo.
La alteración climática permite predecir inundaciones, terrenos cubiertos por lluvias y deshielos. Con la consecuente pérdida de cosechas, incrementándose las migraciones que ya hoy se constatan por motivos de hambre.

Esto es lo que significa un escenario o ecosistema estructural. Puedes empujar en una dirección hasta ciertos umbrales de tolerancia. Pero más allá de ellos, la fuerza ejercida se revierte cual contrafuerza o reacción inversa de igual poder, para equilibrar el esfuerzo o acción inicial.

Esto nos permite pintar un escenario mundial, planetario, que tiene muy poco que ver con las prioridades de los gobiernos y la sociedad en general. La fuerza de los hechos, el imperio de las circunstancias, presiona poderosamente hacia una elección definitiva.

En este momento dos son las prioridades. Un fondo mundial económico y grandes equipos de salvamento especializados, para enfrentar las calamidades climáticas que acrecentarán sin duda las ya experimentadas el año pasado y los meses que llevamos de este. Es necesario prevenir y revertir las hambrunas y pestes que ya tenemos en el horizonte.

Frente a la creciente resistencia popular que se intensificará como las aguas en marea alta, es imprescindible la flexibilización y democratización de las instituciones. La multiplicación de misiones humanitarias de alimentación, medicina social y alfabetización. Estamos entrando en zona crítica, pronto comenzarán las reacciones solidarias de los explotados en cadena.

Es hora por tanto de exigir y decretar medidas de urgencia. Los gobiernos tienen que saber que no estamos ya dispuestos a soportar más. Tienen que sentir la fuerza inamovible de nuestra decisión solidaria. Es imprescindible que cambiemos la dirección de nuestras instituciones. Si no tomamos una decisión sentida y conciente seremos obligados por los acontecimientos que sobrevendrán.

Ese mundo nuevo posible, se torna ahora imprescindible, y este es el momento de girar el timón en su dirección. Lo dicho por el señor Chávez en la reunión con Paraguay, Uruguay y Bolivia: “Si es necesario que la CAN y el MERCOSUR mueran para que lo nuevo pueda nacer, pues bien muertos estarán”, pueden convertirse en palabras proféticas.

Porque toda institución que no se abra y flexibilice, convirtiéndose en respuesta efectiva a las crecientes necesidades y aspiraciones humanas, sin duda morirá desbordada por los acontecimientos, Y bien muerta estará porque no cumple ninguna función útil. Por tanto la muerte de esa forma ya superada por la conciencia y la sensibilidad humana, es evolución.

Mientras que los gigantes económicos chantajean para quedarse con la materia prima y explotar la mano de obra barata, dos pequeños países, Cuba y Venezuela, uno bloqueado económicamente por más de cuarenta años, y otro saliendo del subsuelo en que cuarenta años de gobiernos ladrones lo sumieron, son un faro de luz en un mar de oscuridad, la punta de lanza que señala en la dirección de lo por venir.

Los tiempos de “normalidad”, del tranquilo discurrir de hábitos y creencias se terminaron. Entramos en una aceleración irreversible del metabolismo planetario. Las instituciones no están en capacidad de responder en la dirección y a la velocidad necesaria. Son tiempos especiales y hay que tomar decisiones especiales.

Ya no estamos en momento de discusiones filosóficas, sino de acción. Solo la solidaridad puede corregir el rumbo y aminorar, amortiguar los efectos. No es para asustarse, sino para sensibilizarse y asumir concientemente nuestra responsabilidad. También resulta paradójico, pero son las circunstancias límites las que siempre han sacado lo mejor del ser humano. Este es el momento para asumir plenamente nuestra humanidad.

En este momento todo apunta en esa dirección, la solidaridad guiando la creatividad. Unir nuestras fuerzas, nuestros corazones, mentes y manos, para abrir un futuro que canalice toda esta correntada creciente del modo más constructivo posible.

Si realmente anhelamos la hermandad, igualdad, libertad y justicia, este es el momento de demostrarlo. Porque justicia es el equilibrio que la fuerza de los hechos traerá. Y frente a tales circunstancias, todo lo que no sea absolutamente esencial, todo lo que sean diferencias y fronteras artificiales, volará por los aires como techos de aluminio en medio de un huracán.

Todas las fuerzas pueden ser conducidas en dirección constructiva, pueden ser puestas al servicio de la vida. Eso es justamente lo que ha producido nuestra evolución histórica. Pero ya sabemos que si bloqueamos los cauces por los que fluyen, llegará un momento en que por acumulación los desbordarán y arrasarán con todo.

Es la hora pues para dejar los temas e intereses secundarios de lado y centrarnos en lo realmente significativo y esencial para todos, cual único modo de redireccionar este momento crítico, convirtiéndolo en la oportunidad de oro que siempre hemos deseado y esperado.
Esta si es una verdadera revolución, de esas que brotan desde lo más profundo y lo conmueven y transforman todo. Las alternativas son claras, o nos revolucionamos, o nos revolucionamos. Frente a una tumultuosa correntada de vida no cabe más que aceptar dejarse llevar, cabalgarla atentamente. Resistirse sería ignorancia suicida.

Todos los eventos por venir exigen cual única respuesta la creatividad y solidaridad acrecentada. Y aunque hoy eso parezca un loco sueño, esa es justamente la cualidad principal y natural del ser humano liberado de su alienación.

En medio del desmoronamiento de las viejas e inoperantes instituciones, renacerá lo que por tanto tiempo estuvo aletargado tras el escenario público y los reality show. El verdadero ser humano volverá a caminar nuevamente sobre la Tierra. Todo el pasado quedará atrás como un mal sueño del que afortunadamente despertamos.

Quiero terminar reiterando un concepto que ya he tratado en mis anteriores artículos. La libertad, hermandad, igualdad, justicia, han sido hasta ahora sentimientos, ideales difusos, que es necesario convertir en conductas, traerlos al mundo, encarnarlos, hacerlos el pan de cada día, hacerlos invitados y cohabitantes habituales de nuestros hogares.

Es necesario recrear, refundar las instituciones para que sean simplemente lo que son. Formas de manifestación del ser humano, vestidos que no nos restrinjan los movimientos, que no nos asfixien. Hay que convertirlas en amplias avenidas de expresión, de comunicación. Ya basta de masacrar al ser humano para defender las instituciones.

¿Pero quien las refundará si no comenzamos por confiar en el ser humano? Eso fue lo que hizo el señor Fidel Castro y eso es lo que hace el señor Hugo Chávez. Confiando en su pueblo, enalteciéndolo día a día. ¿Y qué mejor forma de confiar y enaltecerlo que dándole poder?
No se trata de un problema de formas. Sino de confianza en el ser humano. Creatividad es nuestra naturaleza, es lo que nos sobra. El problema es al servicio de qué la ponemos. Y si alguna vez hubo alguna duda, los eventos que se avecinan dejan en claro que la única salida posible, es poner la creatividad al servicio de la solidaridad.

Lo esencial es reconocer que la educación, la economía, las instituciones, son actividades, productos, objetos del ser humano. Por tanto no hay nada más ridículo e ignorante que pretender convertir al hombre en objeto al servicio de la economía, de las instituciones.
Repitamos pues una vez más, no es un problema de discusión de formas, sino de confianza en el ser humano que es el formador. Tu y yo somos hermanos, no puede haber formas entre tu y yo.

Las formas son para expresarse, para organizar las actividades, no para crear abismos entre seres humanos. Dejemos pues las desconfianzas y abramos amplias avenidas de expresión.
Aquí la pregunta esencial y la respuesta imprescindible es: ¿somos un sueño de amor y libertad en medio del infierno, somos pasivas víctimas y simples reflejos de las circunstancias? ¿O somos una intención trascendente a todo límite, que hace historia, innatos artistas creadores de mundos reales e imaginarios, innovadores, transformadores de la realidad?

Todo lo que necesitamos es confianza en nosotros mismos, confianza en la vida, en el testimonio que da la historia de nuestras inagotables capacidades. Amor a nuestro pueblo, amor a nuestro hermano. El resto vendrá por si solo.

La revolución es creativa porque siempre es fresca, nueva. No es desarrollismo, continuismo ni reformismo. No es riqueza acumulativa, cuantitativa, más de lo mismo. Sino salto cualitativo. Es solidaria porque es sentida por todos como algo bueno, hermoso, superador de todo lo anterior. Crea puentes y no abismos entre los seres humanos. No necesita ser impuesta.

Pero por mucho que diga no puedo transmitirte la experiencia de la revolución No podemos mantenernos como simples observadores, porque su danza nos alcanza y transforma a todos. Lo más cercano que se me ocurre es pedirte que imagines que nuestro planeta ha vivido una larga y oscura noche invernal. Tan larga que ya no recordamos cuando empezó ni si alguna vez fue diferente.

De repente una fragancia primaveral se expande en la atmósfera, un rayo de luz se abre camino. Sientes como si despertaras de un sueño, un recuerdo lejano, una alegría que brota de lo profundo invade tu cuerpo. Todo a tu alrededor reverdece. Sientes que estás otra vez en casa, en familia. Has recibido la gracia de un nuevo principio. Has recuperado la inocencia que creías perdida.

Testimonios de pueblo a pueblo

Chilenos de Misión Milagro sostienen que Venezuela es tierra de esperanza
ABN 08/05/2006
Barquisimeto, Lara

Barquisimeto, 08 May. (ABN).- Los pacientes y los médicos chilenos de la Misión Milagro que se encuentran en Barquisimeto, en el estado Lara, consideran que Venezuela se constituye en la actualidad en una esperanza para los pueblos de América Latina, con la apertura de este programa de solidaridad internacional.

«La Misión Milagro es una demostración de hermandad, de un pueblo que se solidariza con la gran nación: América Latina», afirmó Camilo Vas, uno de los médicos chilenos que vino a la capital larense, en compañía del grupo de 165 que se operaron en esta ciudad.

«Para nosotros Venezuela es la esperanza de que los demás pueblos de Latinoamérica podemos cambiar», señaló Vas, quien trabaja como médico en Concepción, región ubicada al sur de Santiago de Chile.

Explicó que la Misión Milagro, programa de salud impulsado a través de un convenio de cooperación Venezuela-Cuba, es una relación de pueblo a pueblo.

«En el caso de Chile no fue un convenio que se hizo entre Estados, sino entre organizaciones sociales», resaltó el médico chileno. «De allí la trascendencia de este tipo de convenio».

«El trato en Venezuela ha sido superbueno», manifestó Pedro Aguilera, artesano y habitante de La Comuna de Santiago de Chile, quien fue operado de terigio en los dos ojos.

«Tengo un agradecimiento para todas las personas que participan en esta Misión, desde los médicos y los misioneros hasta el personal de aseo», dijo Aguilera.

«Los venezolanos nos han tratado como si estuviéramos en casa, por esa razón damos las gracias a todo el pueblo venezolano, que nos está dando la oportunidad de superar nuestro problema de salud».

María Núñez, ama de casa y residente de la Octava Región de Santiago de Chile, señaló tenía el privilegio de viajar con el primer grupo de chilenos de la Misión Milagro que llegaba a Venezuela.

«El trato ha sido fabuloso. El pueblo venezolano nos ha inundado de cariño. Nos sentimos confundidos. No tenemos suficientes palabras para agradecer este trato», afirmó Núñez, quien también se operó de terigio en los dos ojos.

«Gracias a esta misión pudimos venir a Venezuela a operarnos», señaló Soledad Medina, de Viña del Mar. «La estadía fue muy acogedora. Hasta pasé mi cumpleaños aquí en Venezuela. Estoy muy agradecida del trato», resaltó.

El médico Camilo Vas indicó que la mayoría de estos pacientes tenía entre dos y cinco años esperando para ser operados de catarata y terigio, pero por el retraso en los procedimientos administrativos en el sector público de la salud en Chile y la falta de suficientes oftalmólogos, no habían podido concretarse estas intervenciones quirúrgicas.

En el Hospital Central Antonio María Pineda de Barquisimeto fueron operados 165 chilenos, que se unen a cerca del centenar de dominicanos intervenidos en febrero del presente año en la capital larense por parte de la Misión Milagro.

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