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Dos horas en el infierno: el calvario de un norteamericano condenado a muerte
Publie le Martes 20 de octubre de 2009 par Open-PublishingPor Charlotte Bozonnet
Cada día de 2008 fueron ejecutados en el mundo siete condenados a muerte. No obstante, 137 países han abolido este castigo inhumano y “la perspectiva de un mundo sin pena de muerte parece cada vez más real”, constata Amnistía Internacional el 10 de octubre, Día Mundial contra la Pena de Muerte. La causa abolicionista avanza, incluidos los Estados Unidos, paralelamente al espanto provocado por los casos de condenados a muerte inocentes y de las “ejecuciones fallidas”. Último testimonio, el de Romell Broom, relato de un ensañamiento que podemos llamar tortura.
Prisión de Lucasville, en Ohio, 15 de septiembre de 2009, son las 14 horas cuando un guardián de prisiones lee la sentencia de muerte de Romell Broom, un negro de 53 años, que acaba de pasar 25 años en el corredor de la muerte. Dos horas más tarde, el hombre vuelve a salir, vivo. El relato de estas dos horas de calvario, lo cuenta él mismo en un testimonio aterrador hecho público por la Agencia France-Presse. “Había tres guardias en la sala, uno a mi derecha, otro a mi izquierda y otro a mis pies, cuenta. La enfermera ha tratado de acceder tres veces a las venas en medio de mi brazo izquierdo.” En vano. Los protagonistas deciden entonces hacer una pausa, luego la enfermera prueba en mi brazo izquierdo. “Debe haber tocado un músculo porque el dolor me hace gritar”, cuenta Romell Broom. Tras tres nuevos intentos en el brazo derecho, la enfermera intenta instalar un catéter en la vena que parece más solida. Otro fracaso más. La sangre comienza a correr por el brazo del condenado “la enfermera ha abandonado la sala, el oficial de la prisión le ha preguntado si la cosa marchaba. No, ha respondido”. Un guardián le aconseja relajarse. “En ese momento, cuenta Broom, tenía mucho dolor, las heridas provocadas por los pinchazos me impedían alargar o mover mis brazos.” Después de esta segunda pausa, el equipo médico vuelve y reinicia esta vez en las manos. El propio condenado les ayuda a poner el torniquete. Nuevo fracaso y tercera pausa. “He comenzado a ponerme nervioso. Lloraba, tenía dolor y mis brazos estaban hinchados, los enfermeros pinchaban en zonas ya contusionadas e inflamadas, he pedido que paren y hablar con mi abogado.” Pero el equipo médico la emprende con mis piernas. Un pinchazo en el tobillo derecho, que ha tocado hueso, le hace gritar de dolor. Nuevas tentativas en las piernas, luego en la mano derecha. “el dolor es enorme, cuenta el condenado. Me han clavado agujas al menos 18 veces en varios sitios del cuerpo con el fin de administrarme una inyección para quitarme la vida.” Finalmente, el director de la prisión le comunica que el procedimiento ha sido suspendido.
Después, varios recursos han sido interpuestos por su abogado contra una nueva ejecución, y otras dos ejecuciones previstas en octubre y noviembre han sido suspendidas en el Estado. Más allá de la conmoción que ha creado en el país, semejante acontecimiento, inédito desde hace 60 años, ha relanzado el debate sobre la pena de muerte. El calvario de Romell Broom cuestiona nuevamente el método de inyección letal varias veces utilizado en los últimos años: sólo en el Estado de Ohio, otros dos condenados, en 2006 y 2007, sufrieron durante más de una hora los intentos de poner la inyección intravenosa. Otros condenados han agonizado durante largos minutos mientras el producto había sido inyectado en sus músculos. El cuestionamiento del método, puede parecer grotesco en el fondo, pero colabora al debilitamiento progresivo de la legitimidad de la pena de muerte. “Cada Estado debería utilizar este momento de vergüenza para preguntarse sobre la pena capital”, escribe el “New York Times” en su editorial.
Poco a poco, en paralelo a la tendencia de fondo observada a escala mundial (ver nota), la pena de muerte pierde terreno al otro lado de Atlántico. “Aunque los Estados Unidos sean uno de los países que más ejecutan en el mundo, en los últimos años tiene lugar una importante evolución, subraya Amnistía Internacional. El número de nuevas condenas a muerte está disminuyendo, algunos Estados han suspendido las ejecuciones, desde principios de año, Nuevo México ha abolido la pena de muerte, y otros Estados han introducido proyectos de ley para su abolición”. La organización añade: “la multiplicación de casos de condenados a muerte declarados inocentes, las flagrantes discriminaciones del sistema judicial norteamericano y el coste del sistema en un país en crisis han venido a volver a cuestionar los fundamentos de la pena de muerte, incluso entre sus partidarios.”
LA PENA DE MUERTE EN EL MUNDO
Actualmente en el mundo, 139 países son abolicionistas de derecho o de hecho. Desde 1990, más de 55 países han abolido la pena capital, entre los cuales Argentina y Uzbekistán en 2008, Burundi en 2009. 25 países han procedido a ejecuciones en 2008. Según Amnistía Internacional, el 93% de las ejecuciones registradas han tenido lugar en 5 países: China, Irán, en Arabia Saudita, Pakistán y los Estados Unidos. Una cincuentena de ejecuciones tienen lugar cada año en EE.UU.