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El 9/11 visto desde Paris
par Maria Helena Escalante
Publie le Jueves 15 de septiembre de 2011 par Maria Helena Escalante - Open-PublishingParís rindió este domingo un homenaje solemne a las víctimas de los atentados contra el World Trade Centre ocurridos hace diez años en Nueva York. El acto tuvo lugar en la Plaza de Trocadéro, entre la explanada de la Declaración de los Derechos Humanos y la Torre Eiffel, y estuvo presidido por el alcalde de París, el socialista Bertrand Delanoë.
El homenaje cuyo título podría ser “11 de septiembre, París no olvidará jamás”, se inició con una marcha solemne desde la Plaza de La Escuela Militar hasta la Plaza de Trocadéro, en donde se erigieron dos réplicas de las Torres Gemelas del World Trade Center de 25 metros de altura, que recibiran temporalmente los mensajes de condolencia de los parisinos al pueblo americano.
Este no ha sido por tanto, el simple gesto protocolario de una ciudad que expresa sus condolencias a otra. Es un acto que está revestido de un simbolismo particular. El mandato del alcalde Bertrand Delanoë, que se inició en marzo de 2001, ha estado también marcado por tres grandes atentados en el mundo. Primero el atentado del 11 de septiembre en Nueva York. Tres años más tarde el de Madrid, en marzo de 2004. En julio de 2005 es en Londres. Tres ciudades con las que Paris mantiene estrechas relaciones.
Paris ha sido también el blanco de atentados terroristas. Los últimos ocurrieron en 1995 y en 1996, en dos estaciones de metro en el centro y sur de la ciudad. Por fortuna esos atentados no tuvieron la misma intensidad devastadora que los ocurridos en Nueva York. Por ello la dimensión de la tragedia del 11 de septiembre de 2001, en pleno corazón de Manhattan, no sólo causó dolor sino que tambien le recordó a Europa, y particularmente a Francia, su propia fragilidad.
Al hacer una lectura cuidadosa del mensaje que Bertrand Delanoë envió esta semana a Michael Bloomberg, el alcalde de Nueva York, se intuye esa preocupación: “Quiero expresarle que París está a su lado con un espirtu de fraternidad total. El 11 de septiembre despertó en nosotros sentimientos profundos de compasión y de admiración. (…) Ese trágico día ha quedado inscrito no solamente en la memoria de una ciudad y de un país, sino también en la memoria de la humanidad entera. Esta fecha nos hace un llamado a la fidelidad, a la prudencia y a la vigilancia”.
Si hay un término para retener, ese es “vigilancia”. El 9/11 ha obligado a países como Francia a inventarse un arsenal de leyes antiterroristas, llamadas leyes “de excepción”, que como su nombre lo indica, deben ser aplicadas en caso de urgencia nacional, como un atentado.
No obstante, lo que ocurrió en septiembre 2001, marzo 2004 y julio 2005, para citar sólo los atentados en grandes capitales occidentales, ha inducido a mantener en todo el territorio nacional francés, particularmente en las fronteras, un sistema de vigilancia policial y militar, el llamado “Plan Vigipirate” que, sumado a las nuevas disposiciones de carácter jurídico, han terminado por perennizar un estado de control permanente de personas. Algunos constitucionalistas aseguran que se trata de una “oficialización” de la restricción de los derechos individuales.
La prensa francesa dedica en estos días muchos de sus artículos a los 10 años de los atentados ocurridos en Nueva York. Pero una vez recordada la historia, se viene al análisis de sus consecuencias. Por ejemplo el diario Le Monde, en su edición del sábado 10, no duda en afirmar que una consecuencia directa de ellos es que Francia se ha convertido en "la campeona en Europa en materia de vigilancia”.
Le Monde, que es muy leído no sólo en Francia y en Europa, sino también en las mayoría de las embajadas en el mundo, afirma que “Francia, el país de la Declaración de los Derechos del Hombre, habría procedido a 514.813 demandas a los operadores de telefonía celular y de Internet, para poder acceder a los datos personales de sus usuarios. Lo mismo habría hecho Alemania pero el número de solicitudes desciende a 12.684, es decir 42 veces menos que en Francia.
Esta política de prevención de actos terroristas, permite en la práctica el acceso a los datos personales de los usuarios, de hecho confidenciales. Los operadores según estas leyes de excepción, están obligados a facilitar la identidad de los usuarios, lo cual permite establecer a su vez la identidad de las personas con quienes comunican. Lo cual también permite registrar y conservar por un tiempo determinado el contenido de los mensajes orales o escritos.
En cuanto al uso de Internet, es algo banal hoy en día el poder establecer el mapa de navegación cotidiano de un internauta. A través de ese mapa se puede reconocer sus hábitos, gustos, creencias, tanto de él como de sus receptores. Que éstos sean personas naturales o jurídicas, grupos de amigos, fans, listas de difusión, etcétera…
A este dispositivo de control de personas se suma la implantación de cámaras de vigilancia en lugares públicos: Le Monde no deja de ser menos crítico al respecto. “Son tan familiares estos aparatos en las calles de la ciudad que han terminado por transformar el paisaje urbano y el código penal”, dice.
Otro de los legados de los atentados del 11 de septiembre de 2001 es que éstos obligaron a Estados Unidos y de hecho a su primera aliada, Europa, a dotarse de sistemas de seguridad mucho más sofisticados para el control aéreo de aparatos, rutas, destinaciones, y de forma particular del tránsito de pasajeros.
Los sofisticados sistemas que Estados Unidos ha tenido que implantar en sus aeropuertos se generalizan ahora en Inglaterra, Alemania y Francia. Tras los atentados en Nueva York, poco a poco se impone en los aeropuertos la obligación de los pasajeros a pasar por escáneres que visualizan cada detalle de su cuerpo. Una prueba más para Le Monde de la violación del derecho a la privacidad.
Este dispositivo se complementa con la implantación del pasaporte biométrico, dotado de un sistema electrónico que puede almacenar datos confidenciales de su titular. Estos datos se alimentan en cada trayecto que efectúe. Esos datos pueden ser consultados y luego tratados por los servicios de inmigración de cualquier país, siempre y cuando esté dotado del software que le permita leerlos.
Para el vicepresidente de la Federación Internacional de Derechos Humanos, Dan van Raemdonck, “la guerra contra el terrorismo ha permitido introducir leyes extraordinarias de derecho penal con el visto bueno de la sociedad”. De esta manera sostiene “se ha banalizado la noción de control puesto que hoy la gente acepta ser seguida, rastreada, controlada, bajo el pretexto que no tiene nada que esconder”. Habríamos entrado así en “la era de la sospecha”. Por no decir de la desconfianza mutua.
Le Monde acude a la retórica para definir en unas frases las consecuencias del 9/11 : “Las cenizas que se esparcieron al caer las Torres del World Trade Center no solo cubrieron a Manhattan sino al resto del mundo”.
Podríamos añadir que esas cenizas aún siguen flotando sobre todo el planeta.
A bientôt
MH Escalante