Es positivo que haya ganado Humala en Perú

El nacionalista Ollanta Humala, de Gana Perú, logró vencer en la
segunda vuelta de las presidenciales peruanas, el domingo 5 de junio.
Colectó el 51,6 por ciento de los votos contra el 48.3 de la
derechista Keiko Fujimori, hija del ex dictador encarcelado, Alberto
Fujimori.

Humala ya había rozado la presidencia en 2006, cuando fue el más
votado en primera vuelta pero perdió el balotaje frente a un
amontonamiento de la derecha más rancia, encolumnada detrás de Alan
García.

Esta vez fue diferente. En la primera vuelta del 10 de abril el
candidato nacionalista llegó primero y aunque necesitó de la siguiente
votación de junio, terminó con una victoria clara, de casi cuatro
puntos, cuando aún falta escrutar oficialmente el 5 por ciento de los
votos.

El ganador fue el primero en 17 regiones del país, en tanto la hija
del dictador ganó en las 6 restantes. Humala asumirá el próximo 28 de
julio y ha designado una comisión de transición de 18 miembros para
tomar contacto con el gabinete de García y recibir la información para
que el traspaso de la presidencia sea más fácil de implementar.

La perdedora terminó por aceptar el resultado y felicitó al ganador,
pero lo presionó públicamente a que mantenga el modelo económico
neoliberal instaurado por su padre, entre 1990 y 2000, y continuado
luego por mandatarios como Toledo y García.

A estar por los ejes de campaña de Humala no parece que vayan a tener
éxitos esos condicionamientos de Keiko, las cámaras patronales, la
embajada norteamericana y los medios de comunicación dominantes. Todo
este conglomerado trabajó para favorecer al fujimorismo, agitando el
cuco de que Humala sería una vulgar copia de Chávez y que no habría
más inversión extranjera en Perú.

Al hablar ante miles de partidarios en la plaza 2 de mayo de Lima, el
mandatario electo dijo el domingo de la victoria que ejecutará
"políticas reales que solucionen los problemas de Perú en las áreas de
salud, educación, infraestructura de seguridad y sin darle cuartel a
los corruptos".

En la medida que mantenga su palabra, su gobierno no estará en la
línea de lo que piden los poderosos intereses oligárquicos en Lima. La
Bolsa de Comercio le mandó una fuerte señal al día siguiente del
comicio, con una caída de 9 puntos en pocas horas, que obligó a parar
las operaciones bursátiles.

Los que temen el contagio de bolivarianismo, escucharon con temor las
palabras del electo ese domingo, cuando prometió que su Gobierno
impulsará la integración latinoamericana con todos los países de la
región. Humala dialogó por teléfono con Cristina Fernández y le
agradeció los saludos por su triunfo, que había expresado el Palacio
San Martín en un comunicado oficial, y le prometió que pronto visitará
Buenos Aires. La Unasur se fortalece.

En el interior del país, los trabajadores de la CGTP, que apoyaron la
campaña de "Gana Perú", reclamaron que el electo cumpla con sus
promesas. El Secretariado Ejecutivo de la central obrera aseguró: "los
trabajadores estaremos vigilantes de los compromisos asumidos por
Humala y también para defender la elección del 5 de junio frente a las
campañas de desprestigio que seguro realizarán ciertos sectores que
rechazan el cambio".

Si los trabajadores apuran definiciones del electo debe ser porque
mantienen algunas dudas sobre qué hará el gobierno que se viene. En la
campaña los asesores brasileños de Humala le aconsejaron un giro hacia
el centro, para poner distancias con Chávez. El candidato cumplió con
ese consejo y recibió apoyo de derechosos como Toledo y Mario Vargas
Llosa.

Esquematismos al margen, el ex militar tiene dos caminos. O se suma
al nacionalismo de Chávez, con medidas antiimperialistas sobre los
minerales y otros recursos básicos del Perú; o se pliega al estilo de
nacionalismo falso que en Ecuador representó el coronel Lucio
Gutiérrez, quien se montó en rebeliones indígenas para terminar
capitulando frente a Bush, cediendo la base de Manta a los yanquis y
aceptando los ajustes del FMI.

El PL ve como positivo que haya ganado Humala. Para marcar el inicio
de una nueva etapa, cree que el presidente debe adoptar una decisión
ejemplar en derechos humanos, liberando a todos los presos políticos
populares, que fueron masacrados en 1986 (presos de Sendero) y 1997
(MRTA). Es urgente liberar a los líderes de Sendero Luminoso y el
MRTA: Abimael Guzmán y Víctor Polay Campos. Están presos desde hace 19
años en condiciones infrahumanas en la cárcel de El Callao. Fueron
condenados por tribunales militares y jueces sin rostro; luego se
revisó esos procesos superficialmente, manteniendo la ilegalidad. El
que tiene que ir a una cárcel común es Fujimori, que goza de
privilegios en lugar especial, como preso VIP.