Portada del sitio > Fidel no es tan malo y otros disparates
Se queda uno de una pieza con las cosas que dijo un puñado de congresistas americanos del caucus negro tras una visita a Cuba. Que aquello es una maravilla. Que el gobierno de la isla más generoso para con su gente no puede ser. Que tampoco puede ser mejor vecino de sus vecinos. Y que ha llegado la hora de poner a un lado medio siglo de malentendidos y de caernos a besos y abrazos americanos y cubanos porque, en un final, todos somos buena gente. Vaya, casi como en aquella película de Manuel Summers de principios de los ochenta To er mundo e güeno.
Pero ocurre que no todo el mundo es bueno y los ñángaras, cuestión de naturaleza, no pueden serlo. En esta ocasión a todas luces los buenos —por inocentes, bienintencionados y ansiosos tragaldabas de bulos— son esos siete angelitos, en tanto la mafia terrorista que mangonea en La Habana de buena no tiene nada, encomencipiando por el compañero patilludo en jefe.
Uno se pregunta dónde han vivido por el último medio siglo estos siete serafines. ¿En las nubes? ¿En el planeta Marte? ¿En la luna de Valencia? ¿O en las Batuecas? El peor enemigo que han tenido los Estados Unidos la última media centuria se llama Fidel Castro y ellos no se han enterado. ¡Jesús del Gran Poder! ¿Dónde han estado todo este tiempo?
Luego se acercan a uno personas que se las saben todas, aunque sólo sea porque han vivido aquí toda la vida y tienen buena memoria, y te empiezan a contar las biografías de los siete serafines. Y entonces uno va entendiendo por dónde van los tiros.
• Barbara Lee, representante demócrata por California, la chairwoman del grupo visitante, que además es la chairwoman del Congressional Black Caucus en la actualidad, resulta que fue la única congresista que votó en 2001 contra la Authorization for Use of Militar Force against Terrorism Act. ¡La única!
• Bobby Rush, representante demócrata por Illinois, quien comentó que Fidel vivía en una casa de lo más modesta y que encontrarse con él fue como reencontrarse con un viejo amigo, estuvo buscado en 1968 por ausentarse sin permiso mientras servía en el ejército, estuvo en chirona por posesión ilegal de armas de fuego y fue fundador de las terroristas Panteras Negras. Una vida ejemplarizante como vemos.
• Laura Richardson, para terminar y no hacer muy larga esta exposición, representante demócrata también por California, dijo que en otras partes del mundo a las que ha viajado como legisladora norteamericana sus desplazamientos se han visto precedidos y seguidos por vehículos policiales con fines tanto protectores como aislantes y que en Cuba eso no le pasó. En Cuba, aseguró, hay mucha libertad, y ella en particular sintió que podía ejercer sus derechos a la libre expresión, a la libre movilidad y al libre culto. Y dijo que Fidel, mirándola a los ojos, le preguntó cómo podía ayudar a Obama.
Es decir, estos siete angelitos nos están pintando una risueña y rosada pintura de Cuba que no se compadece en absoluto con la realidad. Fidel Castro, ningún americano debiera olvidarlo ni por un instante, es el odiador antiyanqui sin pausa. Ni olvidar que, con el cuento de que los yanquis se lo querían echar al pico y, en específico, el presidente John F. Kennedy se alió a personajes del bajo mundo para cargárselo, fue Fidel quien se echó al pico a John F. Ni olvidar que el embargo no se estableció para remover su oprobiosa dictadura, sino como castigo por las propiedades norteamericanas que se robó, las cuales continúa sin pagar. Ni olvidar que la mafia terrorista de La Habana les debe a las once mil vírgines y no le paga a ninguna, así que darle créditos norteamericanos resultará no ya temerario, sino estúpido.
Pensar que Fidel Castro en el fondo no es una mala persona es un disparate absoluto, ahí está la historia. Pensar que los años y los achaques han atemperado sus ínfulas y su malignidad es comer de lo que pica el pollo. Y creer que es posible llegar a convenios mutuamente beneficiosos entre ese canalla y los Estados Unidos, acuerdos que sean respetados escrupulosamente, es creer en los peces de colores y tener ganas de empinar chiringas. Dado que, efectivamente, Fidel no es tan malo, como afirman ahora los papanatas, sino que es tan peor.