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LA HABANA, Cuba, noviembre.
El derrumbe comenzó a las 5 y 50 de la mañana del pasado 25 de octubre. La caída de los balcones y el colapso de una pared de carga dieron inicio a la tragedia. El deteriorado edificio comenzó su lenta agonía, y con ella, la de personas que desde ese momento quedaron sin techo ni amparo. Un número indeterminado de familias, entre 15 y 23, repentinamente pasó a la categoría “sin tierra” o “reambulantes”, como se les suele calificar.
El edificio se ubica en la calle Neptuno # 308 entre calle Galiano y Águila, municipio Centro Habana en el corazón de la capital.
Algunas de las familias damnificadas se refugiaron en casas de familiares, vecinos y amigos en las inmediaciones. Otras (unas diez, quizás doce) acampan en los portales de dos tiendas ubicadas en la misma calle Neptuno.
Con sus trastes más necesitados o más queridos, allí están. En vela por mesas, sillas, refrigeradores, radios, etc. Permanecen a la espera de algo, acampados en los portales de las tiendas Sublime y Florida.
Una vecina me explicó a gritos que el gobierno los quiere enviar a La Yuca, en Guanabacoa, en el municipio Habana del Este. La Yuca es uno de los llamados albergues transitorios. Un lugar duro como la clásica yuca de Catalina, y sin condiciones de vida adecuadas.
La gente de Neptuno 308 sabe que hay quien ha permanecido y aun permanece albergado al cabo de más de veinte años. Nadie asume la instrumentación de una solución ágil para este tipo de situaciones habitacionales y sociales.
Los responsables del gobierno provincial y del gobierno municipal carecen de autoridad y medios para resolver estos fenómenos. Las disposiciones la Ley General de la Vivienda traban y entorpecen cualquier arreglo.
A esto se unen las necesidades y los objetivos políticos del estado, que no siempre tiene en cuenta las necesidades reales de la población. La funeraria ubicada en la confluencia de las calles Zanja y Belascoaín, acoge en igualdad de condiciones a damnificados por otro derrumbe. Ellos también rehúsan la solución del albergue transitorio.
Los damnificados de Neptuno 308 conocen que ante situaciones similares la solución acostumbrada ha sido desplazar a los vecinos del edificio colapsado a regiones periféricas alejadas de La Habana, o enviarlos a los ya mencionados albergues transitorios.
Si no se construye un parqueo o un parque sin árboles, se reconstruye el edificio o se levanta uno nuevo, los nuevos inquilinos serán escogidos entre los afines al régimen o de algún figurón político. Sólo en muy raras ocasiones se les permite a los originales regresar al barrio.
Esta peculiar forma de limpieza social fue impuesta originalmente en el llamado Casco Histórico de La Habana. En aquella ocasión se trató de eliminar la marginalidad representada por ciudadanos provenientes del interior de la Isla.
Los marginales, provenientes en su mayoría de las provincias orientales, fueron desplazados. Se les envió, entre otros destinos, al reparto San Agustín, situado al oeste de la capital y a albergues de pésimas condiciones de vida.
En los bellos edificios restaurados de la zona segregada para turistas del Casco Histórico, fueron invitados a residir personas de lealtad probada al régimen o seleccionadas por la Oficina del Historiador. El criterio que primó fue similar al puesto en boga para ser enterrado en la Basílica San Francisco de Asís. Allí disfrutan del descanso postrero gente chic, afín a la casta gobernante.
Ante la indiferencia de un gobierno incompetente, y la de reformistas preocupados porque no les dejan viajar, albergar extranjeros o vender el automóvil, el pueblo sufre.
En Neptuno 308, esta gente espera por la solución de su problema. También por el equipo de la revista Temas, por el Noticiero Nacional de Televisión y por la prensa extranjera acreditada. La prensa independiente ya pasó por allí.
Al cierre de esta información la policía mantenía acordonado el tramo de la calle Neptuno que va desde Águila hasta Galiano. Dicen que “para evitar derrumbes o accidentes”. Personalmente, yo no les vi apuntalar paredes.