Portada del sitio > LA IGLESIA CATÓLICA Y EL SEXO
Por Carlos Bongcam
Los problemas que hoy enfrentan en todo el mundo la Iglesia Católica Romana y el Vaticano, en relación al comportamiento sexual de los sacerdotes, en mi concepto, están puestos patas arriba, de modo que se analizan los efectos pero no las causas.
El efecto más conocido hoy, en la época de internet, quizás por lo impactante del hecho en sí mismo, es la existencia de miles de sacerdotes que abusan sexualmente en forma sistemática de niños pobres menores de edad, las víctimas más indefensas y débiles en toda sociedad. Este problema muestra que la perversión sexual existe también y naturalmente entre los curas, pero que no debería sorprender en una institución como la iglesia católica que intenta castrar a sus miembros, sin suprimirle los deseos que el cuerpo genera con la producción sostenida de hormonas masculinas, cuyo orígen de todos sabido son los testículos.
En otras palabras, mientras los curas católicos no se corten los testículos, estarán cada cierto tiempo sometidos a la «tentación sexual» que su iglesia condena por considerar que el acto sexual fuera del matrimonio o con condón, es un pecado.
Los escándalos que vivió antiguamente esta iglesia cuando los curas se podían casar y tener familia e hijos, provocaron una reacción pendular que llevó a la institución al otro extremo: prohibir el matrimonio de los curas y por lo tanto el ejercicio sexual de los sacerdotes.
El informe, sobre el caso recientemente destapado en Brasil por una investigación publicada por la revista brasileña «Istoé», dice que, sobre la base de informes y documentos judiciales, se estableció que un total de mil setecientos curas (el diez por ciento de los ordenados) son sacerdotes pederastras involucrados en abusos sexuales a niños.
Pero también el informe del semanario brasileño aseguró que en el Brasil el cincuenta por ciento de los clérigos no respetaría el voto de castidad, mantiendo relaciones sexuales regulares con mujeres u hombres adultos, según sus inclinaciones. Y no podía ser de otro modo pues estamos hablando de hombres que no se han cortado los testículos para servir a su dios.
Al mismo tiempo, según este informe, unos doscientos sacerdotes habrían sido enviados por la jerarquía católica local a clínicas psicológicas para ser «reeducados».
A mi juicio, he aquí el problema: yo creo que es la iglesia católica la que debe ser «reeducada», no los pobres curas cachonderos que no pueden resistir las regulares avalanchas de tetosterona en sus bien alimentadas carnes y a la vista de tantas tentaciones brasileñas con tangas o, lo que es mucho «peor», sin ellas.
La iglesia católica romana debe de una vez por todas poner el problema del sexo de sus miembros, los sacerdotes, de pié y ver las cosas como se deben mirar, es decir, que los testículos están en la base del problema. Si quieren clérigos asexuados, pues a cortar testículos, señores. En caso contrario nadie va a creer en la castidad de los curas y estarán condenados a seguir gastando millonadas en las indemnizaciones a las víctimas, que les seguirán lloviendo.
Más barato les saldría, digo yo, si les pagaran una mujer a cada cura, como esposa legítima claro, y vamos teniendo hijitos que así de paso aumentarían los feligreses que asistirían a misa a escuchar los sermones de su papá.