Portada del sitio > ¿La caída del imperio del mal?
por Mario Lamo Jiménez
Adán y Eva, reza la mitología cristiana, fueron
expulsados del paraíso por comer del fruto prohibido.
Los gobernantes actuales de los EE. UU. no sólo se
comieron el fruto prohibido sino que derribaron el
árbol, parcelaron el paraíso y lo pusieron en venta al
mejor postor. ¿Cuál será su castigo? Aparentemente no
tendremos que esperar mucho para ver los resultados.
Como frutas podridas, los co-conspiradores de George
W. Bush que engañaron al mundo y al pueblo
norteamericano para lanzar una guerra de agresión
contra Irak, están empezando a caer. El jefe
republicano del Congreso, Tom Delay, fue arrestado
acusado de lavado de dineros para repartirlos entre
candidatos republicanos de manera ilícita y apoderarse
así del congreso.
Esta semana se esperan cargos contra
altos funcionarios de la Casa Blanca, entre ellos el
maquiavélico Kart Rove, llamado "el cerebro de Bush".
Rove y otros funcionarios de la oficina del
vicepresidente tal vez sean acusados de conspirar para
obstruir la justicia y de haber hecho público el
nombre de una agente encubierta de la CIA, lo cual es
un crimen federal. Esto lo hicieron para vengarse del
embajador Joseph Wilson, a cuya esposa delataron,
quien fue uno de los primeros en exponer las mentiras
de la retórica de Bush que justificaba la guerra
contra Irak. Wilson viajó a Nigeria para constatar si
Sadam Hussein intentaba comprar uranio de dicha nación
con fines nucleares. Su investigación demostró que
dicha acusación era completamente falsa. En base a
papeles falsificados, probablemente por el servicio de
inteligencia italiano, y que la CIA sabía que carecían
de valor, George W. Bush dijo en unos discursos de
guerra que existían pruebas contundentes de que Irak
se aprestaba a producir arma nucleares. "No queremos
que un hongo nuclear sea el aviso", dijo.
Desacreditadas sus afirmaciones por el embajador
Wilson en un editorial del New York Times, los
neoconservadores, sedientos de guerra y de petróleo,
se lanzaron como perros de presa en contra de Wilson y
para ello pasaron información secreta acerca de la
identidad de la esposa de Wilson a diversos
reporteros, quienes se encargaron de publicarla. Bush
afirmó en ese entonces: "Quiero llegar al fondo del
asunto. Si alguien de la Casa Blanca reveló esa
información, será despedido". Una vez que avanzó la
investigación y los dedos acusatorios de la justicia
apuntaban a la oficina del vicepresidente y a la de su
consejero, Kart Rove, Bush cambió de tono: "Si alguien
cometió un acto criminal, será despedido". Ahora los
acusados tendrían que ser declarados culpables para
que Bush actuara. Sin embargo, circula información que
desde un principio Bush sabía que su asesor Rove era
el que había filtrado la información y que tan sólo lo
estaba encubriendo. Tal como en Watergate, en que un
pequeño crimen se convirtió en un gran crimen por
tratar de encubrirlo, es posible que en este caso el
crimen mayor sea el encubrimiento de otro crimen, lo
cual podría sacar del paraíso a los criminales que se
tomaron por medio del fraude electoral la Casa Blanca.
Sin embargo sería iluso pensar que aquellos que han
creado este imperio del mal que ha torturado y
masacrado a miles de personas en Irak y Afganistán,
vayan a abandonar sus cargos sin dar una gran pelea.
Para ello cuentan con el aparato militar más grande y
perverso que se haya desarrollado en la historia de la
humanidad y con un sinnúmero de medios de propaganda
dispuestos a repetir hasta la saciedad sus falsedades.
Así como a pocos días del recuento de los votos de las
elecciones del año 2000 ocurrió el atentado de las
torres gemelas, lo cual distrajo la atención de todo
el mundo y convirtió al presidente ilegítimo en un
"líder en tiempos de guerra", no sería de extrañar que
los EE. UU. se lance en otra aventura bélica, hasta
con armas nucleares, ya sea contra Irán o contra
Siria, para distraer una vez más la atención del mundo
en el momento preciso.
Sin embargo, a los neoconservadores, con Bush a la
cabeza, les está saliendo el tiro por la culata, ya
que la resistencia iraquí tiene al ejército
norteamericano en jaque y el petróleo del que pensaban
obtener pingües ganancias, se está evaporando con cada
bomba que les destruye un oleoducto más cada día de
guerra. En resumidas cuentas, Bush se ha creado su
propio Vietnam y se está ahogando en el petróleo del
que pensaba apoderarse para beneficio de las
multinacionales norteamericanas. Ahora, como Nixon,
sólo falta que sus mentiras locales lo hagan caer en
desgracia, ya que los organismos internacionales
parecen hacerse los de la vista gorda ante sus
crímenes de guerra.
En uno de sus discursos, Bush acusó a Irak, Irán y
Corea del Norte de ser el eje del mal. Ahora está más
que claro que nunca que el verdadero eje del mal se
encontraba en la Casa Blanca y que su imperio del mal
corre el riesgo de ser expulsado del paraíso terrenal,
antes de que lo destruyan. Lo que está en juego es un
asunto serio, las políticas neoconservadoras de guerra
y agresión son un mal menor comparadas con sus
políticas ambientales que amenazan con destruir a todo
el planeta a causa del calentamiento global. O cae el
imperio del mal o caemos todos, arrastrados por la
avaricia de unas cuantas compañías multinacionales
para las que unos dólares más son más importantes que
el futuro de la humanidad misma.