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¿La caída del imperio del mal?

Publie le Lunes 24 de octubre de 2005 par Open-Publishing

Adán y Eva, reza la mitología cristiana, fueron expulsados del paraíso por comer del fruto prohibido. Los gobernantes actuales de los EE. UU. no sólo se comieron el fruto prohibido sino que derribaron el árbol, parcelaron el paraíso y lo pusieron en venta al mejor postor. ¿Cuál será su castigo? Aparentemente no tendremos que esperar mucho para ver los resultados. Como frutas podridas, los co-conspiradores de George W. Bush que engañaron al mundo y al pueblo norteamericano para lanzar una guerra de agresión contra Irak, están empezando a caer. El jefe republicano del Congreso, Tom Delay, fue arrestado acusado de lavado de dineros para repartirlos entre candidatos republicanos de manera ilícita y apoderarse así del congreso. Esta semana se esperan cargos contra altos funcionarios de la Casa Blanca, entre ellos el maquiavélico Kart Rove, llamado "el cerebro de Bush". Rove y otros funcionarios de la oficina del vicepresidente tal vez sean acusados de conspirar para obstruir la justicia y de haber hecho público el nombre de una agente encubierta de la CIA, lo cual es un crimen federal. Esto lo hicieron para vengarse del embajador Joseph Wilson, a cuya esposa delataron, quien fue uno de los primeros en exponer las mentiras de la retórica de Bush que justificaba la guerra contra Irak. Wilson viajó a Nigeria para constatar si Sadam Hussein intentaba comprar uranio de dicha nación con fines nucleares. Su investigación demostró que dicha acusación era completamente falsa. En base a papeles falsificados, probablemente por el servicio de inteligencia italiano, y que la CIA sabía que carecían de valor, George W. Bush dijo en unos discursos de guerra que existían pruebas contundentes de que Irak se aprestaba a producir armas nucleares. "No queremos que un hongo nuclear sea el aviso", dijo. Desacreditadas sus afirmaciones por el embajador Wilson en un editorial del New York Times, los neoconservadores, sedientos de guerra y de petróleo, se lanzaron como perros de presa en contra de Wilson y para ello pasaron información secreta acerca de la identidad de la esposa de Wilson a diversos reporteros, quienes se encargaron de publicarla. Bush afirmó en ese entonces: "Quiero llegar al fondo del asunto. Si alguien de la Casa Blanca reveló esa información, será despedido". Una vez que avanzó la investigación y los dedos acusatorios de la justicia apuntaban a la oficina del vicepresidente y a la de su consejero, Kart Rove, Bush cambió de tono: "Si alguien cometió un acto criminal, será despedido". Ahora los acusados tendrían que ser declarados culpables para que Bush actuara. Sin embargo, circula información que desde un principio Bush sabía que su asesor Rove era el que había filtrado la información y que tan sólo lo estaba encubriendo. Tal como en Watergate, en que un pequeño crimen se convirtió en un gran crimen por tratar de encubrirlo, es posible que en este caso el crimen mayor sea el encubrimiento de otro crimen, lo cual podría sacar del paraíso a los criminales que se tomaron por medio del fraude electoral la Casa Blanca.

Sin embargo sería iluso pensar que aquellos que han creado este imperio del mal que ha torturado y masacrado a miles de personas en Irak y Afganistán, vayan a abandonar sus cargos sin dar una gran pelea. Para ello cuentan con el aparato militar más grande y perverso que se haya desarrollado en la historia de la humanidad y con un sinnúmero de medios de propaganda dispuestos a repetir hasta la saciedad sus falsedades.

Así como a pocos días del recuento de los votos de las elecciones del año 2000 ocurrió el atentado de las torres gemelas, lo cual distrajo la atención de todo el mundo y convirtió al presidente ilegítimo en un "líder en tiempos de guerra", no sería de extrañar que los EE. UU. se lance en otra aventura bélica, hasta con armas nucleares, ya sea contra Irán o contra Siria, para distraer una vez más la atención del mundo en el momento preciso.

Sin embargo, a los neoconservadores, con Bush a la cabeza, les está saliendo el tiro por la culata, ya que la resistencia iraquí tiene al ejército norteamericano en jaque y el petróleo del que pensaban obtener pingües ganancias, se está evaporando con cada bomba que les destruye un oleoducto más cada día de guerra. En resumidas cuentas, Bush se ha creado su propio Vietnam y se está ahogando en el petróleo del que pensaba apoderarse para beneficio de las multinacionales norteamericanas. Ahora, como Nixon, sólo falta que sus mentiras locales lo hagan caer en desgracia, ya que los organismos internacionales parecen hacerse los de la vista gorda ante sus crímenes de guerra.

En uno de sus discursos, Bush acusó a Irak, Irán y Corea del Norte de ser el eje del mal. Ahora está más que claro que nunca que el verdadero eje del mal se encontraba en la Casa Blanca y que su imperio del mal corre el riesgo de ser expulsado del paraíso terrenal, antes de que lo destruyan. Lo que está en juego es un asunto serio, las políticas neoconservadoras de guerra y agresión son un mal menor comparadas con sus políticas ambientales que amenazan con destruir a todo el planeta a causa del calentamiento global. O cae el imperio del mal o caemos todos, arrastrados por la avaricia de unas cuantas compañías multinacionales para las que unos dólares más son más importantes que el futuro de la humanidad misma.
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