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Los trabajadores de Opel víctimas colaterales de la quiebra del gigante del auto
Publie le Lunes 21 de septiembre de 2009 par Open-PublishingPor Fabien Perrier
A unos días de las elecciones alemanas, la canciller Ángela Merkel ha hecho de la venta de Opel una baza electoral. Incluso… 4 mil quinientos millones de euros van a ser concedidos a la empresa que va a despedir 4.500 personas en Alemania y millares en otras sedes del resto de Europa.
El Estado alemán maniobra para intentar limitar el número de despidos en su país. Los trabajadores belgas, húngaros y españoles corren el riesgo de pagar los platos rotos.
Mientras el Salón del automóvil de Fráncfort, el 27 de septiembre, se inscribe en un contexto de profunda reestructuración de la industria del automóvil y de la bajada de ventas, la saga Opel parece no tener fin. El 10 de septiembre, la marca alemana, filial europea de General Motors, anunciaba un plan de salvamento: el 55% del capital estaría a partir de ahora en poder de Magna, un proveedor canadiense aliado al banco ruso Sberbank, el 10 % de los asalariados y el 35% restante en manos de GM.
Antes de las elecciones federales del 27 de septiembre, la canciller alemana, Ángela Merkel, de la CDU (conservadores), y sus aliados gubernamentales socialdemócratas se mostraban aliviados.
Primer sobresalto durante el fin de semana. Mientras el plan preveía 3.000 supresiones de empleos, la cifra fue revisada al alza para alcanzar 4.500 puestos en Alemania. El segundo sobresalto venía a través de la prensa. En el “Handelsblatt”, Vladimir Putin, primer ministro ruso, se felicitaba de la compra de Opel por Sberbank, “resultado de los esfuerzos desplegados por el gobierno ruso, el gobierno alemán y los sindicatos”. Efectivamente, el gobierno federal y los landers pagarán 4 mil quinientos millones de euros para contribuir a la “recuperación económica” de la empresa. Pero en el “Frankfurter Allgemeine Zeitung”, Dirk Pfeil, dirigente de Opel, afirmaba que “más de 600 millones de euros deberían ser utilizados para modernizar la industria del automóvil rusa según el plan de Magna”. Tercer sobresalto, político, porque Bélgica, España y Hungría donde están emplazadas fábricas de la marca temen que la reestructuración de Opel se salde con despidos masivos en sus plantas, mientras que Alemania, que ha prometido ayudas, conservaría sus cuatro fábricas. El ministro belga de asuntos exteriores, apoyado por húngaros y españoles, ha protestado contra las ayudas alemanas, por el no-respeto de las reglas europeas.
Una cosa es segura: la factura social será elevada, 10.500 empleos de los 55.000 que hay en Europa están amenazados por el cierre de fábricas como el de Amberes o de supresiones de puestos de trabajo.