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Mascarada electoral en Honduras

Publie le Sábado 28 de noviembre de 2009 par Open-Publishing

Cathy Ceïbe

Cinco meses después del golpe de Estado que derribó al presidente Zelaya los golpistas organizan unas elecciones generales para legitimar su mantenimiento en el poder. El Frente Nacional de Resistencia llama al boicot.

Es difícil encontrar precedentes. Este domingo 29 de noviembre, 4,5 millones de hondureños están llamados a las urnas. Las elecciones generales (presidenciales, legislativas, municipales) estaban previstas desde hace mucho tiempo, pero se desarrollan en un contexto totalmente inédito, tras el golpe de Estado que derribó al presidente, Manuel Zelaya y que fue casi unánimemente condenado por los gobiernos y los organismos políticos y financieros internacionales, Naciones Unidas (ONU), Organización de Estados Americanos (OEA), Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional. Pero gracias a los sectores reaccionarios y oligarcas el golpe se ha instalado de forma duradera y los hondureños están llamados a las urnas, a pesar de que todo el marco legal y los acuerdos para salir de la crisis denominados de “San José- Tegucigalpa”, que preveían, entre otros temas, la restitución en el poder a Manuel Zelaya, nunca hayan sido aplicados.

Desde este momento, lo que realmente está en juego, al día siguiente del 29 de noviembre, será la actitud que adopte la “Comunidad internacional”, rechazando validar los resultados electorales. Las miradas se vuelven hacia Washington. Hace una semana, en este diario, el presidente Zelaya explicaba cómo las componendas internas de la administración estadounidense: el nombramiento del Arturo Valenzuela al cargo de subsecretario de Estado de asuntos interamericanos, gracias a la vía libre dada por senador republicano Jim DeMint, a cambio del reconocimiento de los resultados electorales, con o sin retorno al poder de Zelaya, previsto para el 2 de diciembre.

Todavía no existe ninguna garantía de que el presidente legítimo pueda acabar su mandato, que expira el 27 de enero. Y aún cuando su retorno al poder estuviera asegurado, sólo serviría para dar legitimidad a un proceso ilegal. Si se dudaba del doble juego de EE.UU., las palabras de Valenzuela, durante el Consejo permanente de la OEA, confirman la tesis. Estas elecciones “no son una invención del gobierno de facto, buscando una salida, o una manera de lavar el golpe de Estado (…) son unas elecciones en consonancia con un mandato constitucional”. Unas declaraciones que al menos tienen el mérito de mostrar claramente la estrategia de los EE.UU. en la región: Honduras seguirá bajo influencia de la administración norteamericana tras una adhesión considerada como demasiado audaz al proyecto de integración en la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), promovido hace cinco años por Cuba y Venezuela.

La Unión Europea está también entre la espada y la pared. El grupo del Partido Popular ha enviado sobre el terreno observadores porque, según el jefe de la derecha europea Mayor Oreja, estos escrutinios “constituyen la única esperanza de salvar la democracia en Honduras”, que además ha tenido a bien explicar que esta presencia, al contrario de la decisión del gobierno socialista español, tendría la virtud de no “secundar la estrategia de Hugo Chávez”.

En una entrevista concedida a Radio Globo, el presidente Zelaya, ha recordado que el futuro jefe del Estado “será tan ilegal como Micheletti”. Este último se ha “ausentado temporalmente” del poder desde el miércoles (25 de noviembre), sin dejar de hacer reproches a Brasil, país que pidió el aplazamiento sine die de las elecciones. Poco antes de su seudo-desaparición, Micheletti ha advertido a los medios críticos, pero sobre todo al Frente Nacional de Resistencia, cuya consigna es el boicot a la “farsa electoral” y ha amenazado: “El voto es una obligación constitucional (…) procederemos legalmente contra todos aquellos que intenten boicotear las elecciones, tanto de palabra como en los hechos”.

En un país de No-Derecho, Porfidio Lobo, candidato del Partido Nacional (derecha), aventajaría a Elvin Santos, del Partido Liberal, tendencia golpista, según los sondeos. ¿Pero de qué estamos hablando?

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