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Palabras de la Comisión Sexta del EZLN en el acto Mujeres sin miedo

Publie le Domingo 28 de mayo de 2006 par Open-Publishing

Palabras de la Comisión Sexta del EZLN en el acto público Mujeres sin
miedo: todas somos Atenco. 22 de mayo de 2006.

Buenas noches.

Mi nombre es Marcos, subcomandante insurgente Marcos.

Para quienes conocen al zapatismo tal vez no sea necesario explicar qué
hago aquí, en un acto de mujeres y para mujeres.

Claro que no son mujeres así nomás, sino mujeres que han decidido alzar la
voz para protestar por las agresiones que, por parte de la policía,
sufrieron y sufren otras mujeres a partir de los días 3 y 4 de mayo de
2006, en San Salvador Atenco, en el estado de México, en la República
Mexicana.

Son, en uno y otro lado, mujeres sin miedo.

Mi nombre es subcomandante insurgente Marcos y soy, entre otras cosas, el
vocero del EZLN, una organización mayoritariamente indígena que lucha por
la democracia, la libertad y la justicia para nuestro país que se llama
México.

Como vocero del EZLN, por mi voz toman voz los otros y otras que nos
forman, que nos dan rostro, palabra, corazón.

Una voz colectiva pues.

En esa voz colectiva está la voz de las mujeres zapatistas.

Y con nuestras voces y oídos, están también nuestras miradas, nuestras
luces y sombras zapatistas.

Me llamo Marcos y entre los múltiples defectos individuales que cargo, a
veces con cinismo y desparpajo, está el de ser hombre, macho, varón.

Como tal, debo cargar, y no pocas veces enarbolar, una serie de
prototipos, lugares comunes, evidencias.

No sólo en lo que a mí y a mi sexo o género respecta, también y sobre todo
a lo que se refiere a la mujer, al género femenino.

A los defectos que me definen individualmente, alguien agregaría el que
como zapatistas tenemos, a saber, el de no perder todavía la capacidad de
asombrarnos, de maravillarnos.

Como zapatistas a veces nos asomamos a otras voces que sabemos ajenas,
extrañas, y sin embargo, semejantes y propias.

Voces que asombran y maravillan nuestro oído con su luz... y con su sombra.

Voces, por ejemplo, de mujeres.

Desde el colectivo que nos da rostro y nombre, paso y camino, nos
esforzamos por elegir a dónde dirigir el oído y el corazón.

Así que ahora elegimos oír la voz de las mujeres que no tienen miedo.

¿Se puede escuchar una luz? Y si así fuera, ¿se puede escuchar una sombra?

¿Y quién más elige, como nosotras hoy, poner el oído, y con él el
pensamiento y el corazón, para escuchar esas voces?

Elegimos. Elegimos estar aquí, escuchar y hacernos eco de una injusticia
cometida en contra de mujeres.

Elegimos no tener miedo para escuchar a quienes no tuvieron miedo para
hablar.

La brutalidad ejercida por los malos gobiernos mexicanos en San Salvador
Atenco los días 3 y 4 de mayo, y que se extiende todavía hasta esta noche
contra las presas, particularmente la violencia contra las mujeres, es la
que nos convoca.

Y no sólo. Esos malos gobiernos con sus acciones pretendían cosechar
miedo, y ahora resulta que no, que están cosechando indignación y rabia.

En un diario de esta mañana, uno de los personajes que, junto con Vicente
Fox y su gabinete se enorgullece de "la aplicación del estado de derecho",
el señor Peña Nieto (presunto gobernador del estado de México), declara
que lo de Atenco fue planeado.

Si eso es así, entonces las golpeadas, detenidas ilegalmente, agredidas
sexualmente, violadas, humilladas, planearon, entre otras cosas, ser mujeres.

Por los testimonios de esas detenidas sin miedo que son nuestras
compañeras, sabemos que fueron agredidas como mujeres, violentadas en su
cuerpo de mujer.

Y por lo que sabemos también de su palabra, esa violencia sobre su cuerpo
les provocó placer a los policías.

El cuerpo de la mujer tomado con violencia, usurpado, agredido para
obtener placer.

Y la promesa de ese placer sobre esos cuerpos de mujer, fue el añadido que
los policías recibieron junto al mandato de "imponer la paz y el orden" en
Atenco.

Seguramente para el gobierno, ellas planearon tener cuerpo de mujer y, con
perversidad extrema, planearon que ése su cuerpo fuera el botín para las
"fuerzas de la legalidad".

El señor Fox, gobernante federal del "cambio" y del "estado de derecho",
hace unos meses nos aclaró que las mujeres son "lavadoras de dos patas" (a
confesión de parte, relevo de pagos en abonos y pase usted al departamento
de atención al cliente).

Y es que para allá arriba, estas máquinas de placer y de trabajo que son
los cuerpos de las mujeres, incluyen las instrucciones de ensamblaje que
el sistema dominante les asigna.

Si un ser humano nace mujer, a lo largo de su vida debe recorrer un camino
que ha sido construido especialmente para ella.

Ser niña. Ser adolescente. Ser mujer joven. Ser adulta. Ser madura. Ser
anciana.

Y no sólo desde la menarca hasta la menopausia. El capitalismo ha
descubierto que en la infancia y la ancianidad también se obtienen objetos
de trabajo y placer, y para la apropiación y administración de esos
objetos tenemos Góbers Preciosos y empresarios pedófilos en todas partes.

La mujer, dicen allá arriba, debe caminar por la vida implorando perdón y
pidiendo permiso por y para ser mujer.

Y andar un camino lleno de alambre de púas.

Un camino por el que hay que transitar arrastrándose, con la cabeza y el
corazón pegados al suelo.

Y aún así, a pesar de seguir las instrucciones de ensamblaje, ir
recolectando arañazos, heridas, cicatrices, golpes, amputaciones, muerte.

Y buscar a la responsable de esos dolores en una misma, porque en el
delito de ser mujeres viene incluida la condena.

En las instrucciones de ensamblaje de la mercancía "Mujer" se explica que
el modelo debe tener siempre la cabeza gacha; que su posición más
productiva es de rodillas; que el cerebro es prescindible y, no pocas
veces, su inclusión es contraproducente; que su corazón debe alimentarse
con frivolidades; que su ánimo debe sostenerse en la competencia contra su
mismo género para atraer al comprador, ese cliente siempre insatisfecho
que es el varón; que su ignorancia debe alimentarse para garantizar un
mejor funcionamiento; que el producto tiene la capacidad de
automantenimiento y mejora (y para eso hay una amplia gama de productos,
además de salones y talleres de hojalatería y pintura); que no sólo debe
aprender a reducir su vocabulario al "sí" y el "no", sino, sobre todo,
debe aprender cuándo debe decir estas palabras.

En las instrucciones de ensamblaje del producto llamado "Mujer" se da la
garantía de que siempre tendrá la cabeza baja.

Y de que, si por algún defecto de fabricación involuntario o premeditado,
alguna levanta la mirada, entonces la implacable guadaña del Poder le
cercena el lugar del pensamiento y la condena a sólo andar como si ser
mujer fuera algo por lo que hay que pedir disculpas y para lo que hay que
pedir permiso.

Para cumplir con esta garantía hay gobiernos que suplen su falta de
cerebro con las armas y los sexos de sus policías; y, además, estos mismos
gobiernos tienen manicomios, cárceles y cementerios para las mujeres
"descompuestas" irremediablemente.

Una bala, un tolete, un pene, una reja, un juez, un gobierno, en fin, un
sistema le pone, a la mujer que no pide disculpas ni permiso, un letrero
que reza "Fuerza de servicio. Producto no reciclable".

La mujer debe pedir permiso para ser mujer, y se le concede si lo es según
lo indicado por las instrucciones de ensamblaje.

La mujer debe servir al hombre, siempre siguiendo esas instrucciones, para
ser absuelta del delito de ser mujer.

En la casa, el campo, la calle, la escuela, el trabajo, el transporte, la
cultura, el arte, la diversión, la ciencia, el gobierno; las 24 horas del
día y los 365 días del año; desde que nacen hasta que mueren, las mujeres
enfrentan este proceso de ensamblaje.

Pero hay mujeres que lo enfrentan con rebeldía.

Mujeres que en lugar de pedir permiso, imponen su propia existencia.

Mujeres que en lugar de implorar perdón, exigen justicia.

Porque las instrucciones de ensamblaje dicen que la mujer debe ser sumisa
y andar de rodillas.

Y, sin embargo, algunas mujeres hacen la travesura de caminar erguidas.

Hay mujeres que rompen las instrucciones de ensamblado y se ponen de pie.

Hay mujeres sin miedo.

Dicen que cuando una mujer avanza, no hay hombre que retroceda.

Depende, digo yo desde mi machismo reloaded, mezcla de Pedro Infante y
José Alfredo Jiménez.

Depende, por ejemplo, si el hombre está frente a la mujer que avanza.

Mi nombre es Marcos, tengo el defecto individual de ser hombre, macho,
varón; y la virtud colectiva de ser los que somos, las que somos zapatistas.

Como tal, como tales, confieso que me asombra y maravilla ver a una mujer
levantarse y ver saltar, rotas en pedazos, las instrucciones de su
ensamblaje.

Es tan hermosa una mujer de pie, que da escalofríos el sólo mirarla.

Y escuchar es eso, aprender a mirar...

Salud a estas mujeres, a nuestras compañeras presas y a las que aquí se
congregan.

Salud a su no tener miedo.

Salud a la valentía que nos contagian, a la convicción que nos transmiten
de que si no hacemos nada para cambiar este sistema somos cómplices de él.

Desde la Otra ciudad de México

Subcomandante insurgente Marcos

México, mayo de 2006.

PD QUE PREGUNTA: ¿Qué castigo merecen los gobernantes, mandos y policías
que atacaron así a las mujeres, a nuestras compañeras? ¿Qué castigo merece
el sistema que ha convertido el ser mujer en un delito? Si callamos, si
miramos para otro lado, si dejamos que la brutalidad policiaca en Atenco
quede impune, ¿quién estará a salvo? ¿No es entonces de elemental justicia
la libertad de todas las presas y presos de Atenco?

http://enlacezapatista.ezln.org.mx/la-otra-campana/342/