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UN PINGÜINO EN LA SELVA LACANDONA
Publie le Domingo 24 de julio de 2005 par Open-Publishing1 comentario
UN PINGÜINO EN LA SELVA LACANDONA. II/II
(La zapatista es apenas una casita, acaso la más pequeña, en una calle
llamada "México", en un barrio llamado "Latinoamérica", en una ciudad
llamada "Mundo").
Les decía yo sobre las críticas a los señalamientos que sobre México,
Latinoamérica y el Mundo, hace la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
Bueno, pues frente a ellas permítanme algunas preguntas:
De en este mundo no cabes.
¿Qué pasa, por ejemplo, hace más de una década, cuando una niña (digamos
de 4 ó 6 años), indígena y mexicana, ve que su padre, sus hermanos, sus
tíos, sus primos, o sus vecinos, toman un arma, una bola de pozol y un
tanto de tostadas y "se van a la guerra"? ¿Qué pasa cuando algunos no
regresan?
¿Qué pasa cuando esa niña crece y, en lugar de ir por la leña, va a la
escuela y aprende a leer y escribir con la historia de lucha de su gente?
¿Qué pasa cuando esa niña llega a la juventud, después de 12 años de ver,
oír y hablar con mexican@s, vasc@s, norteamerican@s, italian@s, español@s,
catalan@s, frances@s, holandes@s, aleman@s, suiz@s, británie@s,
fínlandes@s, danes@s, suec@s, grieg@s, rus@s, japones@s, australian@s,
fílipín@s, corean@s, argentín@s, chilen@s, canadiens@s, venezolan@s,
colombían@s, ecuatorian@s, guatemaltec@s, portorriquefi@s, dominican@s,
uruguay@s, brasileñas, cuban@s, haitian@s, nicaraguens@s, hondureñ@s,
Bolivian@s, y etcéter@s, y saber de cómo son sus países, sus luchas, sus
mundos?
¿Qué pasa cuando ve que esos hombres y mujeres comparten con su comunidad
las carencias, los trabajos, las angustias, las alegrías?
¿Qué pasa con esa niña-luego-púber-luego-jóvena después de ver y escuchar
a "las sociedades civiles", durante 12 años, trayendo no sólo proyectos,
también historias y experiencias de diversas partes de México y del Mundo?
¿Qué pasa cuando ve y escucha a los obreros electricistas, trabajando con
italian@s y mexican@s en la instalación de una turbina para dotar de luz a
una comunidad? ¿Qué pasa cuando se encuentra con los jóvenes
universitarios en plena huelga de 1999-2000? ¿Qué pasa cuando descubre que
en el mundo
no sólo hay hombres y mujeres, sino que la atracción y el amor tienen
muchos caminos y modos? ¿Qué pasa cuando ve a jóvenes estudiantes en el
plantón de Amador Hernández? ¿Qué pasa cuando escucha lo que dijeron los
campesinos de otras partes de México? ¿Qué pasa cuando le cuentan de
Acteal y los desplazados en Los Altos de Chiapas? ¿Qué pasa cuando conoce
de los acuerdos y avances de los pueblos y organizaciones del Congreso
Nacional Indígena? ¿Qué pasa cuando se entera que los partidos políticos
ignoraron la
muerte de los suyos y decidieron desconocer los acuerdos de San Andrés?
¿Qué pasa cuando le cuentan que los paramilitares del PRD atacaron una
marcha zapatista, pacífica y para llevarle agua a otros indígenas, y
dejaron a varios compañeros heridos de bala, precisamente un 10 de abril?
¿Qué pasa cuando ve a los soldados federales pasar todos los días con sus
tanques de guerra, sus vehículos artillados, sus fusiles apuntando a su
casa? ¿Qué pasa cuando alguien le cuenta que en un lugar que se llama
Ciudad Juárez, secuestran, violan y asesinan a jovencitas como ella y las
autoridades no hacen justicia?
¿Qué pasa cuando escucha a sus hermanos y hermanas, a sus padres, a sus
parientes, contar de cuando fueron a la marcha de los 1,111 en 1997, a la
consulta de los 5000 en 1999, platicar de lo que vieron y escucharon, de
las familias que los recibieron, de cómo es su modo de los ciudadanos, de
que también luchan, de que tampoco se dejan?
¿Qué pasa cuando ve, por ejemplo, a Eduardo Galeano, Pablo González
Casanova, Adolfo Gilly, Alain Touraine, Neil Harvey, con el lodo hasta las
rodillas, reunidos en una champa en La Realidad, platicando del
neoliberalismo? ¿Qué pasa cuando escucha a Daniel Viglietti cantar en una
comunidad "A desalambrar"? ¿Qué pasa cuando ve la obra de teatro "Zorro el
zapato" que los niños franceses de Tameratong presentaron en tierra
zapatista? ¿Qué pasa cuando ve y escucha a José Saramago hablando,
hablándole? ¿Qué pasa cuando oye a Osear Chávez cantar en tzotzil? ¿Qué
pasa cuando escucha a un indígena Mapuche contar su experiencia de lucha y
resistencia en un país que se llama Chile? ¿Qué pasa cuando se mete a una
reunión donde uno que dice que es "piquetero" cuenta de cómo se organizan
y resisten en un su país que se llama Argentina? ¿Qué pasa cuando oye a un
indígena de Colombia contar que, en medio de la guerrilla, los
paramilitares, los soldados y los asesores militares norteamericanos, sus
compañeros tratan de construirse como indígenas que son? ¿Qué pasa cuando
oye a los "ciudadanos musiqueros" tocar esa música muy otra que se llama
"rock" en un campamento de desplazados? ¿Qué pasa cuando sabe que los de
un equipo italiano de fútbol que se llama Internazionale de Milano
apoyaron económicamente a los heridos y desplazados de Zínacantán? ¿Qué
pasa cuando ve llegar a un grupo de hombres y mujeres norteamerican@s,
aleman@s y británic@s con aparatos electrónicos, y los escucha contar de
lo que hacen en sus países para acabar con las injustícias, mientras le
enseñan a armar y a usar esos aparatos, y al rato ella ya está frente al
micrófono diciendo "Escucha usted Radio Insurgente, la voz de los sin voz,
transmitiendo desde las montañas del sureste mexicano, y vamos a empezar
con una bonita cumbia que se llama "La Suegra ", y les avisamos a los
promotores de salud que ya pasen al Caracol a recoger la vacuna" ¿Qué pasa
cuando escucha en la Junta de Buen Gobierno que ese catalán vino desde muy
lejos para entregar personalmente lo que un comité de solidaridad juntó
como apoyo para la resistencia? ¿Qué pasa cuando ve a un norteamericano ir
y venir con el café, la miel y las artesanías (y el producto de su venta),
que producen las cooperativas zapatístas, cuando ve que no reclama ninguna
atención especial a pesar de que lleva años haciendo eso sin que nadie,
mas que nosotros, le lleve la cuenta? ¿Qué pasa cuando ve a l@s grieg@s
traer el dinero para los materiales de la escuela y pues que se ponen a
trabajar junto con los indígenas zapatistas en la construcción? ¿Qué pasa
cuando
ve a una frentista llegar al caracol y entregar un camión lleno de
medicinas, aparatos médicos, camas de hospital y hasta uniformes y zapatos
para l@s promotor@s de salud, mientras otros jóvenes del fzln se
distribuyen para ayudar en las clínicas comunitarias? ¿Qué pasa cuando ve
que los de "una escuela para Chiapas" llegan, se van y dejan, en efecto,
una escuela, un camión escolar, lapiceros, cuadernos, pizarrones? ¿Qué
pasa
cuando ve que, a la escuela de idiomas que hay en Oventik (y que, en
condiciones heroicas mantiene funcionando un compañero "ciudadano"),
llegan hindúes, coreanos, japoneses, australianos, eslovenos, iraníes?
¿Qué pasa cuando mira que llega una persona a entregar con la Comisión de
Vigilancia un libro con la traducción en árabe o en japonés o en kurdo, de
los comunicados del EZLN y las regalías de su venta?
¿Qué pasa cuando, por ejemplo, una niña crece y llega a la juventud en la
resistencia zapatísta, durante 12 años en las montañas del Sureste
mexicano?
Les pregunto porque, por ejemplo, aquí, haciendo la posta de alerta roja
en el Cuartel General del EZLN, hay dos ínsurgentas. Las dos son, como
dicen los compas, "cien por ciento indígenas y cien por ciento mexicanas".
Una tiene ahora 18 años y la otra 16. O sea que en 1994 tenían 6 años la
una y 4 la otra. Como ellas hay decenas en nuestras posiciones de montaña,
centenas en las milicias, miles en los cargos organizativos y de
comunidad, decenas de miles en los pueblos zapatístas. El mando inmediato
de las dos que hacen la posta es un teniente insurgente, indígena, de 22
años, o sea que tenía 10 años en 1994. La posición está bajo el mando de
un capitán insurgente, también indígena, al que, como debe de ser, le
gusta mucho la literatura, y tiene 24 años, es decir, 12 años cuando
inició el alzamiento. Y en todas partes de estas tierras hay hombres y
mujeres que pasaron de la niñez a la juventud y de la juventud a la
madurez, en la resistencia zapatísta.
Entonces, les pregunto: ¿Qué les digo? ¿Que el mundo es ancho y ajeno?
¿Que sólo importa lo que nos pase a nosotros? ¿Que lo que pasa en otras
parte de México, de Latinoamérica y del Mundo no nos interesa, que no
debemos meternos ni en lo nacional ni en lo internacional, y que debemos
encerrarnos (y engañarnos), pensando que podremos lograr, solos, eso por
lo que murieron sus parientes? ¿Qué no debemos hacer caso a todas las
señales que nos indican que sólo haciendo lo que vamos a hacer podremos
sobrevivir?
¿Qué debemos negarle el oído y la palabra a quienes no nos han escatimado
ni el uno ni la otra? ¿Qué debemos respetar y apoyar a los mismos
políticos que nos negaron una salida digna a la guerra? ¿Qué, antes de
salir, tenemos que aprobar ante un jurado calificador para ver si lo que
se ha construido acá en 12 años de guerra tiene méritos suficientes?
En la Sexta Declaración les contamos que han entrado nuevas generaciones a
la lucha. Y No sólo son nuevas, también tiene otras experiencias, otras
historias. No lo dijimos en la Sexta, pero lo digo ahora: son mejores que
nosotros, los que empezamos el EZLN e iniciamos el alzamiento. Miran más
lejos, tienen el paso más firme, son más abiertos, están mejor preparados,
son más inteligentes, más decididos, más conscientes.
Lo que plantea la Sexta no es un producto "importado", elaborado por un
grupo de sabios en un laboratorio ascéptíco, y luego implantado en un
grupo social. La Sexta viene de lo que somos ahora y de donde estamos. Por
eso aparecen esas partes primero, porque no se puede comprender lo que nos
proponemos, si no se entiende antes lo que ha sido nuestra experiencia y
organización, es decir, nuestra historia. Y cuando digo "nuestra historia"
no estoy hablando sólo de la del EZLN, también incorporo la de todos esos
hombres y mujeres de México, de Latinoamérica y del Mundo que han estado
con nosotros... aunque no los hayamos visto y estén en sus mundos, sus
luchas, sus experiencias, sus historias.
La lucha zapatista es una champita, una casita más, tal vez la más humilde
y sencilla entre las que se levantan, con idénticos o mayores penurias y
esfuerzos, en esta calle que se llama "México", Quienes habitamos en esa
casita, nos identificamos en la banda que puebla todo el barrio bajo que
se llama "Latinoamérica", y aspiramos a algo aportar en hacer habitable la
gran ciudad que se llama "Mundo". Si esto está mal, adjudíquenlo a todos
esos hombres y mujeres que, luchando en sus casas, barrios, ciudades, es
decir, en sus mundos, tomaron un lugar entre nosotros. No arriba, no
abajo, sino con nosotros.
Un Pingüino en la Selva Lacandona.
Bueno, lo prometido es deuda. Al inicio de este escrito les dije que les
iba a contar del pingüino que hay aquí, en las montañas del Sureste
Mexicano, así que ahí les va.
Sucedió en uno de los cuarteles insurgentes, hace poco más de un mes, en
las vísperas de la Alerta Roja. Me encontraba yo de paso, rumbo a la
posición que sería el cuartel general de la Comandancia General del EZLN.
Ahí debía recoger a los insurgentes e insurgentas que formarían mi unidad
durante la Alerta Roja. El mando del cuartel, un Teniente Coronel
Insurgente, terminaba de levantar el campamento y tomaba las disposiciones
para mover la impedimenta. Con el fin de no recargarse mucho en el
suministro que mandan las bases de apoyo para el sostenimiento de las
tropas insurgentes, los combatientes de esta unidad habían desarrollado
algunos medios de subsistencia propios: una hortaliza y una granja. Se
decidió que de las hortalizas se cargaba lo que se pudiera y lo demás
quedaba a la buena de dios. En cuanto a los pollos, gallinas y gallos,
pues la alternativa era comerlos o dejarlos. "Mejor los comemos nosotros y
no los federales", decidieron, no sin razón, los hombres y mujeres
(jóvenes menores de 20 años la mayoría), que mantenían esa posición. Uno a
uno,
los animales fueron a parar a la olla y, de ahí, a los platos hondos de
los combatientes. Tampoco eran muchos animales, así que en unos cuantos
días, la población avícola se había reducido a dos o tres ejemplares.
Cuando sólo quedaba uno, precisamente el día de la partida, pasó lo que
pasó...
El último pollo empezó a caminar erguido, tal vez pretendiendo confundirse
con nosotros y pasar desapercibido con esa postura. No sé mucho de
zoología, pero parece que la constitución anatómica de los pollos no está
hecha para caminar erguidos, así que, con el bamboleo que le producía el
esfuerzo de mantenerse derecho, el pollo caminaba tambaleándose y sin
atinar un rumbo preciso. Fue entonces que alguien dijo "parece pingüino".
El hecho provocó risas y éstas derivaron en simpatía. El pollo parecía, es
cierto, un pingüino, sólo le faltaba la pechera blanca. El caso es que las
bromas terminaron por impedir que el "pingüino" tuviera el mismo destino
que sus compañeros de granja.
Llegó la hora de la salida y, revisando que no quedara nada, se dieron
cuenta de que el "pingüino" estaba todavía ahí, tambaleándose de un lado a
otro, pero sin volver a su posición natural. "Llevémoslo", dije, y todos
me quedaron viendo para ver si bromeaba o era en serio. Fue la insurgenta
Toñita la que se ofreció a llevarlo. Empezaba a llover y lo puso en su
regazo, debajo de la pesada capa de plástico con la que la Toñita protegía
su arma y su mochila del agua. Lloviendo iniciamos la marcha.
Llegó el pingüino hasta el Cuartel General del EZLN y rápidamente se
adaptó a la rutina de alerta roja insurgente. A menudo se unía (siempre
sin perder la descompostura de pingüino), a los insurgentes e insurgentas
en la hora de la célula, o sea del estudio político. El tema de estos días
es sobre las 13 demandas zapatistas y los compañeros lo resumen bajo el
título de "Por qué luchamos". Bueno, pues no me lo van a creer, pero
cuando me he
acercado a la reunión de la célula, pretextando la búsqueda de café
caliente, he visto que el "pingüino" es el que pone más atención. Y no
sólo, de tanto en tanto, picotea a alguno que se queda dormido en mitad de
la plática política, como reconviniéndolo para que preste atención.
No hay otro animal en el cuartel... digo, además de las culebras, las
tarántulas "chibó", dos ratones de campo, los grillos, las hormigas, un
número indeterminado (pero muy grande) de zancudos, y una cojolita que
llega a cantar, probablemente porque se siente convocada por la música de
cumbias, rancheras, corridos, de amores y de despecho que sale del pequeño
radio que se usa para oír el noticiero matutino de Pascal Beltrán en
Antena
Radio, y luego la "Plaza Pública" de Miguel Ángel Granados Chapa en Radio
UNAM.
Bueno, les decía que no hay otro animal, así que parece normal que
"pingüino" piense que nosotros somos sus congéneres y tienda a comportarse
como uno más de nosotros. No habíamos advertido hasta qué grado había
llegado, hasta que una tarde se negó a comer en el rincón que tiene
destinado y se acercó a la mesa hecha de palos. Pingüino hizo un
escándalo, más de pollo que de pingüino, hasta que comprendimos que quería
comer con
nosotros. Deben saber que la nueva identidad de Pingüino le impide al ex
pollo el volar el mínimo necesario para subir a la banca, así que es la
insurgenta Erika quien lo sube y le da de comer de su plato.
El capitán insurgente al mando me ha dicho que al pollo, quiero decir a
Pingüino, no le gusta quedarse solo en la noche, tal vez porque teme que
los tlacuaches lo puedan confundir con un pollo, y protesta hasta que
alguien lo lleva a su techo. No tardará mucho tiempo en que la Erika y la
Toñita le hagan con tela una pechera blanca (querían pintarlo con cal o
con pintura de casa, pero logré disuadirlas... creo), para que no haya dudas
de que es un pingüino y nadie lo confunda con un pollo.
Ustedes pueden pensar que estoy, o estamos, delirando, pero lo que les
cuento es cierto. Mientras tanto. Pingüino se ha convertido en parte de la
Comandancia General del ezetaelene y, tal vez, podrán verlo con sus
propios ojos quienes vengan a las reuniones preparatorias para la "Otra
Campaña". También es de suponer que Pingüino sea la mascota del equipo de
fútbol del EZLN cuando se enfrente, próximamente, al internazionale de
Milano. Tal vez entonces alguien saque una foto para el recuerdo. Tal vez,
pasado algo de tiempo y mirando la imagen, una niña o un niño preguntaran:
"Mamá, ¿y quienes son los que están al lado de Pingüino?" (suspiro).
¿Saben qué? Se me ocurre ahora que nosotros somos como Pingüino,
esforzándonos por erguirnos y hacernos un lugar en México, en América
Latina, en el Mundo. Como de por sí no está en nuestra anatomía el viaje
que emprenderemos, seguramente andaremos tambaleándonos, vacilantes y
torpes, provocando risas y bromas. Aunque tal vez, también como Pingüino,
provoquemos alguna simpatía y alguien, generoso, nos arrope y nos ayude,
caminando con nosotros, a hacer lo que todo hombre, mujer o pingüino deben
hacer, es decir, tratar siempre de ser mejores de la única forma posible,
o sea luchando.
Vale. Salud y un abrazo de Pingüino (¿?).
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, Julio del 2005.
Mensajes
30 de julio de 2005, 00:36
le felicito.me sorprende cada ves que me entero de algo suyo.espero conocerle personalmente.desde mallorca un.uruguayo alberto .brussain.a sus ordenes