Portada del sitio > Venezuela: Con relación a Colombia: seamos dialécticos

Venezuela: Con relación a Colombia: seamos dialécticos

Publie le Martes 10 de agosto de 2010 par Open-Publishing

Los revolucionarios y revolucionarias estamos obligados a ser dialécticos. Es decir, analizar en todo momento las contradicciones que rigen el desarrollo de los acontecimientos históricos.

Es peligroso para la aplicación de una política revolucionaria el discurso que minimiza las contradicciones entre los factores de las clases dominantes colombianas, por ejemplo la contradicción representada por Santos versus Uribe. Se es poco científico cuando se desdeña esta contradicción considerando a estos factores simplonamente como “caimanes del mismo pozo” y como un bloque monolítico, férreamente articulado. En todo caso, incurriríamos en una fantasía o ilusión si caracterizamos dicha contradicción como antagónica, que no la es. No creemos que alguien dentro del proceso bolivariano conceptualice como antagónica la contradicción interna entre los sectores de las clases dominantes colombianas y proponga en consecuencia bajar la guardia ante la amenaza. Pero no observar y trabajar sobre las contradicciones del adversario es simplemente asumir la típica posición “principista” a ultranza que no ve los profundos aspectos sociales, históricos y económicos involucrados. Estas posiciones “principistas” no tienen nada de revolucionarias y en el fondo sólo reflejan prejuicios morales pequeño-burgueses ajenos a los intereses de la clase trabajadora.

Entre los sectores dominantes colombianos se aprecian contradicciones importantes producto de una sociedad que está alcanzando la entropía típica de una decadencia política y moral, de una crisis orgánica donde el dominio de clase se ejerce primeramente por la violencia. No debemos dejarnos engañar por las cifras electorales que arrojaron un supuesto apoyo popular categórico a Santos en las pasadas elecciones presidenciales. La nación colombiana en una olla de presión que amenaza estallar por cualquier lado (recordemos que Carlos Andrés Pérez ganó aquí contundentemente en diciembre y en febrero tenía al pueblo en contra y en la calle). Dependerá también de la política que desarrollemos de nuestra parte para que al final sea el pueblo colombiano –y por ende el pueblo de Nuestra América- el que avance significativamente y al final resulte triunfante en este complejo escenario.

Dentro de las clases dominantes colombianas existe una contradicción –entre tantas- que ha venido dando origen a ciertas coyunturas muy sensibles: la contradicción del Estado tradicional legalista colombiano y la llamada narco-para-política. Esta contradicción tiene una base económica –y moral- que tiene que ver con el rol que ha tomado en la misma, la producción y tráfico de drogas –fundamentalmente cocaína- que ocupa espacios dentro del poder oligarca. De esta contradicción en desarrollo se explican las actuaciones de algunos estamentos judiciales burgueses colombianos que han llevado a tribunales a los personeros de la narco y parapolítica. Políticos como el ex presidente Samper representan parte de esta contradicción.

Otro aspecto importante que influye en las contradicciones internas que pugnan dentro de la oligarquía colombiana, tiene que ver con el mercado venezolano del cual depende un grueso sector de la misma (agravada por la crisis de la economía estadounidense y europea). La oligarquía colombiana o intenta capturar dicho mercado y todos nuestros recursos por la fuerza (en alianza con el imperialismo) o recurren a la estrategia diplomática. Entre ambos extremos se presentan diversos escenarios combinados, pero todas las opciones extraña numerosos peligros para todos (ellos y nosotros). La primera opción (la de la fuerza) pasa por sopesar si se tiene el poder para llevarla a cabo, cuestión que no luce nada fácil.

La Venezuela bolivariana está políticamente mejor posicionada en el mundo que el Irak de Hussein, que la segregada Corea del Norte, e incluso que la misma Irán. Cierto que no tenemos el poderío militar de ninguno de los mencionados, pero nuestra articulación geopolítica con el mundo es muy superior, además que contamos con una dirigencia que asume el método marxista para la interpretación de la historia, lo que nos da una ventaja enorme (sin menoscabo que en lo militar también tenemos respuestas). La agresión injustificada contra Venezuela sería una agresión a los pueblos de Nuestra América y de otros aliados estratégicos.

Cualquier estrategia política revolucionaria debe tomar en cuenta la agudización de las contradicciones entre el imperialismo y los sectores burgueses colombianos menos vinculados con el imperialismo o sus sectores más agresivos, o que estén en contradicción con la narco-para-política. ¿Cómo? A través de una política pragmática basada en el respeto mutuo en las relaciones políticas y económicas, política que se ha venido sosteniendo desde nuestra Cancillería. La suerte de la oligarquía colombiana –y de toda la sociedad colombiana- está estrechamente ligada a lo que pase en Venezuela y viceversa. Repetimos, o van al conflicto armado abierto y al calentamiento de la región, sirviendo de peones del imperialismo; o recurren a la “adaptación inteligente” que significa convivir con un vecino ideológicamente incómodo con la esperanza última de la reversión del proceso revolucionario venezolano o su “moderación” o, en todo caso, a la espera de escenarios más favorables.

Es evidente que Uribe representa la narco-para-política. ¿Qué representa exactamente Santos? Sus actuaciones anteriores al lado de Uribe, han servido de base para extrapolar una conducta política, cuestión que en muchas ocasiones en la historia no ha sido exactamente así de automáticas, dado que la acción política de los individuos son casi siempre la expresión del estado de cosas de la sociedad en un momento histórico dado, dependiendo del grado de desarrollo de las contradicciones que la rigen, las correlaciones de fuerzas, etc.

Mentes obtusas desde el imperialismo y sus burguesías lacayas (o también, y en menor grado, desde la izquierda infantilizada) podrían llevarnos irremediablemente a una guerra. Este escenario no es deseable aunque el evitarlo implica prepararse para ello (disuasión). No se trata de pacifismo a ultranza, ni del abandono de nuestros justos reclamos que básicamente tienen que ver con el papel del régimen colombiano como extensión de la política intervencionista yanqui en la región. Pero tampoco podemos nosotros favorecer un escenario de guerra a causa de una incapacidad para interpretar correctamente las contradicciones en el seno del adversario y de actuar sobre ellas. No es cuestión de miedo, ni de voluntarismo, es una cuestión POLÍTICA. Es cuestión de interpretar responsablemente los intereses históricos de los pueblos nuestroamericanos. La guerra es el escenario que le interesa al imperialismo. Seamos dialécticos pues.

PATRIA SOCIALISTA O MUERTE, VENCEREMOS

luis2000aponte@gmail.com