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Kheda, chechena, aprende francés con Ginette en los locales del Secours populaire français
“¡La gramática es difícil, pero la lengua es tan bonita !”, exclama Diba, nacida en Kabul hace 42 años. Esta lengua, es el francés que ella aprende como decenas de otras personas, gracias al Secours populaire y a una treintena de formadores voluntarios. Ella ya había seguido la formación lingüística del contrato de acogida y de integración, establecido en 2007. Esta formación es obligatoria para todos los inmigrantes que llegan por primera vez y son mayores de 18 años. “Pero son grupos donde todos los alumnos no tienen el mismo nivel. “¡Es mucho mejor aquí porque las lecciones son individuales !”, prosigue Diba. Sumarthy, india, responde también : “Con Jean Claude, el responsable del dispositivo, y su esposa Annie, (también voluntaria de la federación de Deux Sèvres), yo me encuentro en familia. Para mí, ¡es un milagro !”.
Kheda, tiene 26 años y pasó una temporada en Polonia. La joven vino a Francia con sus dos hijos, hace cuatro años. Su situación no es todavía estable porque espera un permiso de residencia de larga duración. No tiene ningún deseo de volver a su país, Chechenia. Ella se siente ahora con confianza para comunicarse en la vida diaria. “Los formadores del SPF me ayudan mucho”, dice mirando a Ginette con quien sigue los cursos. Nunca ha encontrado una ayuda equivalente en otro lugar.
Sumathy llegó a Francia en 2001, un año después de su marido. Tiene actualmente la nacionalidad francesa, pero quiere que sus hijos conserven su cultura india. “Yo recuerdo mucho del día en el que Sumarthy llegó a nosotros : su corazón latía tan fuerte que lo oía”, cuenta Jean Claude. Las tres “alumnas” son unánimes : en Francia, la situación de las mujeres es mucho mejor que de donde vienen. “En mi país, la mujer no tiene ninguna libertad”, afirma Diba, que piensa en las mujeres afganas, deseándoles que conquisten su independencia. “aquí, mi marido me trata de igual a igual”, añade Sumarthy, quien sugiere que no era igual en la India. Su primer contacto con los franceses sin embargo no le dejó un recuerdo imperecedero : en el consulado, el empleado le ordenó que no pusiese los codos sobre la mesa. Todo esto le parece ya muy lejano. Hoy, como Diba y Kheda, aspira a vivir en su país de acogida. La ciudad de Niort ha conservado el aire de la Francia agradable : “Aquí, se vive tranquilamente”, afirman las tres a la vez.
Traducción de J.A.