Portada del sitio > Entre las chabolas de Saint Denis
Los campamentos de los gitanos roma presentan condiciones de vida inaceptables. Pero sus construcciones, a base de chatarra, son para sus habitantes un refugio indispensable.
Lucía me invita con placer a visitar el interior de su casa. Todo aquí está muy limpio. Los zapatos se quedan a la entrada de la habitación. Una moqueta roja cubre el suelo y los muros están cubiertos de un tejido abigarrado sobre la cama mullida. Este domingo de vacaciones la callejuela está bañada de un aroma de fuego de chimenea, y ahí juegan los niños delante de un ventanal acristalado. Un poco más allá, la vecina barre delante de su puerta. Sin embargo no hay acera. Bajo su escoba no hay más que barro oscuro y cartones mojados. Lucía y su familia viven, con una treintena de romas, en uno de los muchos barrios de chabolas que han aparecido a la sombra de las oficinas de la Plaine, en Saint-Denis (93).
El Sena a guisa de lavadero
En esta favela a la orilla del Sena, viejas puertas se transforman en nuevas paredes. Ventanas verticales se convierten en horizontales en las paredes edificadas a golpe de paleta. Lonas de plástico hacen de tejas de mala calidad. El tejado también hace las veces de armario. El sistema de calefacción de madera está dentro de un pequeño bidón de aceite. Todas las familias dan dos euros por día para alimentar el grupo electrógeno. Los cables conectan las cabañas a la altura de la cabeza para llevar electricidad tres horas al día. Si hay suerte, los basureros pasan por delante de los campamentos y recogen los desechos. Y a guisa de lavadero, el Sena. Y para el agua, "está Alcampo, el supermercado, o las asociaciones, que nos la traen de vez en cuando", explica Lucia. "A mí si que me gusta mi casa", lanza, con una gran sonrisa despreocupada, Ronaldo, su nieto de diez años. Él, que nunca ha vivido en una casa de ladrillo, se inquieta más sobre el estado de sus zapatos. Ronaldo ha heredado, además de un nombre de futbolista como sus hermanos Rivaldo y Raúl, un par de crampones. Pero sus zapatos, demasiado pequeños, se siguen abriendo y se doblan a la altura del talón.
"Los Roma que llegan hoy en día son cada vez más pobres", constata la pediatra Michèle Mézard, de Médicos del Mundo, delante de la veintena de cabañas de chatarra perfectamente alineadas. "Antes, podían comprar el armazón de una caravana, que costaba alrededor de 1.000 francos, unos 152 euros. Hoy en día ya no es posible. "Ante este desenlace, la asociación montó tiendas de campaña utilizadas en las misiones humanitarias en África, "pero ellos construyeron sus cabañas rápidamente para mantener la unidad familiar y la vida íntima" "La chabola es mucho mejor de lo que hubiéramos tenido en Rumanía", remarca Lucia, que salió de allí en 1993. En aquel país, "está la casa de mi padre, pero está hecha de barro y es demasiado pequeña", continua ella, que tiene quince nietos. Y además, una casa, cuesta "20.000 euros." Imposible de conseguir, cuando el trabajo en los campos de este país te va a reportar a penas unos cuantos euros al día. "En Rumanía, no hay trabajo para nosotros." Gheorghe, el padre, gana más dinero lavando parabrisas en los semáforos o pidiendo dinero. "Hay mucha menos discriminación en Francia que en Rumanía", precisa la voluntaria.
"y si nos vamos, ¿adónde vamos a ir ?”
Para Gheorghe vivir en este cercado, situado entre la A86 y el Sena, es más tranquilizador. "Está cerrado, y los niños no pueden ir vagabundeando por ahí. "Diego, su hijo de siete años, murió en el incendio del mayo pasado en el hangar en el que vivían en Bobigny delante de sus hermanos y hermanas. Tras este drama, Gheorghe y los suyos pensaban haber encontrado la tranquilidad instalándose en este terreno perteneciente al Estado, situado en medio de una encrucijada de puentes y carreteras. Y tanto más ya que los niños, que hablan mejor español que francés, tras los años pasados en España, habían sido escolarizados en Saint-Denis al comienzo del curso. Desgraciadamente, el seis de enero próximo el juzgado de primera instancia se pronunciará sobre la expulsión demandada por la prefectura. Gheorghe y su familia no piensan mucho sobre el futuro que les espera en caso de ser expulsados. "Si pudiéramos irnos a otra parte, nos iríamos. Pero, si nos vamos, ¿adónde vamos a ir ?" "Los barrios de chabolas no son la solución, pero las expulsiones, eso no sirve de nada", resume Michèle Mézard. En caso de expulsión, de todos modos se arriesgan a perder lo que constituye, a pesar de todo, su hogar.
¿Quienes son los roma ?
La minoría étnica más grande de Europa, hay entre siete y nueve millones de roma en la UE, originarios de Rumanía y Bulgaria. Los roma llegan a Francia en 1989 para huir de las dificultades económicas y la discriminación. Después su número se ha estabilizado en una cifra de alrededor de 10.000, de los cuales el 40% son niños. No deben confundirse con los pueblos itinerantes (gens de voyage) que se benefician de un cierto estatus administrativo de ciudadanos franceses nómadas. Obligados a la vida itinerante, los roma a menudo no aspiran más que a la sedentariedad.
Traducción de Lidia Morejudo