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Europa : los liberales quieren plenos poderes
Publie le Jueves 27 de mayo de 2010 par Open-PublishingAsí se expresaba Friedrich von Hayek, uno de los más famosos teóricos del capitalismo contemporáneo, delante del General Pinochet en 1981. Con un cinismo sin complejos, comunicaba al mundo que el militar felón, que había derrocado al presidente Salvador Allende ocho años antes, era uno de los suyos. Este partidario del Estado mínimo, cuyas ideas han marcado los programas políticos de muchos gobiernos en el curso de los últimos cuarenta años, preconizaba las desregulaciones, las privatizaciones, las reducciones de gasto en la Seguridad Social… y, en el mismo viaje, la limitación de la democracia.
Treinta años después, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, que conoce bien a los clásicos, pretende aplicar en Europa las enseñanzas de sus maestros : la democracia sólo es útil si los ciudadanos eligen las soluciones acordes a los deseos de los dirigentes. Así, la Unión Europea debe vivir bajo un régimen de democracia limitada en el cual los gobiernos nacionales estarían obligados a someter sus presupuestos al examen minucioso de los comisarios europeos, antes de ser presentados en los parlamentos. La soberanía popular sería pisoteada, la autoridad de los Estados reducida prácticamente a cero. Los únicos jefes de la nave europea serían los comisarios de Bruselas y el juez supremo residiría en el Banco Central Europeo, vigilando que nada “incomode a los mercados financieros”, como dicen en la radio…
Fuera caretas. Qué no nos decían los turiferarios de la Europa liberal sobre el espacio de libertad y de democracia, ¡con derecho de petición por supuesto ! Nosotros aparecíamos como los aguafiestas cuando advertíamos contra los desastres del dogma de la libre competencia no falseada, sobre la circulación sin trabas de los capitales, y sobre la contradicción absolutamente antagónica entre las proclamas democráticas del Tratado de Lisboa y la independencia de la política monetaria en manos de un Banco Central Europeo al que el poder político no puede expresar la mínima exigencia.
El acuerdo impuesto a Grecia por el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, especifica todas las disposiciones a las que debe responder, con un calendario concreto, el país en el que nació la democracia ; este texto ha sido envuelto en un incómodo silencio en la esfera mediática. Los comentaristas que se dedican a los asuntos europeos permanecen mudos. Este texto, sin duda, cometía el error de evidenciar la cruda realidad de la puesta bajo tutela de los pueblos y de los Estados. Por supuesto, a partir de la unión de veintisiete países en una estructura supranacional, las reglas deben ser establecidas para impedir los bloqueos injustificados. Es necesario buscar el equilibrio entre la necesidad de políticas comunes y el derecho de cada Estado a que no se le impongan decisiones contrarias a los intereses de su pueblo.
Los dirigentes europeos, y especialmente Nicolás Sarkozy, no se desvían un milímetro de estos principios. El presidente francés toma incluso la delantera para dificultar el derecho de los pueblos a votar sus presupuestos con total soberanía, y Christine Lagarde (ministra de economía NDT), queriendo tranquilar, precisa que no se trata de examinar todo con detalle, sino de que haya “una directriz sobre las líneas fundamentales”… En otras palabras, de comprobar si las prioridades otorgadas a los mercados financieros y las remuneraciones desorbitadas de los accionistas son respetadas.
Los causantes de la crisis quieren ahora plenos poderes para continuar la misma política. Es mucho más de lo que los pueblos europeos pueden soportar.
Traducción de J.A.