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La Concepción de Clase, El Dinero, La Religión y la Tecnotrónica

Publie le Viernes 19 de febrero de 2010 par Open-Publishing

LA CONCEPCIÓN DE CLASE, EL DINERO, LA RELIGIÓN Y LA TECNOTRÓNICA…
La perspectiva Marxista de abolir la explotación del género humano por el género humano, pasa obviamente por la adquisición de la concepción de clase. Es decir, saber ubicarse consciente y con conocimiento a cuál de las dos clases opuestas entre sí (antagónicas) surgidas de la división de la humanidad en clases, estableciendo en nuestro subconsciente a la clase que se pertenece. Sin perder el espiral dialéctico e histórico de las formaciones socioeconómicas que nos antecedieron (Comunismo Primitivo, Esclavismo, Feudalismo), como lo reafirma Federico Engels: “toda la historia de la sociedad -una vez disuelto el primitivo régimen de comunidad del suelo- es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime - la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases; esta idea cardinal fue fruto personal y exclusivo de Marx“.
Manifiesto del Partido Comunista Karl Marx y Federico Engels
Cuyas experiencias positivas y negativas de esas formaciones las concentra esta sociedad capitalista, castrando a la inmensa mayoría o a la clase social productiva (Clase Obrera o Proletariado) manual e intelectual a las inclemencias del esclavismo moderno, cuyo látigo es el fetichismo al tótem dinero.
Si evaluamos los sucesos y vicisitudes de la lucha contra el capital, y más aún las derrotas que las victorias, no podemos menos preciar lo que se revela a la vista del proletariado militante, con toda su desnudez, la insuficiencia de los remedios milagreros que se vienen empleando para infundir en las cabezas sin una mayor claridad de visión para penetrar en las verdaderas condiciones que debe presidir la soberanía de la clase obrera.
Carlos Marx y Federico Engels, no se andaban por las ramas sobre la concepción ideopolitica y concepción de clase, dejando plasmado sus consideraciones sobre la psiquis de las capas sociales de la sociedad de su época, cito: “Y, sin embargo, cuando este Manifiesto vio la luz, no pudimos bautizarlo de Manifiesto socialista. En 1847, el concepto de “socialista” abarcaba dos categorías de personas. Unas eran las que abrazaban diversos sistemas utópicos, y entre ellas se destacaban los owenistas en Inglaterra, y en Francia los fourieristas, que poco a poco habían ido quedando reducidos a dos sectas agonizantes. En la otra formaban los charlatanes sociales de toda laya, los que aspiraban a remediar las injusticias de la sociedad con sus potingues mágicos y con toda serie de remiendos, sin tocar en lo más mínimo, claro está, al capital ni a la ganancia. Gentes unas y otras ajenas al movimiento obrero, que iban a buscar apoyo para sus teorías a las clases “cultas”. El sector obrero que, convencido de la insuficiencia y superficialidad de las meras conmociones políticas, reclamaba una radical transformación de la sociedad, se apellidaba comunista.
Como observamos la visión Marxista se enfoca siempre sobre la orientación de la clase obrera a su emancipación del modelo de explotación y opresión capitalista y, es aquí, donde el aporte de la clase oprimida y explotada hoy, debe ser el proponerse la eliminación del dinero, como parte de su programa político; ya que este invento del ser humano es el instrumento de la continuidad de la explotación y opresión de las mayorías y el causante de todos los males que afectan a la humanidad.
En la actual coyuntura política, económica y social, sin negar los avances de la participación y protagonismo de las mayorías de la población en ciertos puntos en la toma de decisiones en la búsquedas de paliativos a las ingentes necesidades, surgen como espectros las contradicciones de clase y con éstas el hilo conductual a no tocar el capital ni a las ganancias. Por esto, a la postre, los frutos de esta revolución pueden sufrir el triste ejemplo de las revoluciones de los siglos XVI-XVII-XVIII y XIX que cayeron en el regazo de la clase capitalista. Por lo tanto, hay que percatarnos que la concepción burocrática y burguesa del Estado no se consolide en ese instrumento del poder político de la clase dominante como lo previo Marx.” Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa.
Como se reafirma en el Manifiesto Comunista la burguesía con su revolución.- “Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas. Echó por encima del santo temor de Dios, de la devoción mística y piadosa, del ardor caballeresco y la tímida melancolía del buen burgués, el jarro de agua helada de sus cálculos egoístas. Enterró la dignidad personal bajo el dinero y redujo todas aquellas innumerables libertades escrituradas y bien adquiridas a una única libertad: la libertad ilimitada de comerciar. Sustituyó, para decirlo de una vez, un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones políticas y religiosas, por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación.
La burguesía despojó de su halo de santidad a todo lo que antes se tenía por venerable y digno de piadoso acontecimiento. Convirtió en sus servidores asalariados al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia.
La burguesía desgarró los velos emotivos y sentimentales que envolvían la familia y puso al desnudo la realidad económica de las relaciones familiares.
Ahora bien, mostrar estas ilusiones políticas y religiosas con el absurdo de la creencia ingenua de que la burguesía criolla e internacional se redimirá a favor de los oprimidos y explotados, cediendo su espacio sin hacer la mínima resistencia y sin conspirar contra la construcción del nuevo modelo de producción y relaciones de producción, es un craso error ideo político y, más aun cuando se plantea el control de la propiedad privada de los medios y objetos de producción. Si queremos buscar en su filosofía de la acumulación de capital bajo su concepción del dinero, fruto de la plusvalía extraída a los trabajadores y trabajadoras manuales e intelectuales; encontramos a la religión como una de sus fuerzas aliadas con el propósito de adormecer la voluntad revolucionaria del proletariado, es desde luego, su más bien idea de la religión como instrumento de alienación, que permita la enajenación del trabajo bajo el dictamen del régimen del capital. Y, en esto Marx vuelve a salirle al paso: “¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de auto sacrificio, de ascetismo (religiosidad). En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. (...) Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo.”

Vallamos concretando, tampoco podemos tapar el sol con un dedo, La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, viene suplantando su mecanismo de adormecimiento religioso por el novedoso dios virtual (Tecnotrónica) aprovechando la inmensa gama de los elementos electromagnéticos difuminados por todo el bloque terráqueo, cuyo objetivo central es la acumulación de toda la información en la mínima población de cualquier nación, es curioso saber como el departamento de Estado del Gobierno Norteamericano tiene con lujos y detalles el comportamiento, la forma de producción, rubros, cultura, gustos y colores de equis población por más distante que este de su centro de dominación imperial. Pues bien, como el conocimiento universal no es propiedad del imperio aunque el pretenda secuestrarlo a punta de guerras expansivas, posesivas y exterministas, por una parte, e incisiva por la manipulación del dinero, por la otra. Sin negar que el proletariado sea que tiene la patente originaria, creativa y productiva de todo ese arsenal tecno-científico universal, que desde ahora debe poner en función para sí. En ese orden ideopolítico la Clase Obrera, debe proyectar la liquidación del capitalismo liquidando el capital (dinero) como instrumento de medición de acumulación de riqueza y fundamento de propiedad privada sobre la transacción de la distribución de obras, bienes y servicios, mutilando a ciencia cierta el mejoramiento constante de la calidad de vida del proletariado como único productor disciplinado en este sistema de explotación capitalista.
Por lo tanto, la propuesta de eliminar el dinero, es pasar a un nuevo modelo de intercambio de productos ineludibles que satisfagan las principales necesidades del ser humano, fruto del trabajo consciente y voluntario de ese hombre y mujer nuevos, cuyo trabajo se mida de acuerdo a la premisa socialista “a cada quien según su capacidad, a cada quien según su trabajo”, aprovechando cuya transferencia o distribución bajo un sistema tecnotrónica que establezca un medio virtual para esa transacción. Si le estamos haciendo la evaluación de lo que viene implementando la ALBA con la nueva transacción virtual sobre el intercambio comercial con nuestras hermanas naciones bolivarianas, ¿Por qué no valorar esta experiencia de intercambio? ¿Por qué el proletariado no se eleva a rango de ley y se impone efectuar de una vez por toda la liquidación del hilo umbilical que lo ata a la sociedad capitalista?
Recordemos una vez más a nuestro camarada Carlos Marx: “Pues bien: ante nuestros ojos se desarrolla hoy un espectáculo semejante. Las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el régimen burgués de la propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de producción y de transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espíritus subterráneos que conjuró. Desde hace varias décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas. Predominio político de la burguesía. Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmada (estéril), sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo
Las armas con que la burguesía derribó al feudalismo se vuelven ahora contra ella”.
En síntesis esas armas que la burguesía apátrida, reaccionaria y destructora ha desarrollado con la venia ingenua del proletariado deben ser asumidas por los trabajadores y trabajadoras manuales e intelectuales, en aras de continuar consolidando el Poder Popular, hay que llevar esa experiencia de transición virtual a todos los Consejos de la Soberanía Popular. Es decir, a todos los Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras, los Consejos Socialistas del Poder Comunal, etc. De acuerdo a esta perspectiva Marxista-Leninista hacia el Socialismo Científico estaremos instaurando los nuevos pilares de la Economía Política de esta nueva época. De lo contrario estaremos reproduciendo cosmetologicamente el capitalismo… debemos no subestimarnos ni pretender ser ingenuos…cuidado con la reconciliación con el capital.

Freddy Subdiaga
Siempre Comunista
16 / Feb. / 2010
“Por el Socialismo Científico, Unidad Popular Revolucionaria, Ya”