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Mi País es por Ti—¡Corporatocracia! Por Ti Canto Yo
Publie le Viernes 29 de enero de 2010 par Open-PublishingLo sé, lo sé. He visto en la blogosfera comentarios que chirriaban sobre la Muerte de la Democracia ahora que la Corte Suprema ha reducido las restricciones de las donaciones corporativas para las campañas políticas. Llorones. ¿Se han detenido aunque sea por un momento para pensar cómo podría beneficiar esto a la humanidad? Por supuesto, claro, todos nosotros conocemos las desventajas, pero, ¿nos mataría ser optimistas para variar?
Quiero decir, seamos realistas: las corporaciones han controlado la agenda desde que el Pacto del Mayflower embaucara a aquellos fracasados no puritanos diciéndoles que no importaba en donde se establecieran, siempre y cuando, produjeran dinero. Vamos, señores—es como si la promiscuidad corporativa haya sido un sello de nuestra ‘democracia’ desde el principio. La victoria más reciente para la personería jurídica se extiende un poquito más allá de Wall Street Las Corporaciones también son personas, ¡maldita sea!
¿Necesitamos realmente estas formas arcaicas de gobierno? Cuando los negocios y la información recorren el mundo a la velocidad de la luz, ¿podemos realmente esperar dos, cuatro o hasta seis años para una ‘elección’? Sean realistas. Las corporaciones saben cómo gastar dinero con prudencia y si nos entregamos completamente a su control benévolo, ¿no seremos capaces de dormir un poco mejor por la noche? ¡Bien, no muestren esa sonrisita! (Ese gesto es nuestro.)
Es cierto, algunos cambios estarán en orden. Pero, en todo caso, hemos estado consintiendo a esta basura protocolar del siglo dieciocho por demasiado tiempo. ¿Cederán los Caballeros? Cedo la palabra a la Dama de Texas. Vamos. Además, todos estos obstáculos geográficos han costado mucho más al principio, de todos modos. ¿Y qué hay del senador de Viacom? El senador de Monsanto hoy está por encima de los cinco puntos en las operaciones bursátiles… Ya basta de esta basura británica arcaica. Es el momento de actualizar nuestras instituciones: ¡El Caballero de United Health Care! Como por ejemplo, El Caballero de United Health Care solicita consenso para modificar y extender sus comentarios. ¿Y qué pasa con eso de los prejuicios de género?— ¿no estamos más allá de eso? Piensen en el progreso pos feminista inspirado por todo un nuevo período, digamos, ¡Caballeros corp! Como en: ¿Cederán estos Caballeros corp? Yo les cedo la palabra.
Para aquellos que prevén un futuro corporativo, gris y anónimo, les sugiero que se relajen. Yo veo a un mundo más cálido y feliz en donde los políticos podrían hasta convertirse en mascotas caras y exóticas como, por ejemplo, en una pitón, en un avestruz o en un chancho barrigón. “A Julia y a mí nos encantaría hacer eso esta noche, pero debemos pasar por casa para alimentar a nuestro Congresista”. O, parafraseando a la Sra. Slocumb: “¡Si no llego a casa a las seis para alimentar a mi Senador, tendré que acariciarlo toda la noche!” Y piensen en esa experiencia maravillosa de charlas entre pasillos para los estadounidenses comunes. “Oye, ¿supiste que Jim y Martha ganaron una fortuna en el Senado? ¿Saben qué es lo que harán con el dinero?” Esto podría ser particularmente apropiado para los senadores de Blackwater o de Haliburton. O tal vez: “¡Pssst! Tengo algo sobre un Senador seriamente subestimado—pero debemos actuar rápido si queremos ser parte de algo”.
Y no es sólo en el escenario formal del Congreso Corp. que tendrán lugar estos cambios generalizados. ¡Piensen en los avances de la humanidad! Desde que Upton Sinclair arruinó a la industria de la carne con su calumnia mordaz y retorcida, las corporaciones no tuvieron la libertad para decirlo tal cual es. Imaginen—no más cólera ni más botulismo ni e.coli. De hecho, no más enfermedades ni dolores de alguna clase, ahora que las normas y reglamentos pasan a ser cosa del pasado, pasarán a la historia con el simple manotazo de una lapicera jurídica. Lo mismo hizo la Organización Mundial de la Salud con la viruela. Bueno, en fin, virtualmente.
La indigencia desaparecerá junto con el hambre, la pobreza y la guerra El desempleo se esfumará—¿alguien está contando? ¿Quieren una hamburguesa de queso doble? Exageremos—la cardiopatía isquémica y la diabetes así como también la obesidad y el racismo son cosas del pasado cuando esas tontas reglas que requieren se las informe y se las catalogue son un chasco al igual que las vacas locas no lo son (¡EEB o Mal de la Vaca Loca no existe sin pruebas, genio!) ¿La Era del Acuario? ¡Sí, claro! ¡Abramos paso a la Era del Corporatuario!
Por supuesto, el Sueño americano cambiará. Pero sean honestos, ¿no estuvo siempre en un estado de cambio? Desde el sueño del voto femenino hasta la afiliación a un sindicato, desde el sueño de la casa propia hasta el derecho del negro a votar…todas estas ideas pintorescas se han hecho realidad y se han desvanecido con el tiempo. Recuerdo que un caricaturista político de los años 80 satirizó el sueño de un hombre negro de ser candidato a presidente. Un anciano afro americano sostenía a su nieto sobre sus rodillas: “¿Presidente? No, hijo—¡pero puedes llegar a ser el que se perfila como el más favorito!”
¡Qué cinismo! Que dentro de veinte años, una corporación negra sea elegida para integrar la mismísima Casa Blanca, dicho caricaturista insinuó, estaba fuera de alcance. Y eso fue en los malos días de antaño cuando las corporaciones tenían que actuar y conspirar en complicidad para adecuar los favores políticos con miles de millones de dólares de dinero corporativo en efectivo. El flamante Obama llegó y sobrepasó el límite por millones. Y con el tiempo, también lo hará la Corte Suprema de los Estados Unidos que rige hoy en día, armando la escena para ese día no muy lejano, en alguna ciudad o pueblito por el amor de Dios en algún lugar entre Orlando y el crepúsculo…en algunas solitarias, modestas y más humildes de las escuelas de negocios, una abuela latina o afro americana sonreirá, sus ojos llenos de lágrimas al contemplar a su nieta exitosa: “¡Siempre supe que si rezaba con mucha fuerza y trabajaba muy duro…algún día ibas a crecer para [llorisquea] adueñarte de un senador de los Estados Unidos!”
[No se perjudicó a corporación alguna en este artículo]
Traducción de Silvana Mellino
© 2010 Daniel Patrick Welch. Reprint permission granted with credit and link to danielpwelch.com.
Writer, singer, linguist and activist Daniel Patrick Welch lives and writes in Salem, Massachusetts, with his wife, Julia Nambalirwa-Lugudde. Together they run The Greenhouse School and run workshops and seminars on music and history. Translations of articles are available in up to 30 languages. Links to the website are appreciated at danielpwelch.com. New CD available through the website at http://danielpwelch.com/dansshop.htm#CD:Let It Snow