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La ciudad y el mundo

Publie le Domingo 9 de enero de 2005 par Open-Publishing

Escenas detestables de la vida cotidiana

Por Mario Mendoza

1. La lista la encabeza la siguiente situación: uno entra a cine entusiasmado con la película que va a ver, expectante; apagan las luces, pasan los cortos y cuando aparecen las primeras tomas de la película y uno está atento a lo que va a suceder en la pantalla, de pronto se escucha ese sonido inconfundible, el hocico de un animal mascando papas fritas con la jeta abierta de par en par. Por lo general es en la fila de atrás y entonces uno siente el crunch de cada papa deshacerse justo en la nuca. Como si esto no fuera suficiente, la bestia de turno aprieta el paquete, lo retuerce y lo hace crujir en medio de la oscuridad. Y hasta ahí llegó la película.

2. Esta escena tiene una variación igualmente detestable, y es que en la mitad de la película, cuando uno está más concentrado que nunca y feliz de no haberse tropezado con animales tragando papitas fritas, patacones o besitos, de repente, inexplicablemente, suena el teléfono. Uno se dice entonces para tranquilizarse: "bueno, a cualquiera se le olvida apagar el celular". Pues no, resulta que algún fulano de los asientos de al lado tiene el descaro de contestar el aparato en medio de la proyección: "Quihubo, chinito, ¿qué más? Usted sí qué berraco, ¿no?, anda perdido y no llama nunca".

3. Y hay una segunda variación a la escena: apenas apagan las luces empieza alguna pareja a comentar todas las situaciones de la película, como si estuvieran en la sala de su casa: "qué vestido tan bacano el de este man", "¿eso es París, mami?", "¿te acuerdas que a esta vieja la vimos en la otra película?", "huy, se quedó sin casa, pues".

4. Uno coge un taxi de afán, corriendo, y sabe que tiene los minutos contados. Entonces se da cuenta de que está andando a cinco, orillado siempre en el carril de la derecha, y que todos los carros pasan soplados por el costado. Y en medio de la desesperación se dirige uno al conductor pidiéndole (suplicándole) si puede apurarse un poco y el tipo responde con la mayor frescura: "esto no es el batimóvil, hermano, sssss, qué tal...".

5. En la fila del banco, cuando ya va llegando uno a la caja, aparece un sujeto con cara de benjamín de familia que se le acerca y le habla en voz baja y ladeando la cabeza: "¿Será que me hace el favorcito de pagarme estos recibos? Es que tengo a mi madre aquí afuera y está paralítica. Hágale, hermano, hoy por mí mañana por ti".

6. El celador empecinado en que la persona que uno está buscando no está en el apartamento, que salió, que está haciendo mercado, que el carro no está, y aunque uno le insiste y le insiste que sí está, que uno habló con esa persona hace exactamente quince minutos, nada, el tipo ni toca la consola de los citófonos. Hasta que, con la mano en el revólver y la voz amenazante, termina diciéndole a uno: "bueno, viejito, moviendo el trasero si no quiere ver fuegos artificiales gratis".

7. Y para rematar, uno lleva todo el día haciendo trámites, pagando los derechos de no sé qué, poniendo estampillas, aguantando filas interminables en dependencias públicas, y cuando ya está en la última, listo para terminar, sin almuerzo, con los pies adoloridos, se tropieza en la ventanilla con un fulano que le dice con una sonrisa idiota: "no, qué pena, señor, esto está incorrecto, aquí falta la firma del notario".

Repulsiones (8 de enero de 2005)