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La jerarquía católica: una farsa

Publie le Miércoles 6 de abril de 2005 par Open-Publishing

Por Martín Guédez

Nietzsche afirmaba que, “la falta de sentido histórico es el pecado original de todos los filósofos”. No estoy seguro de si el “todos” por él utilizado para el enunciado no responde acaso a su conocida radicalidad, de lo que sí estoy persuadido es de que, la falta de sentido histórico es un grave error para la interpretación de cualquier idea. Esto se evidencia en la entrega acrítica que se observa en la recurrencia placentera al simbolismo logrando que los objetos de lo religioso, lo moral o lo estético corresponda a lo meramente superficial. El hombre termina por creer que su idea de estos símbolos toca el corazón mismo de todo conocimiento. Así, el hombre se forja ilusiones porque estas le causan felicidad, eludiendo de este modo la dolorosa confrontación que supondría la confrontación de los distintos contextos con su propia circunstancia.

No es extraño pués, que hoy, plácidamente, muchas personas se supongan a sí mismas cristianas, renacentistas, republicanas o bolivarianas porque es fácil adherir los símbolos cuando estos se corresponden a otro tiempo y espacio distinto al que protagonizan, especialmente si lucen ganadores y adherirlos proporciona renta. Por ejemplo: ¿en qué lugar estarían hoy la inmensa mayoría de estas personas si, colocados en el contexto histórico, les correspondiese elegir entre las propuestas revolucionarias, peligrosas, comprometidas, antiimperialistas, subversivas, turbulentas y revoltosas de aquél oscuro, loco, excéntrico, herético e insólito personajillo, para colmo pobre, sin currículo aceptable e hijo de un carpintero, que proclamaba la falsedad de la jerarquía eclesiástica, el poder económico y las estructuras de opresión?, ¿acaso secundarían las luchas por la verdad de Galileo, aún en contra de la inquisición, el inmenso poder del estatus y la tranquilidad de la “verdad” aceptada?, ¿por ventura acompañarían a la chusma en sus luchas a muerte contra la elegancia, la finura, la exquisitez, el poder establecido, la “verdad divina” enunciada por la Iglesia y la fuerza de las costumbres representada por la aristocracia francesa en el siglo XVIII?, ¿Acaso acompañarían al “loco” y aventurero caraqueño de comienzos del siglo XIX, enfrentado por la libertad, la justicia, la igualdad y la patria al inmenso poder español, la aplastante fuerza de las costumbres y un omnipresente poder eclesiástico, razones por las cuales fue excomulgado en dos oportunidades -ver diario de Bucaramanga- por la jerarquía católica y le comentaba a Perú de la Croix al mirar una procesión: “Vea Ud., que tristeza, los esclavos marchando sumisamente en pos de sus verdugos”?

La respuesta a estas interrogantes no las hallaremos nunca en las declaraciones, el palabrerío, los actos rituales fuera de contexto y ni siquiera en los más exclusivos espacios reservados al culto conveniente, la respuesta la proporciona el ejercicio del sentido histórico, la circunstancia contextualizada y la comparación crítica. Eso nos dará la respuesta a estas interrogantes: donde están hoy, con quién está hoy, que proclaman hoy y sabremos donde, con quien y qué proclamarían en ese otro tiempo y espacio.

La jerarquía eclesiástica estaría en ese tiempo donde está hoy, ni un metro más allá ni uno más acá: en el Sanedrín condenando a Jesús, por revolucionario y especialmente por pobre y por tierruo sin pedigrí. Exactamente en el mismo lugar en que está hoy, colaborando con los enemigos del pueblo pobre, manoseando la luminosa verdad de Jesús para ponerla al servicio de los más oscuros intereses. ¿Dónde más? Estaría, -con absoluta certeza- manipulando la fe de los creyentes para responsabilizar a Bolívar de las consecuencias del terremoto de 1812, porque no faltó el jerarca que en 1999 intentó culpar a Chávez por los sucesos de Vargas. La jerarquía católica está clarita, no engaña a nadie y menos, al avispado y despierto pueblo venezolano. ¿Por qué sabe bien el pueblo donde habrían estado y con quien en ese entonces? Porque le basta levantar la mirada y ver con quien y contra quien están hoy.

Caracas, 05-04-2005