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El Vaticano y las sectas

Publie le Jueves 28 de abril de 2005 par Open-Publishing

Homero Simpson tras el flautista de Hamelin

Lo admitió la Iglesia a fines del siglo pasado y lo acaba de reconocer el flamante papa Joseph Ratzinger: el catolicismo enfrenta un futuro incierto, amenazado por el aumento de congregaciones pseudo cristianas en todo el mundo. La pobreza y el analfabetismo son el caldo de cultivo de cultos casi delirantes. Para colmo, los millonarios también buscan la “espiritualidad” lejos de Roma. Hay oferta para todos los gustos y presupuestos.

Por Roberto Bardini
Bambú Press

A fines de la década del 60, Los Beatles se plegaron a las enseñanzas del Maharishi Yogui, un gurú hindú especialista en “meditación trascendental”. Hace unos años, los actores John Travolta y Tom Cruise ingresaron a la Cienciología, secta creada por el escritor de ciencia ficción Ronald Hubbard. Ahora es la cantante Madonna convertida a la Cábala, un polémico grupo dirigido por el aún más controvertido rabino Philip Berg.

En estos tiempos, “la figura del pensador de Rodin ha sido trocada por la de Homero Simpson”, escribe el poeta y ensayista colombiano Carlos Fajado Fajardo en Lo light: esa cultura de pasarela, artículo publicado en enero de 1999. El escritor sintetiza una confrontación de nuestra época: “Pensamiento ilustrado versus información banal”.

El desencanto se abre a puertas del siglo XXI y predomina el “imperio de lo efímero”, sostiene Fajado Fajardo. “Se han globalizado instituciones dadoras de mentalidades neoconservadoras: fundamentalismos, terapeutas místicos, psicólogos, lectores de cartas astrales, nuevos chamanes, esoterismos, sectas cristianas, nueva era, literaturas de autoayuda, todas apoyadas por los medios masivos de comunicación, que dan a la gran mayoría soluciones inmediatistas que no curan el vacío pero evitan que se agrave”.

La Iglesia católica, mientras tanto, pierde adeptos. El rebaño se desperdiga tras nuevos pastores - más cercanos al flautista de Hamelin, aquel exterminador de ratas y niños - que a San Pedro o San Pablo.

IN GOD WE TRUST

Las meditaciones, terapias y esoterismos no se prodigan gratuitamente. Entre “El pensador” y Homero Simpson casi siempre se erigen las efigies de Benjamin Franklin y Abraham Lincoln estampadas junto con la divisa In God we trust.

El Maharishi Yogui, un millonario especialista en adoctrinar millonarios, le insinuó a Los Beatles que le cedieran el 25 por ciento de sus ganancias. Esta terrenal propuesta motivó la ruptura del vínculo místico entre el santón y el cuarteto de Liverpool.

La Iglesia de la Cienciología, fundada en 1954 por Ronald Hubbard en Los Ángeles, cuenta con ocho millones de adeptos en el mundo. Muchos de sus dirigentes han sido juzgados por delitos de estafa. En 2001, quince de ellos fueron acusados por un tribunal de España de “un obsesivo afán de lucro” y de haberse convertido “en una auténtica multinacional”, que “no desdeña medio o método alguno, sean lícitos o ilícitos”.

Dianética: La ciencia moderna de la salud mental, el libro más divulgado de Hubbard, afirma que “nos podemos liberar de nuestras psicosis si nos enfrentamos a los incidentes traumáticos que bloquean nuestra mente”.
Liberarse es fácil pero costoso: se requiere un “audímetro” de 5 mil dólares. El curso completo que concluye el “camino de purificación” implica expulsar todos los traumas, que son resultado “de los errores cometidos en vidas anteriores”. Eliminar estos descalabros del pasado puede costar más de 80 mil dólares.

La secta judía Cábala tiene sedes en Los Ángeles y Nueva York. En marzo, Madonna le regaló a una mansión en Londres, valuada en más de seis millones de dólares. Luego del ingreso de la cantante pop, quien adoptó el nombre hebreo de Esther, se sumaron otras estrellas del cine y la música: Winona Ryder, Britney Spears, Mick Jagger, Courtney Love, Demi Moore y Elizabeth Taylor. El futbolista David Beckham y la modelo Naomi Campbell también se dejaron convencer por el mensaje cabalístico.

El nuevo culto garantiza felicidad con sólo 20 segundos diarios de meditación “relámpago”. Se dice que los creyentes, para tener éxito, deben desembolsar el diez por ciento de su patrimonio.

Algunos ex miembros de la secta revelaron que se les exige grandes donaciones de dinero, además de alejarse de parientes o amigos que se muestren escépticos con la prédica cabalística. El rabino Yitzchak Schochet, director de las agrupaciones judías en Londres, declaró que el grupo la Cábala “está ensuciando el nombre del judaísmo con sus enseñanzas basura”.

UN TRAJE USADO Y ROTO

¿Por qué los domingos hay tantas bancas vacías en los templos?, se preguntan muchos católicos. ¿Por qué cada vez son menos las personas menores de 40 años que asisten a misa? Si muchos fueron bautizados y tomaron la comunión, ¿por qué se apartan de las parroquias y deciden ser creyentes a su manera?

Teólogos, filósofos, sociólogos e historiadores también buscan respuestas: ¿por qué las sectas cristianas, los grupos esotéricos y las comunidades de la new age ganan adeptos cada día?

En el pasado lejano, la Iglesia católica enfrentó diversas escisiones: gnósticos, arrianistas y cátaros; más tarde, anabaptistas, calvinistas, luteranos, anglicanos, cuáqueros y menonitas. Después, en los siglos XIX y XX, fueron nuevos cultos: mormones, testigos de Jehová y adventistas. Luego siguieron grupos peligrosos, estilo Moon y los Niños de Dios, con sus técnicas de lavado cerebral. Hoy son las sectas estilo “¡Pare de sufrir!”, como la expansiva Iglesia Universal del Reino de Dios.

Desde la escala social más alta hasta la más baja, hay oferta espiritual para todas las necesidades y aspiraciones. La gama es amplia: cubre un extenso espectro que va desde el vudú y la macumba hasta el orientalismo (budismo zen, yoga, Sai Baba, Osho), pasando por las “enseñanzas” de Alan Kardec y Georges Ivanovitch Gurddieff.

Solicitada violentamente por integristas y progresistas, sacudida entre los Lefebvre de un lado y los Cardonnel de otro, la Iglesia católica se encuentra impotente ante los «fermentos cismáticos» que la desgarran, según la expresión de Paulo VI”, escribe Alain Woodrow en Las nueva sectas (Fondo de Cultura Económica, México, 1979). Este libro, publicado originalmente en Francia en 1977, ya advertía acerca del descenso del número de bautismos, asistencia a misa, confesiones previas a la comunión e ingreso a seminarios religiosos.

Casi tres décadas atrás, Woodrow señalaba un fenómeno que ha ido en aumento: la indiferencia juvenil ante la religión católica. “El desapego de los jóvenes por la fe de sus padres se ha generalizado incluso entre los hijos y las hijas de hogares militantes cristianos. Para ellos, es algo rebasado, una historia que ya no les dice nada. No se alejan de puntillas como lo hacen tantos adultos. Es más franco, más directo entre los jóvenes. Pierden la fe como se pierde un traje usado que se cae a pedazos”.

MENSAJE SENCILLO, FUTURO INCIERTO

El diccionario Larousse define a la secta como una “doctrina religiosa que se aparta de la comunión original”. La palabra tiene dos raíces. Deriva del verbo latino secare -que significa “cortar”, “separar”, “desgajar”- y define a grupos que se apartan de un conglomerado mayor y se oponen radicalmente a él. También proviene del verbo latino sequor, “seguir”; el término identifica a grupos que van tras un líder carismático.

Nelson Cooper, autor de Cuadernillos de Catequesis Elemental , cataloga a las sectas como “grupos religiosos, generalmente pequeños, llenos de entusiasmo, integrados por hombres y mujeres, asociados voluntariamente, tras una conversión, que creen y detectan la verdad y la solución, excluyen radicalmente a los demás, y obedecen ciegamente a sus fundadores”.

En las postrimerías del segundo milenio, la Iglesia católica lanzó una voz de alerta en varios países, fundamentalmente en América latina, donde los nuevos cultos se hacen cada vez más fuertes. A fines de los años 90, la Conferencia Episcopal Mexicana elaboró el documento Compromiso pastoral de la Iglesia frente a las sectas y nuevos movimientos religiosos, donde reconoce que alrededor de ocho mil personas se pasan diariamente en todo el mundo a nuevas religiones. El episcopado admite que la presencia de las sectas “cada día formará más parte del horizonte religioso de nuestro pueblo”.

Este fenómeno, según el informe, se debe a que “la triste situación de pobreza material en que viven muchos de nuestros hermanos, unida al analfabetismo, los hace particularmente vulnerables a la manipulación y a un discurso engañoso basado en emociones y sentimientos”. Las sectas, agrega, “presentan un mensaje sencillo, fácil de entender y tan seguro en sí mismo que no deja lugar para la duda”.

El documento de la Conferencia Episcopal Mexicana asume que “las sectas no van a dejar de trabajar; somos nosotros los que tenemos que ponernos a trabajar con un renovado entusiasmo apostólico”.

A la misma conclusión llegó el cardenal Joseph Ratzinger un día antes de ser elegido papa. En la misa que celebró en la Capilla Sixtina el 18 de abril de 2005, previa al cónclave para designar al nuevo jefe del Vaticano, el futuro pastor alemán Benedicto XVI afirmó que la Iglesia católica “enfrenta un futuro incierto amenazado por el aumento de sectas cristianas en todo el mundo”.

Son nuevas clarinadas para una vieja cruzada punitiva. En El aciago demiurgo, el rumano Emile Cioran (1911-1995) escribió: “Quien se interesa por el desfile de las ideas y las creencias irreductibles debería detenerse en el espectáculo que ofrecen los primeros siglos de nuestra era: hallaría en ellos el modelo mismo de todas las formas de conflicto que se encuentran en cualquier momento de la historia. Es la época que más se ha odiado. El mérito corresponde a los cristianos, febriles, intratables, expertos de inmediato en el arte de detestar”.