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Albizu, Filiberto y el Grito de Lares

Publie le Lunes 14 de mayo de 2007 par Open-Publishing

Relación histórica, política e ideológica de Albizu, Filiberto y el Grito de Lares y la represión violenta del Movimiento Libertador de Puerto Rico por la metrópoli a través de su notorio FBI.
"La patria se funda en la
emulación del heroísmo. No es
de nadie. Ni aun de los patriotas.
Sólo es de los que la han ganado
muriendo por ella. Son ellos los
que la legan a la posteridad."
— Albizu

El 23 de septiembre de 1950, mientras conmemoraba el Grito de Lares, don Pedro Albizu Campos insinuó que el Partido Nacionalista de Puerto Rico-Movimiento Libertador venía fraguando una rebelión armada para el rescate de nuestra soberanía. La misma comenzaría, aunque no lo dijo entonces, el día de las elecciones de 1952.
Aquel día, Albizu dijo enfáticamente que la metrópoli estaba en proceso de proponer a través del Partido Popular, una consulta que en nada importante habría de cambiar la condición colonial de Puerto Rico, sino que sólo habría de traer unos Acambiesitos@ relativamente insignificantes. Esa rebelión insinuada habría de surgir porque, según dijo, la tiranía yanqui había que desafiarla del mismo modo que los patriotas en Lares desafiaron el despotismo: "con la revolución". Vemos, pues, que lo esencial no ha cambiado, con la excepción de que aquel glorioso Partido Nacionalista de Puerto Rico que llevaba el apellido de Movimiento Libertador, ya no existe.
Sobre el Porqué Desaparece el
Partido Nacionalista-Movimiento Libertador

Aunque es evidente que los sucesos históricos surgen de múltiples factores debido a que emanan de la conducta humana, la razón por la cual desaparece el Partido Nacionalista de Puerto Rico-Movimiento Libertador, es sencilla: el gobierno de Estados Unidos se propuso mantenernos sometidos a su voluntad y lo destruyó para poder lograrlo. Indiscutiblemente, aquel partido revolucionario era un serio obstáculo que Estados Unidos tenía que salvar. He dicho Aindiscutiblemente@ porque se trata de un hecho demostrado por el contenido de los propios documentos del principal ente destructor: el Negociado Federal de Investigación (FBI).

Varios factores le facilitaron la tarea, por supuesto, como lo fueron la debilidad de carácter de algunos miembros del partido que los llevaron a la traición; la falta de voluntad de otros que los llevaron a abandonar la lucha, el reclutamiento de informantes y la infiltración de agentes provocadores. Un elemento de mucho peso que los boricuas solemos pasar por alto ha sido nuestro consabido AAy bendito@. Este rasgo cultural nuestro todavía hoy le impide al Pueblo, por ejemplo, darles a los traidores de la patria el trato que merecen.

Algunos factores resultaron precisamente de las presiones externas que operaban sobre algunas personas desde el gobierno interventor a través del FBI y de otras entidades imperialistas y coloniales de represión. Dentro de ese contexto figura prominentemente la ley de La Mordaza. Esa ley troglodita que promovió el sastre jurídico José Trías Monge, venerado ciegamente por el ilustre Colegio de Abogados de Puerto Rico y por no pocos abogados independentistas, convirtió en ley colonial el absurdo imperialista de que era nuestro deber defender al invasor de nuestra propia patria. Sabemos que esa aberración sigue vigente.

Ahora bien, para destruir al Partido Nacionalista, el glorioso partido de la insurrección armada de 1950, primero había que neutralizar a Albizu con prebendas y, de no ser eso posible B como de hecho no lo fue B simplemente habría que eliminarlo. El enemigo primeramente optó por sacarlo de circulación a mediados de la década del 30 para ver si escarmentaba y con ese fin se las arregló para enjuiciarlo diz que por traición. Es decir, tuvo que utilizar lo que Albizu definió como el perro guardián del régimen: la judicatura. Así Albizu va a parar a la cárcel federal de Atlanta, en la provincia norteamericana de Georgia, por decisión de un jurado amapuchado y por opinión de un tribunal de apelaciones fiel a su papel político de perro guardián del régimen.
Estando Albizu confinado en Atlanta, el enemigo se percató de que no escarmentaba B pues continuaba ejerciendo influencia más allá de la cárcel B y le ofreció el pseudo poder colonial a ver si así podía neutralizarlo. Albizu no sólo rechazó de plano la insultante oferta, sino que, no bien hubo puesto un pie en tierra borinqueña al cabo de diez años, continuó predicando la dignidad. El enemigo concluyó entonces que sólo le restaba eliminarlo físicamente.

Enterado el Partido Nacionalista de la existencia del plan de Estados Unidos para que la Policía de Puerto Rico causara un motín durante el cual darle muerte a Albizu, el enemigo optó por descartar el mismo. Por consiguiente, el gobierno del Partido Popular, sabiendo como sabía que el Partido Nacionalista aquel, el del valor y el sacrificio, no estaba en condiciones de enfrascarse en una lucha armada, ordenó una ola de arrestos de Nacionalistas a fines de octubre de 1950, con lo cual provocó que el partido adelantara la insurrección sin la suficiente preparación militar. Una vez encarcelados los principales líderes y los más osados y militantes de sus miembros, tanto hombres como mujeres, por consecuencia de la rebelión, Albizu estaba a merced de los deseos y caprichos del enemigo. El FBI pudo contar con el asesoramiento científico del doctor Cornelius Packard Rhoads, pues el director vitalicio del FBI, John Edgar Hoover tuvo conocimiento de los asesinatos que cometió en Puerto Rico en el 1931 y del hecho de que fue Albizu quien lo expuso ante el mundo.

Albizu continuó como presidente titular y, aunque fue sustituido en la práctica por líderes capaces y abnegados, la realidad ya no era la misma y muchos de los militantes se desactivaban según iban saliendo de prisión. Como resultado de ese receso permanente, la legendaria voluntad de lucha armada del partido se fue erosionando paulatinamente y, finalizando la década de los 60, Filiberto y sus seguidores comenzaron a llenar con acciones armadas clandestinas el vacío que surgió. En esa labor participaron directa o indirectamente algunos de aquellos hombres y mujeres quienes, fieles a su juramento de dedicar vida y hacienda a la lucha por la independencia, buscaron y encontraron otros cauces en los que continuaron activos. Varios de ellos, como Carlos Feliciano, Clemente Soto Vélez, Erasmo Velázquez Olmedo y Juanita Ojeda Maldonado, colaboraron de diversos modos con el Comité pro Defensa de don Pedro Albizu Campos que establecí en Nueva York aproximadamente en el año de 1982. Varios otros pertenecieron al mismo.

El Heredero Histórico de Albizu

A lo largo de su vida, Albizu constantemente nos dio ejemplos y prédicas sobre la conducta que viene obligado a observar todo ciudadano que, como él lo expuso, ha nacido en una patria "esclavizada". En este aspecto dijo que, de haber nacido él en una patria libre, se habría dedicado a las artes y a las ciencias. Como no fue así, llegó a decir, como lo hizo aquel 23 de septiembre de 1950 en Lares, que era para él difícil hasta pronunciar un discurso porque, hacerlo no es tarea fácil cuando a la patria la acecha un asesino: "el poder de Estados Unidos de Norteamérica."

El gobierno terrorista de Estados Unidos ratificó de modo inequívoco las palabras del prócer 15 años después cuando quedó consumado su lento asesinato el 21 de abril de 1965. El 23 de septiembre de 2005 lo ratificó una vez más cuando cientos de agentes federales cercaron al compañero Filiberto Ojeda Ríos en su propia morada con el claro propósito de asesinarlo, mientras el pueblo patriota escuchaba en Lares sus sabias advertencias y sus repetidos llamados a la unidad.

Un certero disparo de un asesino federal lo hirió y sus cómplices se ocuparon de que no recibiera atención médica, lo que le causó la muerte por pérdida de sangre a quien los historiadores seguramente verán como el heredero histórico de don Pedro Albizu Campos. Así seguramente lo habían visto ya los analistas de inteligencia yanqui. Ese día se cumplían 15 años de Filiberto haber dejado en la entrada del semanario Claridad el grillete que le habían impuesto para permanecer en libertad en espera de juicio.

A primera vista, podría parecer razonable alegar que el enemigo no podía haber considerado a Filiberto Ojeda Ríos el heredero histórico de Albizu cuando el Ejército Popular Boricua-Macheteros (EPB) que él dirigía llevaba, al momento de su asesinato, varios años de inactividad en el ámbito de las operaciones armadas.

Se trata, sin embargo, de un fundamento débil. Reside su debilidad en el hecho de que el cese de la actividad armada de los Nacionalistas después de marzo de marzo de 1954 no evitó el profundo arraigo de Albizu y del Partido Nacionalista en la conciencia nacional puertorriqueña. Es precisamente después de 1954, con líderes y soldados de fila Nacionalistas ya por años encarcelados y otros retirados de la lucha activa, cuando surgen organizaciones clandestinas armadas fundamentadas nada menos que en los principios albizuistas.

Era razonable suponer, pues, que un líder carismático, íntegro y vertical como Filiberto Ojeda Ríos, que había dedicado vida y hacienda a la lucha libertaria, que había demostrado con ello y con su resistencia armada ser, fuera de toda duda, el discípulo por excelencia de Albizu, calaría peligrosamente hondo en la nación puertorriqueña. Toda vez que, al igual que a Albizu, la cárcel no lo haría escarmentar, como a Albizu había que eliminarlo físicamente. Contra Filiberto no había necesidad de actuar subrepticiamente, como con Albizu, sino, mejor aún, sin disimulos; a la cañona; a la brava; o, como diría el fiscal federal Bert García, a lo puro macho. Así fueron los dos asaltos a su residencia, el de Luquillo y el de Hormigueros.

Son muchas las verdades que podríamos decir sobre la sociedad yanqui, pero ninguno de nosotros podría con justicia sostener que no aprecia lo valioso de buscar lecciones en la Historia. Pruebas de ello las vemos en sus numerosas y magníficas bibliotecas y centros de archivo, tanto públicos como privados. Es por ello que no albergo duda alguna de que los asesinos que planificaron el asesinato de Filiberto estudiaron el expediente que tienen sobre la persecución de Albizu (Expediente del FBI Núm. 105-11898) y, por consiguiente, sabían que no surgirían acciones revolucionarias en represalia, sino meras amenazas de venganza que las frustraciones de un pueblo abusado normalmente hacen brotar.

Lo que Revela el Expediente de Albizu

A principios de 1956, con Albizu en el presidio desde principios de marzo de 1954 por consecuencia del ataque el Congreso, el FBI comenzó a especular que el prócer podría morir en cualquier momento debido a su delicado estado de salud. Recordemos que el prócer afirmó repetidas veces desde principios de 1951 que estaba siendo expuesto a la radiación atómica mediante rayos que describió como "de bellísimos colores y gran precisión". Alarmado ante la probabilidad de que muriera en cualquier momento, el FBI impartió instrucciones que varias de sus oficinas regionales habrían de ejecutar inmediatamente ante la ola de violentas represalias revolucionarias que esperaban del sector Nacionalista cuando el asesinato a largo plazo fuese consumado.
Aquello fue un procedimiento muy meticuloso, pues el FBI llegó a estar seguro de que surgiría la violencia revolucionaria no sólo en Puerto Rico, sino en varias ciudades de Estados Unidos. Por consiguiente, a principios de 1956 empieza a aparecer como tema en sí mismo el asunto de la "POSIBILIDAD DE VIOLENCIA ANTE LA MUERTE DEL SUJETO". El temor surgió justo a tiempo, pues poco después se desató un correcorre en altos niveles del gobierno federal cuando el FBI en San Juan se enteró de que Albizu había enfermado súbitamente el 29 de marzo de 1956. Hoover, quien como se sabe estaba muy pendiente de la vida pública y privada de Albizu, se lo informó ese mismo día por vía telefónica al jefe del Servicio Secreto, U. E. Baughman. Al día siguiente se lo confirmó por escrito y, además, se lo informó por separado al procurador general auxiliar William F. Tompkins. A éste le dijo que había notificado al Departamento de lo Interior y a las ramas de espionaje del ejército, de la fuerza aérea y de la marina de guerra. Albizu fue internado en el Hospital Presbiteriano a las 8:20 de la noche del 29 de marzo de 1956.

Un radiograma de San Juan (# 291730) de esa misma noche cita a una fuente cuyo nombre está tachado y que podría ser un alto funcionario del gobierno de Puerto Rico, en torno a un asunto que también está totalmente tachado. Al final dice que mantendrá al Negociado y a las oficinas interesadas informadas de lo que surja. Agrega que los oficiales del gobierno de Puerto Rico están manejando la información provista con "alta confidencialidad" y que aparentemente la prensa no ha sido informada. El FBI, evidentemente enterado con prioridad del grave asunto, estaba alertando a sus "informantes de seguridad" — entiéndase a los chotas — para que informaran "reacciones".

En el radiograma # 292140 del mismo 29 de marzo, la oficina de San Juan reporta que:

"No hay indicios de que la condición de Albizu Campos haya mejorado o cambiado de algún modo. Los agentes fueron asignados a turnos de emergencia de seguridad de 24 horas en la oficina. Todo el personal de la oficina fue alertado. No se han recibido indicios hasta el momento de que se contemplen actos de violencia. Las agencias de inteligencia y el Servicio Secreto han sido notificados. Estamos contactando a los informantes. Se le notificará al Negociado y a las oficinas interesadas de lo que surja."

En un radiograma "urgente" de la oficina de San Juan (# 300200) a Hoover y a las oficinas de Nueva York y Chicago, lo único que no está tachado dice: "La noticia de la enfermedad de Albizu Campos aparentemente no ha sido divulgada, en vista del hecho de que no ha habido comentario alguno entre los miembros del partido. Al momento no hay indicios de planes de violencia. Se les avisará al Negociado y a las oficinas interesadas de lo que surja."

El 30 de marzo la oficina de San Juan envió otro radiograma (# 301555) a Hoover y a las oficinas de Nueva York y Chicago en relación con los que había enviado el día anterior. Casi toda la información está tachada, pero no así las últimas dos oraciones. Las mismas indican que la noticia sobre la "grave condición de Albizu" fue publicada en la edición del 29 de marzo de El Día, de la ciudad sureña de Ponce, y que todavía para el mediodía del 30 de marzo no había sido publicada en los medios noticiosos de San Juan, en el norte.

En un memo del 29 de marzo de J. A. Sizoo a J. H. Belmont, la oficina central del FBI les dio instrucciones a las oficinas de Chicago, Nueva York y Washington, D. C., en relación con la información que les suministró sobre la condición de salud de Albizu. Las oficinas de Nueva York y Chicago debían "alertar a sus informantes", pero sin decirles lo que le pasaba a Albizu. Sólo habrían de decirles que estuvieran alertas a alguna reacción que pudiera ocurrir "en la colonia puertorriqueña [de esas ciudades] en el futuro cercano". La información que los informantes obtuvieran debía ser suministrada "inmediatamente" al Negociado.

El supervisor nocturno de la oficina de Washington, por su parte, recibió instrucciones a los efectos de que, si la información sobre la gravedad de Albizu salía en la prensa, alertara inmediatamente a la Policía Metropolitana, a la Policía de la Capital y a la Policía de Parques. El FBI alertaría a estos cuerpos policiales en torno a la posibilidad de algunas demostraciones, pero sin causar con ello "indebida alarma".

En una carta del 30 de marzo dirigida al director de seguridad del Departamento de Estado de Estados Unidos, Dennis A. Flinn, Hoover le dice del asunto y le advierte que "los informantes que en el pasado han provisto información confiable han reportado que el Partido Nacionalista de Puerto Rico puede cometer actos de violencia en caso de que Albizu muera." Un radiograma subsiguiente con fecha del 4 de abril del 1956 (# 032156) revela que, además de contar con los informantes, el FBI estaba realizando Avigilancias físicas@.

Este radiograma podría guardar relación con una noticia que publicó el anterior lunes 2 de abril el periódico The Compass, copia de la cual figura en el expediente del FBI.

Según The Compass, Albizu agonizaba, por lo que el sacerdote José Rivera, de la parroquia de la iglesia San Jorge, le administró los últimos sacramentos. El periódico publicó una foto que, según informó, mostraba a Ruth Miller, tesorera del Comité Organizador de Norteamericanos en Pro de la Independencia de Puerto Rico y al poeta Francisco Matos Paoli, ex secretario general del Partido Nacionalista, escoltando a la hermana de Albizu, Ana María Campos, al salir del Hospital Presbiteriano. El sábado anterior, la señora Campos había dicho que si su hermano moría se lo llevaría "para enterrarlo en Ponce". No contaba ella con la férrea oposición de la viuda, quien insistió en enterrarlo en San Juan a pesar de que el propio Albizu había dicho que era en su natal Ponce donde quería ser sepultado.

El periódico capitalino El Mundo le atribuyó al doctor Eduardo Montilla haber declarado que Albizu había empeorado por la mañana del sábado y había mejorado "un poco" por la tarde. Montilla era el médico de cabecera que el Hospital Presbiteriano le había asignado a Albizu. Su médico personal, el de su confianza, era el doctor Ricardo Cordero.

Albizu, como se sabe, no murió en aquella ocasión, pero los temores del FBI no amainaron, sino que aumentaron durante los años subsiguientes. No obstante, todos sus preparativos y precauciones — incluyendo la toma de películas durante los actos del sepelio B fueron en vano, pues cuando murió el 21 de abril de 1965 luego de un lento y prolongado proceso de asesinato, "no sonó ni un petardo".

Algún día, tal vez dentro de medio siglo, se sabrá de los pormenores del plan para asesinar a Filiberto y de si el FBI auguraba o no que surgiría violencia revolucionaria por parte del Ejército Popular Boricua-Macheteros. En lo que ese momento llega, les adelanto mi opinión en el sentido de que el FBI buscó lecciones de la historia en el expediente de Filiberto para el montaje del asalto y asesinato.

El Asesinato de Filiberto Ojeda Ríos

El segundo asalto a la residencia de Filiberto Ojeda Ríos no debía fallar. Por eso conjeturo que el FBI lo planificó partiendo del Informe Final que éste le sometió al Jurado compuesto por boricuas que lo juzgó en el tribunal federal por haber resistido a tiros el asalto de Luquillo en el año de 1985.

En el referido Informe, Filiberto sostuvo que los agentes del FBI no tenían el propósito de arrestarlo, sino de asesinarlo. Por esa razón repelió en defensa propia la agresión de la que fue objeto en su residencia, para entonces en el pueblo de Luquillo.

Cual vil sarcasmo, fue precisamente el concepto de la defensa propia lo que alegó el FBI como razón para atacarlo a tiros en otra batalla desigual 20 años después, en el pueblo de Hormigueros. Su viuda, Beatriz Rosado Barbosa, ha afirmado que fueron los agentes del FBI los primeros en disparar y es su versión la que merece entero crédito.

En referencia a la motivación del FBI para asesinarlo, le preguntó retóricamente Ojeda al Jurado "¿Cuál era el propósito? ¿Fue acaso un arresto normal en un caso criminal o un plan ejecutado para eliminar todo tipo de oposición militante a lo que son sus proyecciones políticas y cuya finalidad no sea otra que la de consumar su proceso de desintegración de éste, nuestro pueblo?"

Ojeda, quien dirigió su propia defensa con el asesoramiento del hábil abogado criminalista y patriota Luis F. Abreu Elías, aludió a los testimonios de dos damas, testigos del propio fiscal. Dijeron ellas que los agentes del FBI "hicieron el primer disparo y que ese disparo fue el que destruyó los cristales" de su residencia.

Toda vez que en aquel juicio al FBI no le ayudaron ni sus propios testigos, esta vez se aseguraron de que no los hubiera y es por eso que establecen un enorme perímetro de extraordinarias proporciones.

Se pregunta luego Ojeda Ríos, "¿Qué mayor confirmación podría yo tener de sus intenciones de asesinarme si no esa? 0, ¿es que acaso ellos no podían arrestarme en la calle en cualquier momento? En fin de cuentas, ellos sabían, y ya la evidencia así lo ha demostrado, cuál era mi rutina de vida y que yo caminaba totalmente solo. ¿Acaso no me vieron una de las muchas veces que salí de mi hogar a caminar? Pero su intención no era arrestarme. La evidencia les demuestra que su intención era otra, era mi eliminación física."

El líder Machetero le dijo al Jurado que estuvo dispuesto a entregarse a la Policía de Puerto Rico, de quienes dijo que, "objetivamente, no son mis enemigos porque en buena medida también son discriminados y tratados como inferiores", pero el FBI dijo que estaba hablando tonterías ("gibberish").

Del Informe Final surge el hecho de que, hace 20 años, al momento de ser arrestado y sacado de su apartamento, "había muchas personas en todos los alrededores" lo que le sirvió a Ojeda para pedirles "a los puertorriqueños que estaban allí que por favor avisaran a la prensa y le dijeran que yo estaba vivo".

En esta ocasión no habría curiosos al alcance de su voz para avisar a la Prensa, a la cual, como medida preventiva, se le impidió el paso absolutamente.

Ojeda alude al hecho de que el FBI excluyó totalmente a las fuerzas del orden público puertorriqueño de su plan, tal cual sucedió 20 años después en Hormigueros y le pregunta al Jurado si el caso no demuestra que "la intimidación; el impedir que nuestro pueblo haga reclamos que estén totalmente cimentados en la verdad, en nuestras ansias de sentirnos verdaderamente libres y plenos como seres humanos, y el demostrar que ellos son los amos y que son la fuerza, no fueron parte de sus motivos" para el ataque.

"Su motivo para asesinarme es claro", agregó. "No pretenden otra cosa que destruir un movimiento que lucha para lograr nuestro derecho a la vida plena, libre, y al servicio de la totalidad de nuestro pueblo. También es un mensaje de intimidación, una amenaza, una expresión muy clara y mensaje al pueblo de que "¡Éste es el destino de todo aquel que ose desafiarnos!"

Por otro lado, toda vez que el Jurado absolvió a Ojeda Ríos de todos los cargos que enfrentó en 1988, en esta ocasión no se le arrestaría para no darle al Pueblo de Puerto Rico la oportunidad de volver a absolverlo. Para concluir, Ojeda Ríos le dijo al Jurado las siguientes palabras, aplicables al día de hoy: "Ustedes podrán juzgarme. La historia nos juzgará a todos."

El hecho de que las torturas y el lento asesinato de Albizu no generaran violencia revolucionaria fue, a mi juicio, lo que le permitió al FBI concluir sin temor a equivocarse que podía ir a Hormigueros con un regimiento equipado con todo tipo de pertrechos de alta tecnología, atacar sorpresivamente a tiros la morada del líder del EPB y no sólo darle muerte, sino darle una muerte lenta, como la de Albizu, mientras con sus armas mantenía a raya a los médicos que de otro modo habrían podido salvarle la vida.

Unos días después, una brigada de agentes federales incursionó en Arecibo a realizar un allanamiento no relacionado con asuntos ideológicos para lo cual hizo un conspicuo e innecesario despliegue de fuerza cual si estuvieran diciéndole al pueblo patriota: AAquí estamos. "¿Qué es lo que pasa?" Luego, a principios del presente año, agentes del FBI importados allanaron las residencias de independentistas en Mayagüez, Aguadilla y Río Piedras y cargaron con equipos de computadoras y su correspondiente parafernalia, así como con cajas de documentos. En Río Piedras fueron la milla extra y arremetieron a empujones contra los miembros de la Prensa, a quienes simultáneamente rociaron con gas pimienta.

Los independentistas decimos que los actos arrogantes, abusivos y criminales de los agentes del gobierno invasor son meras provocaciones cuyo propósito es el de tener la oportunidad de arrestarnos y encarcelarnos si respondemos a los mismos. Es probable que eso sea así, pero no hay duda de que asumir esa posición nos permite de paso ocultar lo que viene a ser — cuando menos — una falta de adecuada preparación para la defensa propia como Movimiento Libertador. Como Pueblo al que una superpotencia insulta asesinándole en su propio hogar y en su propio territorio a un héroe nacional, nuestra respuesta ha sido la de montar vigilias con discursos y acompañamiento musical una vez al mes y soñar despiertos que de ese modo le rompemos a los asesinos el perímetro aquel del plan horrible de Hormigueros. Sin duda esas actividades culturales tienen utilidad política, pero se quedan cortas y llegan a ser contraproducentes si dan a lugar a que queden descartados los principales medios de lucha de la figura histórica que las inspira.#