Portada del sitio > Amor, miedo, traición y locura
8 de junio de 2007
Holguín, Cuba.
El amor es la enfermedad del alma que sana al cuerpo, aunque lo colma de heridas. Digo yo lo que pienso porque sentir lo que digo es sin dudas la mejor manera de respetar a todos y sobre todo a mi mismo.
Pero, como hay tantas definiciones del amor como plumas enamoradas han existido, pues no intentaré hacer una nueva descripción, si nueva es una palabra posible en este caso, de un sentimiento tan fuerte como la necesidad que lo crea y tan agradablemente peligroso como la vulnerabilidad de la que nos enviste.
En otras palabras, y hablando desde mi posición de genero, el hombre enamorado es más predecible y sobre todo más peligroso para sí mismo que una bomba de tiempo. Y sobre el tiempo, o en mejor término, navegando a través de él, es como pienso ilustrar al amor por medio de los enamorados, pues no hay mejores experiencias que las ajenas, sean estas ficticias o no, pues de cualquier forma por ser humanas, nos sirven igual.
Sobre el amor tipo Romeo y Julieta no tengo nada que agregar después de tantas centurias, salvo que como adolescentes que piensan con la corteza cerebral y no con el cerebro en masa, el dolor es tan profundo como superficiales sus impulsos, elemento que convierte a la muerte en opción cuando para todos es sólo el final. Y como dice la fábula: La locura pinchó los ojos del amor y desde entonces, el amor es ciego y la locura es su lazarillo.
Amor y punto, que es del bueno, fue el de Hitler por Eva Brown y por ello la hizo morir con él, y punto.
O el de la esposa de un ex ministro que hizo otro tanto con sus hijos para igualmente evitarles un futuro incierto y sufrimientos seguros.
Y menos mortal pero no menos intenso, y es que la situación no fue la misma, fue el de Batista por su esposa, que a pesar de esta padecer de gigantismo, una enfermedad incurable, él nunca la abandonó.
Como pan y mantequilla imaginaba Forrest Gump su amor por Jenny, y aunque en esa relación Jenny era la resbaladiza, él nunca concibió el pan con otra cosa.
Amor que ahoga, el de Torvaldo y Nora, ilustrado por Henrik Ibsen y del cual se dice que el portazo de ella estremeció a Europa.
Beatriz fue la musa de Dante, y que musa ha de haber sido, cuando aún hoy (y les garantizo será por siempre), La divina comedia, una Opus Dei ambientada en el infierno, si la santa sede de la loma vaticana lo aprueba, volverá a ser noticia con el espectáculo más grande de este y de muchos años.
Sobre el rapto de Elena de Troya por Paris, dicen que fue pasión, yo sé que se trató de amor.
Pese a todo al parecer Aquiles y Patroclo se amaron, quién niega que el talón del gran guerrero fuera su punto débil.
Zeus y Hera, promiscuo él, vengativa ella, pero siempre juntos los dos.
Y al hablar de amor es pecado no recordar a José Martí, quien sobre el tema dijo:
–Vino el amor mental; ese enfermizo,/ febril, informe, falso amor primero,…
–Vino el amor social: ese alevoso/ puñal de mango de oro oculto en flores/ que donde clava infama: ese espantoso/ amor de azúcar, preñado de dolores.
–Vino el amor del corazón: el vago/ y perfumado amor, que el alma asoma…
–… al beso ardiente/ …como entraña de flor, que al alba siente.
–Que viví sin amor, fuera mentira:/ todo espíritu vive enamorado:/ el alma joven nuevo amor suspira:/ aman los viejos por haber amado.
Y como dije antes, según la fábula amor y locura andan juntos, pues crean que amor y traición no andan de lado, sobre todo en el amor social, tan etéreo y comercial. Amor al revés es Roma y recuerden, Roma paga los traidores, pero los detesta.