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Ángela Rivera: una niña de dos años de edad

Publie le Domingo 19 de octubre de 2008 par Open-Publishing

Víctima de la violencia armada que azota Panamá. Ángela tenía sólo dos años, vivía en El Chorrillo y estaba en su casa tomando mamadera cuando una bala la impactó en la cabeza. Disparada por una de las tantas armas en manos de las “pandillas” juveniles, la bala perforó el cráneo y daño la maza cerebral.

¿Esta es la seguridad prometida por los poderes a los panameños de a pie? En lo que va del año, en el Hospital del Niño, se han atendido 33 menores de edad impactados por balas. La mayoría de ellos provenientes de los barrios más populares de la ciudad de Panamá. El año pasado se atendieron 37 casos de menores abaleados.

Meses atrás, los medios de comunicación daban informes de los negociados de venta y alquiler de armas realizados por instituciones policiales encargadas de garantizar la seguridad de los panameños. Venta y alquiler de armas a las “bandas o pandillas juveniles” realizada por las bandas y pandillas, no tan juveniles, que trabajan desde dentro de las instituciones gubernamentales.

La primera y gran violencia es la violencia institucionalizada. La que le quita desde muy temprano la ESPERANZA a los panameños, especialmente a los niños y niñas que nacen y viven en los barrios populares. Los adolescentes de hoy, han sido empujados a las pandillas que se convierten en su única seguridad y familia, allí, en la pandilla aprenden valores y comportamientos.

La promoción de la violencia está a la orden del día y la noche en todo Panamá. ¿A caso no es violencia la que sufren hombres, mujeres y niños en las comunidades campesinas agredidas por los proyectos de muerte que representan la minería a cielo abierto y la construcción de represas? ¿No es violencia lo que se respira en los medios de comunicación masiva, especialmente por la televisión, con sus programas de sangre y fuego de armas intoxicando el país? ¿A caso no es violencia plantar cantinas y bodegas en cada esquina de los barrios empobrecidos de la capital? ¿Dónde están las canchas deportivas, las piscinas o las escuelas de promoción de arte en los sectores populares del país?

La muerte-asesinato de Ángela Rivera mancha de sangre a todos los panameños y a todos los seres humanos en cualquier parte del planeta. Ninguno de nosotros, que somos hijos, padres y abuelos puede pasar desapercibido frente a esta monstruosidad de la violencia institucionalizada que se ha ido configurando en el país.

Los primeros y más grandes pandilleros, responsables de la violencia y su estela de muerte, son los poderes políticos, económicos y religiosos que se protegen entre sí, mientras los hijos y las hijas de la gente humilde son asesinados en sus casas o empujados a las bandas y pandillas para que se maten entre ellos.

¿Quiénes son los que les venden las armas a las pandillas? ¿Quiénes son los que están importando y metiendo armas en el país y distribuyéndolas entre la juventud de las barriadas populares? ¿Quiénes se benefician de esta espiral de violencia, en donde pandillas juveniles sólo son un eslabón en la cadena de muerte y corrupción? ¿Cuál es el ejemplo que dan a la juventud las autoridades que están en la cima del poder, gozando y abuzando de un sistema prefigurado para el dominio, la explotación, la opresión y el acaparamiento de las riquezas? ¿A caso la politiquería y sus asquerosos políticos no tienen responsabilidad en la desesperanza de la juventud que ve en las pandillas su familia segura? ¿Cómo es posible que permitamos que el sistema de la farsa electoral le de millones de dólares, sacados de los impuestos ciudadanos, a los dueños de los partidos oligárquicos para que se los fumen en publicidad demagógica y la estúpida compra de votos?

Ojalá que el asesinato de Ángela Rivera impacte nuestra conciencia y nos haga recapacitar sobre la primera y gran violencia personificada en los poderes políticos, económicos y religiosos. Sobre estos poderes recae, en primera instancia, la sangre derramada de la bebe Ángel Rivera. Las bandas y pandillas juveniles son fruto del egoísmo social y los negociados de una sociedad que tiene como máxima “lucro, luego existo”.

Colectivo Panamá Profundo