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LA HABANA, Cuba - Enero.
Por menos problemas que los que afrontan los trabajadores cubanos en la actualidad, reflejados por estos días en la prensa oficialista, un día de 1964 el viejo comunista Faustino Calcines, entonces viceministro del Trabajo, dijo en plena asamblea de dicho organismo una verdad más grande que un iceberg: "apaga y vamos".
Los empleados de ese ministerio se quejaban de muchas cosas y planteaban las dificultades que afrontaban cuando se viajaba al interior del país en gestiones de trabajo. Yo estaba presente en aquella reunión histórica donde el luchador marxista dijo exactamente: "Si todo está tan mal como ustedes dicen, entonces apaga y vamos". Pero el régimen ni apagó ni se fue.
Estaba bien claro lo que Calcines quería decir. A los pocos días, el 8 de diciembre, el ministro del Trabajo y Seguridad Social, Comandante Augusto Martínez Sánchez, se disparó al corazón con su pistola calibre 45, en su propio despacho y a pocos metros de Graciela Tazende, su bella secretaria.
Vienen a mi mente estos recuerdos cuando leo que las nuevas resoluciones sobre reglamentos disciplinarios y jornada laboral no pueden implementarse porque no existen en el país las condiciones necesarias para ello, y que por esa razón fueron aplazadas hasta el próximo mes de abril.
Las causas son las mismas de siempre: los graves problemas del transporte, la falta de círculos infantiles y comedores obreros, el burocratismo que sufren los trabajadores cuando van a realizar gestiones personales a la calle dentro de su horario de trabajo, la falta de iluminación en los centros laborales, etc. Esto alega la prensa.
Luego señala que en las reuniones los trabajadores no manejaron correctamente el tema de las resoluciones. O sea, que también los trabajadores son culpables de su aplazamiento, tanto como las malas condiciones del país.
Según comentarios de la población, las reuniones efectuadas para la implementación de dichas resoluciones estuvieron al rojo vivo. Ya los trabajadores no se callan lo que piensan, y lo que piensan todos lo sabemos bien. "No hay solución", fue la frase que más se repitió. Porque, ¿quién va a creer que en sólo tres meses -lo que falta para abril- se va a resolver el problema del transporte, los círculos infantiles, los comedores obreros, la iluminación, los equipos de protección laboral? ¿Quién o quiénes son los ingenuos que creerán que en sólo tres meses desaparecerá el burocratismo a nivel nacional, un mal congénito de cualquier socialismo, ya sea del fallecido, o del otro que llaman del siglo XXI?
El gobierno cubano guardará como recuerdo sus resoluciones y tendrá que olvidarse de la emulación especial por el 40 aniversario de la caída de Ché en Bolivia. ¿Cómo emular en condiciones adversas?
Los trabajadores cubanos continuarán tratando de resolver sus trámites personales en los organismos del Estado dentro del horario laboral, y dándose una escapadita a casa para llevar algo al estómago. Y mamá, como el niño no tiene círculo infantil, no asistirá diariamente al trabajo.
Ah, se me olvidaba: los centros laborales seguirán en penumbras, con los muebles rotos y las máquinas detenidas.
Ya lo dijo Calcines en aquella oportunidad y muy pocos lo entendieron: "apaga y vamos".