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Autolesiones cubanas

Publie le Domingo 27 de abril de 2008 par Open-Publishing

Históricamente en Cuba todas las dificultades y problemas del país se han justificado siempre echándole la culpa ’’al bloqueo de los Estados Unidos’’ y a las acciones de la CIA. Incluso a los cubanos que han tenido una discrepancia, una opinión diferente, una propuesta contraria a las del alto nivel del régimen nos han puesto a ’’engrosar las filas de agentes de la CIA’’. La realidad es otra. Todavía está pendiente un valiente reconocimiento público por las nuevas autoridades del gobierno de Cuba, o de un próximo Congreso del PCC, admitiendo que los problemas del país en todos estos largos años han sido por deficiencias, caprichos, estupideces, empecinamiento, voluntarismo y enferma egolatría de Fidel Castro.

Meditemos. Si la CIA se hubiera propuesto hacerle verdadero daño a la revolución de Fidel Castro no tenía necesidad de hacer nada. La propia revolución siempre se ha autolesionado. En una oportunidad un amigo mío que era viceministro me contó que, formando parte de una delegación oficial de Cuba presidida por el ’’comandante de la revolución’’ Guillermo García Frías a España, a uno de los guatacones del grupo se le ocurrió proponer que de noche debía organizarse en la puerta de la habitación del hotel del comandante una guardia entre ellos, y que en las 2 horas que él se pasó parado aquella madrugada en aquella puerta, pensaba que la acción era innecesaria porque ’’la CIA para dañar al régimen cubano pagaría por cuidar y mantener con vida a esas torpes personalidades de la revolución’’. Con vida y salud ellos mismos matan el proyecto revolucionario.

Nos reímos mucho de su ocurrencia pero no deja de ser verdad. Ahora mismo con el desarrollo de la tecnología, los satélites, etc., en Cuba —de una forma u otra— están entrando los canales del exterior y el pueblo cubano está disfrutando de programas sin consignas ni contenidos políticos. Resulta que en estos momentos quien ha provocado luto social y disgustos en la población cubana no es la CIA, sino el ’’comandante de la revolución’’ Ramiro Valdés, que ha determinado que los combates no son ahora con enemigos en Playa Girón, en el Escambray, en Etiopía o en Angola. No, hoy son penosos ’’combates’’ barrio por barrio, manzana por manzana, cuadra por cuadra, armados con pinzas de cortar para asaltar los techos del pueblo cubano y evitarles la posibilidad de ver otro mundo. Hoy el comandante Ramiro Valdés le teme hasta a las imágenes de un tal Juan Querendón de Univisión.

Acaba de darse el flagelo a las Damas de Blanco en La Habana y no voy a ocultar mi opinión y sentimientos al respecto. No soy un adversario por hobby o de los que están sólo con una lupa buscando manchas en el contrario para ’’poner piedras en el camino’’ de la apertura cubana. Trato que mi comportamiento y acciones sean constructivas porque no se trata de un evento o competencia deportiva, se trata del destino de un país. Es por todo ello que lamenté que el proceso de reformas graduales que está llevando el sucesor Raúl Castro se haya opacado con esta burda acción contra mujeres indefensas. El único reclamo que hacen es que sus esposos injustamente encarcelados sean liberados. Me encantaría saber que el coronel que decidió y efectuó este torpe operativo fue citado a las oficinas de Raúl Castro y acusado de ’’agente de la CIA’’ y saboteador de la nueva imagen del régimen y de los pactos que se acaban de firmar en la ONU.

La acción contra las Damas de Blanco fue otra tremenda autolesión del régimen, como lo fue el hundimiento del remolcador 13 de Marzo lleno de niños, el derrumbe de las avionetas civiles, el fusilamiento de unos jóvenes que no hirieron ni mataron a nadie y fueron sacrificados para dar un escarmiento, y otras muchas manchas. Nadie se podía imaginar una mejor divulgación internacional gratuita que las que proporcionaron las propias autoridades cubanas con sus torpes acciones. No son mentiras las denuncias de la disidencia. A esa presencia de las Damas de Blanco por las calles de La Habana se le pone fin ’’tirando las rejas’’ de sus inocentes familiares. Cuando la dictadura de Fulgencio Batista, los padres, hermanos y esposas de los asaltantes al Cuartel Moncada organizaron un comité de apoyo por la libertad de los asaltantes. Visitaron emisoras de radio, TV, periódicos, revistas, etc. Y no fueron maltratados como estas mujeres cubanas. Y aquel dictador firmó una amnistía.

La nación cubana esta atrapada y atrasada entre las autolesiones del régimen y las propias de una parte de su oposición sin cultura política moderna y compuesta por muchos ex alumnos egresados de la escuela terrorista del 26 de Julio. No quisiera autolesionarme como adversario, pero no sería honesto este análisis si no expresamos que tampoco el régimen de La Habana tendría que hacer mucho contra una oposición que un día mató a dos alfabetizadores (Conrado Benítez y Manuel Ascunce Domenech); que ametralló desde unas lanchas en el mar poblados civiles, hiriendo a niños y ancianos; que en Miami mató por la espalda a un simpatizante del diálogo con el régimen; que puso bombas en el carro de un locutor cubano y le arrancó sus dos piernas porque estaba en contra del terrorismo; que secuestraron a pescadores en alta mar; que perdió una batalla política obstaculizando la entrega de un hijo a su padre, y que un sector —afortunadamente no la mayoría— cataloga de héroes a hombres que tumban aviones civiles y pagan a mercenarios extranjeros para que pongan bombas en hoteles de La Habana.