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CARABOBO AHORA

Publie le Martes 26 de junio de 2007 par Open-Publishing

Durante varias generaciones a los venezolanos se nos ha hecho creer que en la llanura de Carabobo, aquel 24 de junio de 1821, en definitiva quedó asegurada la independencia de Venezuela con una batalla en la que las fuerzas patriotas derrotaron a las tropas del rey de España. Era en verdad una visión muy simplista, que ocultaba entre otras cosas algo de mucha importancia: sólo habíamos cambiado de dependencia, de la colonial española habíamos pasado a la semi-colonial británica.

Esa ficción sirvió después para ocultarnos otra realidad, aún peor, y es que con el transcurso del siglo XX, en el contexto característico de la era petrolera todavía actual, Venezuela entró de lleno a formar parte de una novedosa categoría surgida con la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas (ONU), en 1945: la de todo un mundo neo-colonial, denominado también tercer mundo o mundo subdesarrollado.

En concreto, al finalizar la II Guerra Mundial quedó liquidada para siempre la vieja rivalidad entre la Royal Dutch Shell y la Standard Oil, o sea entre las potencias anglosajonas, rivalidad que aquí se había iniciado desde las primeras concesiones petroleras otorgadas por Cipriano Castro a los testaferros de dichas compañías. Así, dejamos de depender de Londres y caímos totalmente en las redes imperialistas de Washington.

Por eso yo he sostenido –y sostengo, con la esperanza de ver cambiar tal realidad- que en Venezuela desde comienzos del pasado siglo hemos tenido guachimanes en vez de presidentes de la república. Simplemente, su función básica ha sido la de garantizar la paz del país para que no se interrumpa el flujo del petróleo.

Actualmente, al parecer, han empezado a aparecer signos favorables a escala internacional para que por fin el petróleo deje de ser, como lo ha sido hasta ahora, un instrumento de dependencia y pueda llegar más bien a convertirse en factor decisivo para nuestra independencia.

Hay asimismo otro aspecto relacionado con el significado histórico de la batalla de Carabobo que cobra hoy para nosotros extraordinaria validez, desde el punto de vista de la estrategia revolucionaria requerida para asegurarnos una verdadera independencia. Es la concepción, cien por ciento bolivariana, de nuestra lucha de liberación a escala continental y en el marco de transformaciones globales que creen un nuevo equilibrio a nivel planetario. Lo cual significa, en otras palabras, que propiamente no se trata de una de las llamadas revoluciones de liberación nacional, sino de una revolución de mucho mayor alcance, a mi juicio sólo posible acá mediante la conjunción del pensamiento bolivariano con el marxismo, sin aditamentos de índole religiosa ni tampoco de sabor folklórico.

En suma, una concepción revolucionaria fundamentada en la práctica del internacionalismo, y de las posibilidades que nos brinda la cada día más firme multipolaridad que resulta congénita a la humanidad, ha de ser la orientación que nos permita recorrer de nuevo –como lo hizo Bolívar, con un ejército internacional, en apenas poco más de tres años- el glorioso camino desde Carabobo hasta Ayacucho.

De allí la urgencia de la tarea de movilizar y unificar las fuerzas revolucionarias de nuestros pueblos sobre unas bases sólidas, de principios ideológicos y a la vez éticos, y no con meras miras partidistas que solamente pueden crear aparatos superficiales y efímeros.

P.S.- Es motivo de sincero duelo para todos los revolucionarios aquí en Venezuela, y bien puede decirse que en todo nuestro continente, la muerte de la compañera cubana Vilma Espín, acaecida hace poco en La Habana. Mujer de méritos excepcionales en la revolución cubana, desde sus inicios, tuvo igualmente un papel muy destacado a nivel internacional en el desarrollo de la mayor de las revoluciones que en nuestro tiempo se han producido, la revolución de la mujer.

(*) Es el Presidente del Partido Comunista de Venezuela PCV