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CHILE: DEL GOBIERNO CIUDADANO AL MODELO PRETORIANO - Part II

Publie le Sábado 29 de septiembre de 2007 par Open-Publishing

Esa voz que clama en el desierto
Los enfrentamientos producidos en la noche del 11 de septiembre, dejaron como saldo un sinnúmero de detenidos, en su mayoría menores de edad y el lamentable asesinato del carabinero Cristián Vera. Dichos acontecimientos, nos rebelan los niveles de frustración y rabia acumulada, por razones más profundas que el desastroso TranSantiago, sumado a las alzas desmedidas de alimentos de primera necesidad.
Ante los ojos de la mayoría de los chilenos, ha quedado claro que las políticas de contención social han sido sobrepasadas, que los jóvenes entre los trece y dieciocho años, son un terreno en absoluta disputa y donde ni la derecha, ni la concertación con su maquinaria electoral, han podido penetrar.

Explicaciones que den cuenta del fenómeno hay muchas, el narcotráfico como actor relevante en los barrios marginales -aunque su aparición a finales de los años ochenta y principios de los noventa se hizo a través de fuertes inversiones de lavado de dinero- con el apoyo u omisión de quienes tenían y tienen responsabilidades políticas y criminales en los hechos, de ahí sus brazos se extendieron hacia los sectores populares. Las extensas jornadas laborales, que condenan a los niños a transitar solos por el vecindario, el fracaso escolar, con su secuela de abandono del sistema público, sin que el medio regular de enseñanza, pueda responder por ellos; la ausencia de formación ciudadana, la soledad, el egoísmo instalado, finalmente el deseo de tener con el mínimo esfuerzo, son parte de la explicación.

La respuesta de la derecha y el gobierno, no podía ser otra que instalar nuevamente de modo majadero, el tema de la seguridad ciudadana, desplazando o intentando sacar de la primera línea, el tema de la desigualdad.

El incremento de las medidas represivas, las amenazas de castigos del infierno, a quienes pretendan ocupar espacios públicos, para manifestarse sin autorización, son parte de las medidas, encaminadas a generar un cerco pretoriano de contención, hasta las nuevas elecciones presidenciales.

En ese ambiente, las palabras del Cardenal Errázuriz, al dar cuenta de los efectos de la inequidad, exponen una realidad, que el mundo político y los tecnócratas desconocen, ocultan, o simplemente no las consideran relevantes, en el mensaje del cardenal, se deja sentir el peso de la tradición de la iglesia chilena, por los temas sociales, que tienen sustento: desde: el cardenal José María Caro, el Padre Vives, San Alberto Hurtado, Monseñor Enrique Alvear y por supuesto el Cardenal Raúl Silva Henríquez.

El llamado entonces, a generar las condiciones para un nuevo pacto social, que aplaque las desigualdades existentes, es un emplazamiento a quiénes el día de la movilización de los trabajadores, legislaban en el congreso, sobre como repartir la torta de los fondos de pensión de los asalariados.

Es una invitación obligada, al mundo empresarial y a la clase política, que alucinada por los logros macroeconómicos, descalifica cualquier crítica posible a entablar nuevas condiciones que mejoren la calidad de vida de los chilenos.

El gobierno responde a través de la búsqueda de nuevos consensos, amparado, en mesas de trabajo, como las de educación y de equidad destinadas finalmente a morir, en el debate parlamentario y en el juego de los contrapesos, producto del sistema binominal.

El pacto pendiente de la izquierda chilena
Son públicas las desavenencias entre el “Parlamento Social y Político” y los grupos que componen el “Juntos Podemos”. El deseo de la Izquierda Cristiana, de legalizarse como partido, busca obligar a los críticos de la estrategia desarrollada por el Partido Comunista, a replantearse debido a las exigencias propias del sistema político, que favorece la generación de pactos permitiendo ampliar las posibilidades electorales.

El éxito de la movilización del 29, hace mirar el futuro con optimismo, excepto por algunos temas pendientes: la cercanía de las elecciones municipales, el hecho de no llegar a un acuerdo satisfactorio, entre humanistas y comunistas, los primeros con la pequeña ventaja de tener en Tomás Hirsh, un líder carismático y posicionado, con la etiqueta del Juntos Podemos. Eso por supuesto, sin profundizar en el tema de fondo, que se traduce en la política de alianzas elaborada por el PC, con el objeto de romper el sistema binominal y asegurar la presencia de alguno de sus dirigentes en el congreso, con la intensión de ser la orilla de playa a cambios de mayor profundidad, versus la variante humanista y quienes permanecen al PODEMOS originario, de socavar las bases del modelo político, sin abrir paso a negociaciones que generan falsas expectativas y confunden a la opinión pública.

En este ambiente de conflicto de baja intensidad, la decisión de los trabajadores, fue un bálsamo para limar asperezas, porque finalmente a la hora de encontrarse en la calle, se genera un factor de unidad y solidaridad, que se hecha de menos en otros ámbitos de la vida nacional.

La crítica más exacerbada y dañina, hecha por sectores de la ultra-izquierda, que con su actitud provocadora, no hacen sino enturbiar más las cosas, no entiende ni asume que la historia del PC chileno, es la de los consensos y alianzas, que en lo estratégico denominan acumulación de fuerzas, esta forma de concebir la política, se vio interrumpida desde el momento que deciden disputar con la dictadura el monopolio de las armas, sin embargo, visto en su largo caminar, esa opción heroica, pasa a ser un accidente.

La diferencia, es que en otros momentos de la historia, su gama de dirigentes se habían curtido con el chuzo y la pala o pertenecían a una pequeña burguesía, de alto vuelo intelectual, lo que generaba matices que permitían lograr una representación política no descollante, pero influyente.

La situación actual no es ni lo uno, ni lo otro, generando un andar pausado, sin riesgos, donde no existe una fuerza testimonial, al estilo de Gladys Marín o de vuelo intelectual y agudeza política, a semejanza de Volodia Teitelboim, se trata más bien de dirigentes que por encima de sus buenas intenciones, no logran calar en el sentido común de los chilenos.

Interrogantes, para concluir
Por otro lado, este once de septiembre, deja una tarea muy relevante a los sectores que pretenden elaborar la construcción política desde la calle y al calor de las barricadas, el factor delincuencia y narcotráfico, no puede estar ausente a la hora del balance.

O dicho de otra forma, ¿Como se ocupa el espacio público en las poblaciones? ¿Cómo se genera un hecho político sin perder la iniciativa y el control de la situación? Avanzar en la respuesta de estas interrogantes, permitirá tener claridad sobre las acciones futuras y sus consecuencias políticas

Omar Cid
Centro de Estudios Francisco de Bilbao