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Capitalismo vs Unidad de la Clase Obrera

Publie le Jueves 5 de febrero de 2009 par Open-Publishing

Parte de los aportes fundamentales de la teoría revolucionaria desarrollada por Marx y Engels fue demostrar que el capitalismo genera permanentemente sus condiciones de reproducción. A saber la premisa histórica fundamental es la separación de los productores directos de los medios de producción, base para la mediación de los capitalistas y la existencia del trabajo asalariado. Este fenómeno que implica la contradicción Capital-Trabajo, se caracteriza por que cada vez la producción es más social (hoy mundial) pero la riqueza social producida es apropiada por manos privadas.

El Capital para reproducirse debe permanentemente valorizarse por medio de la conversión de la plusvalía producto de la explotación de los trabajadores en nuevo Capital para la inversión. Pero esta es solo una de las medidas necesarias para la reproducción metabólica del sistema, existen muchos mecanismos más, ideológicos, políticos, violentos etc. Siendo uno de ellos, sumamente clave, la separación y competencia permanente entre los trabajadores.

“… el capital necesita la separación y la división entre los asalariados para apoderarse de los frutos de la cooperación de la producción. La tendencia a “dividir para vencer” al trabajo asalariado es inmanente al capital. Como el trabajo asalariado está presente a lo largo del ciclo del capital, si este quiere realizar su objetivo, es indispensable una permanente separación y división de los trabajadores” (Lebowitz 2006, p. 166).

Es sumamente popular y harto conocida la consigna: unidad de la Clase Trabajadora. Pero esto es más que una consigna es una necesidad estratégica para el triunfo de la revolución socialista, en otras palabras la unidad de los trabajadores es la premisa histórica para la construcción de la sociedad de los productores directos libremente asociados. Sin unidad de los trabajadores en su lucha contra el capitalismo no hay transformaciones estructurales profundas, porque la separación de los mismos genera la necesidad de mediadores sociales llámense capitalistas o burocracia estatal, “… en cualquier sociedad la separación y división en relaciones sociales entre los productores permite que quienes median entre los productores se apropien de la cooperación productiva” (Lebowitz 2006, p. 164).

En Venezuela al igual que en la mayoría de las formaciones económico-sociales capitalistas este fenómeno se expresa entre otras manifestaciones a través de la atomización de la unidad sindical. En nuestro país hoy podemos observar con preocupación la existencia de varias centrales sindicales, integradas por diversas corrientes, algunas alineadas abiertamente con los intereses patronales, otras profundamente reformistas vinculadas a ideologías pequeño-burguesas y otras revolucionarias atomizadas entre sí. Este hecho no es casual, es resultado de la lucha de clases ideológica en seno de la política de la clase trabajadora a lo largo de los últimos 50 años, en la cual el Pacto de Punto Fijo con la CTV fracturó al movimiento obrero venezolano.

Hoy para el desarrollo de la Revolución Bolivariana es imprescindible la construcción de la unidad sindical revolucionaria. Sin embargo, a lo interno de la UNT este proceso no ha sido sencillo por los intereses en disputa, por la lucha interna Reforma-Revolución y por inmadurez del movimiento obrero que no ha asumido el tema de la Unidad con el sentido estratégico que el tema merece, repetimos sin la unidad de los trabajadores no hay triunfo posible sobre el capitalismo, porque este presupone entre otras cosas de la dispersión de los productores directos.

Por otro lado, la unidad sindical debe ser acompañada de la incorporación de los trabajadores a la construcción del Poder Popular, para que la lucha de estos no se circunscriba solamente a la conquista de reivindicaciones (aumentos salariales, beneficios laborales, etc.), sino que trascienda a la lucha política por la construcción de un Nuevo Estado, la Democracia Revolucionaria, el Socialismo entendido este como el gobierno de los trabajadores y las trabajadoras.

En este sentido, el PCV y otras organizaciones revolucionarias han elaborado la propuesta de construcción de los Consejos Socialistas de los Trabajadores y las Trabajadoras, como forma fundamental de ejercicio del Poder Popular. Estos consejos son concebidos según el artículo 1 de la propuesta de Ley para garantizar a los trabajadores la “participación protagónica y al ejercicio del control directivo en los procesos productivos, administrativos, políticos y socioculturales en los centros de trabajo y áreas de actividad laboral; así como su incidencia protagónica en los procesos sociopolíticos en los ámbitos locales, regionales y nacional, tendiendo a la transformación integral del sistema socioeconómico sobre la base del fortalecimiento de la propiedad social y colectiva, al ejercicio del papel dirigente de la clase trabajadora en la construcción de la nueva sociedad, el desarrollo armónico de la economía y la justa distribución de la riqueza”.

Pudiésemos definir los Consejos Socialistas de los Trabajadores y las Trabajadoras como la célula fundamental de la organización de la clase obrera para el ejercicio del Poder, es decir la base del Nuevo Estado transitorio para garantizar las premisas históricas del Comunismo, polo antagónico del Capitalismo y todas las sociedades clasistas explotadoras. Más inmediatamente estas instituciones revolucionarias, son claves para la construcción de la unidad de los trabajadores y las trabajadoras tan necesaria para la lucha contra el capitalismo.

Finalmente hay que decir que estas líneas fueron hechas frente a discursos confusos y anticientíficos, para reivindicar a la Clase Obrera como el Sujeto Histórico de la Revolución, no por predestinación divina sino por ser el sector social más explotado y que permite la reproducción permanente y ampliada del capital. La Clase Obrera es pueblo trabajador asalariado que no tiene nada más que su fuerza de trabajo material o intelectual para venderla y poder sobrevivir, siendo hoy entonces la clase social más numerosa pero dividida en diversas capas que la debilitan para la lucha.

Hoy más que nunca es tarea de los revolucionarios y las revolucionarias la mayor conjunción de fuerzas para el combate contra el imperialismo, y la unidad de las fuerzas anticapitalistas para la construcción del Socialismo. Estos esfuerzos titánicos deben ser mancomunados entre los trabajadores y las trabajadoras si queremos vencer este gran reto y contribuir a salvar la humanidad de la barbarie.

“… la asociación del trabajo es la fuente de la productividad social y la separación de los trabajadores es la condición para su explotación” (Lebowitz 2006, p. 166).