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Chile siempre
José Gregorio González Márquez
caminosdealtair@hotmail.com
Han transcurrido 34 años del asalto a la Moneda; del zarpazo contra la institucionalidad chilena quedan aún heridas abiertas. El sátrapa murió y no fue posible juzgarlo ni condenarlo por los delitos de lesa humanidad que cometió durante la dictadura. Augusto Pinochet con el apoyo de los sectores más reaccionario y con la complicidad del gobierno estadounidense, impuso al pueblo chileno, a partir el 11 de septiembre de 1973, una larga y oscura noche. Las persecuciones, los fusilamientos, la tortura de los adversarios políticos, las desapariciones forzadas, el exilio son algunas de las medidas de coacción aplicadas por Pinochet en su país. Los acontecimientos que antecedieron al golpe de estado de 1973 no son fortuitos; desde la ascensión del compañero Presidente Salvador Allende al poder, se sucedieron una serie de hechos que buscaban sacarlo de la presidencia. El triunfo de la Unidad Popular el 4 de septiembre de 1970, lleva por vez primera a un socialista a la presidencia. No se hizo necesario el uso de las armas para reconocer que un pueblo puede asumir su soberanía desde el voto popular; sin embargo, el respeto a las decisiones colectivas empezó a ser minado desde el seno de las Fuerzas Armadas.
Los “gorilas” jamás aceptaron la resolución de sus compatriotas pues servían a los sectores capitalistas y su formación militar provenía de la Escuela de las Américas donde se les inculcaba un sentimiento contra el socialismo y la igualdad de los pueblos. El compañero presidente nunca traicionó a los obreros ni campesinos, no se dejó sobornar por los intereses capitalistas y siempre se mantuvo fiel a los ideales que pregonaba; entonces, su posición noble desató un odio feroz entre las agrupaciones fascistas que resolvieron acabar con el gobierno de Allende asaltando el poder legítimamente constituido. La reacción chilena usó fórmulas sugeridas por Estados Unidos. Atacó la economía propiciando huelgas de camioneros y mineros; sembró en algunos sectores de la población terror y miedo al socialismo; creó una polarización y enfrentamiento entre los chilenos. La sublevación militar comenzó con el “tancazo” el 29 de junio de 1973 cuando el Regimiento Blindado nº 2 comandado por el teniente coronel Roberto Souper se alzó contra el gobierno pero no tuvo éxito, le siguió una huelga nacional de camioneros el 27 de julio. Finalmente, el General Augusto Pinochet encabezó el golpe de estado que dejó en Chile la desaparición y muerte de miles de personas. Después de Valparaíso y Santiago, recorriendo toda la geografía, la sangre del pueblo inundó el país. En su última alocución dirigida desde Radio Magallanes, Salvador Allende llama a sus compatriotas a luchar por el destino de Chile, les pide no olvidar pues la historia jamás callará las luchas del pueblo. En un fragmento de su discurso nos dice: “En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la patria los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen Esta es una etapa que será superada, éste es un momento duro y difícil. Es posible que nos aplasten, pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor”.