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Cuan indeseables eran los periodistas

Publie le Jueves 16 de abril de 2009 par Open-Publishing

por Fabien Perrier

Para acampar, los jóvenes « anti-OTAN » habían obtenido un terreno en la periferia de Estrasburgo. Cuando abandonaban el sitio, tranquilamente, al final de la mañana, las fuerzas del orden rodearon el área a partir de la 1pm, revisaron sus pertenencias hasta el más mínimo detalle y efectuaron registro corporal. Hugo Hayat, periodista reportero de imágenes independiente que se encontraba presente con un camarógrafo cuenta a l’Humanité cómo le impidieron trabajar y confirma que decidió quejarse.

¿Qué sucedió cuando ustedes se acercaron al campamento ?

Cuando me dirigía hacia la ciudad autónoma para hacer entrevistas, me encuentro con un grupo al que están registrando y lo filmo. A cien metros de ahí, cuando la cámara comienza a filmar, se efectúa un segundo registro ; y aunque mantuve una distancia de seguridad para que los gendarmes pudieran trabajar, un comisario de la policía se abalanzó sobre mi colega camarógrafo, le baja la cámara, le dice “no filme”, le alza la camiseta y lo empuja de manera violenta. Después, arremetió contra mí, golpeó la cámara y la tumbó. Cuando le dije : “mire, tengo un carné de la OTAN, soy de los medios de comunicación », él me respondió : « no me importa, tarjeta de prensa », se la muestro. Pero me exige también que le entregue la cámara, a lo que yo me niego. Eso duró un buen rato. Como no solté la cámara, uno de sus hombres viene por detrás, me hace una llave con el brazo y me pone la cabeza contra el muro. ¡Yo era un periodista revoltoso ! Entonces, oigo « ¡borra el casete ! ». So pretexto de que mi tarjeta de prensa había caducado hacía tres días, aún cuando yo tenía un carné de la OTAN, no me dejaron trabajar.

Luego, vi que uno de los policías logró borrar el casete. Agarro mi móvil y llamo a un colega. Le digo « llama a todo el mundo, llama a la prensa » y le indico mi situación geográfica. Grito « ¡la policía no me deja trabajar, es alucinante, no hay libertad de prensa ! ». Entonces, pude recobrar mi cámara. El comisario viene adonde estoy y me da su matrícula ; yo corro detrás de él, preguntándole porqué ha hecho eso. Se van sin darme mi tarjeta de prensa, que confiscaron, sin razón, y hoy todavía no sé donde está.

¿Por qué cree que le impidieron trabajar ?

No tengo idea porque solo filmaba algo banal : una inspección de rutina. Incluso, los primeros policías me miraron con una sonrisita dejando entender que ellos hacían su trabajo, y yo el mío. Fue el comisario el que se me abalanzó cuando mi carné era visible. No entiendo.

¿Por qué, en su opinión, los jóvenes del campo no tenían el derecho de salir ?

Los que yo seguí simplemente regresaban al campo para recoger a sus amigos. Pero me enteré que todos los residentes del pueblo debían pasar por un punto preciso, un verdadero punto de control que habían instaurado. La razón expuesta era la detección de alborotadores. Así que todo el mundo debía pasar por el punto de control para un registro corporal. Lo que me sorprendió un poco, mientras hacía mi trabajo, fue la confiscación de todas las pancartas y todos los periódicos. Si los muchachos llevaban una pegatina « No Nato », se las confiscaban. Los periódicos de izquierda como « Social Worker », cuyo título decía « No pagaremos por su crisis » fue confiscado… Cuando preguntaba al respecto, evidentemente, no me respondían. Sin embargo, escuché decir a los gendarmes que no se sentían muy orgullosos : « no, ellos los dejan de manera voluntaria… ». Sentí que a algunos les daba vergüenza confiscar los periódicos de este tipo ya que esto obstaculiza la libertad de expresión. Es una locura que confisquen ese tipo de cosas.

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