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La Habana, 3 de abril.- Parece que entre los denominados” periodistas independientes cubanos” estoy de moda, o que la revista digital www.cubamatinal.com y quien la inspira están sufriendo el látigo de mi periodismo revolucionario, por ello crítico hacia los males de Cuba, dentro del natural equilibrio exigible a quien tenga un compromiso ético-profesional.
Mercenarios del Gobierno de los Estados Unidos de América, van dos de estos señores que lanzan un ataque contra la Revolución, la Seguridad del Estado cubano y mi persona, al parecer oliendo su decadencia salarial a causa de los vientos a favor de la Isla que soplan en el Congreso de ese país y en la Administración Obama, no obstante la timidez ejecutiva de ésta.
Primero, Víctor Manuel Domínguez, al que respondí en mi artículo “Cuba: dice que periodista…y además mentiroso” (1). Ahora, Juan González Febles (a) Johnny, quien a juzgar por sus dimes y diretes anda de contradicción en contradicción respecto a mí. Tanto, que sinceramente me pregunto si obedece a los amos, tras los dólares, o aún sangra por una herida sin cicatrizar, acerca de la cual haré un breve relato.
Por su temperamento quizás de rebelde sin causa, o porque contradijo las políticas informativas y editoriales de sus empleadores, el Johnny de marras fue literalmente desempleado y puesto a pasar algo más que hambre por sus contratistas. CubaNet, Nueva Prensa Cubana y otras agencias pantalla de la CIA, promotoras del llamado “periodismo independiente”, literalmente le expulsaron de sus servicios. González Febles sabe perfectamente que en su momento de desgracias quienes ÚNICO le ayudaron, le reencausaron y le curaron de una neuropatía, fueron dos agentes de la Seguridad del Estado: Manuel David Orrio y Pedro Véliz Martínez.
¿Recuerdas Johnny, aquella conversación telefónica donde te informé de mi decisión de incluirte en un “programa de ayuda” y tú, casi llorando, me preguntaste si te podía regalar dos maquinillas de afeitar? Por lo menos yo, no me olvido de tu andar de “cadáver en vida” cuando las fuiste a buscar.La más elemental ética no de periodista que sabe evitar un conflicto de interés, sino de HOMBRE, te habría invitado a no escribir sobre mí.Y sabes bien que tus colegas saben…
Expresa González Febles que el equipo de 12 agentes al cual pertenecí, y cuya identidad fue revelada en abril del 2003 durante los procesos judiciales incoados a 75 contrarrevolucionarios, somos “un pobre y patético grupo de hombrecitos obligados a traicionarse y a traicionar”, ¿A qué, a la contrarrevolución?
Presenta, ingrato Johnny, una mínima prueba que contradiga la lealtad a la Revolución de mis 11 camaradas y este aporreador de teclados. Te emplazo como periodista y, como decimos en castellano de Cuba, “a nivel de hombre”.
Añade González Febles que “Manuel David Orrio, el llamado ‘agente Miguel’, aparece en público en pose de contestatario. No fue invitado al Cacahual y reclama que no es publicado en la prensa oficial. Recientemente salió de alguna madriguera para amedrentar a los intelectuales de Temas, con galimatías de dudosa naturaleza legal”
Todo periodista que se respete investiga antes de informar u opinar.El Johnny de marras admiraba mis “poses contestatarias” como periodista contra la política de los Estados Unidos hacia Cuba, o contra los cientos de intriguillas y robos al interior de la contrarrevolución, antes de revelarse mi identidad como combatiente de la Seguridad cubana y en tanto que supuesto colega suyo, tanto como elogiaba mis críticas al Gobierno cubano, sobre todo en materia de Economía. Buena parte del motivo de esas críticas al desempeño económico isleño han sido rectificados, o se están rectificando, y son ahora medidas gubernamentales, como la reforma de la industria azucarera o la entrega de tierras a quien desee cultivarlas.
Como periodista revolucionario en funciones, inefable Johnny, sigo siendo tan “contestatario” como antes. O, más exactamente, tan crítico como antes, que no es denostar sino ejercer el criterio. Los extremos se unen: si algo enlaza a la contrarrevolución y a las burocracias criollas respecto a mí, es la ira que les provoca el que hago mía hasta durmiendo una divisa martiana:”no hay monarca como un periodista honrado”. Mis lectores de hoy me conocen; Johnny, por su parte, opina al parecer sin haber leído uno solo de mis artículos publicados en la prensa digital revolucionaria de Cuba y del extranjero, desde hace ya casi 6 años.
Para colmo, “amedrento” a los intelectuales de la Revista Temas, quisiera saber cómo, y sería bueno que ellos testimoniaran si se sienten “amedrentados”.Por otra parte, ¿quién le ha dicho a este diz que periodista que no he sido “invitado” a El Cacahual, junto a decenas de camaradas que en su momento cumplieron misión como la mía? Confirma, Johnny, confirma…y no voy a responder tus ofensivas afirmaciones sobre Néstor Baguer, porque si bien no fue atendido como merecía por la Seguridad del Estado, al menos en principio, fue esa institución la que le ingresó en el mejor hospital de Cuba especializado en la Tercera Edad. Para decirlo por lo claro, una cosa es que no quisieran hacer y otra que no supieran, o que cargos hoy defenestrados no hubieran cumplido sus promesas. De paso, bastante que le adulabas y le acompañabas aquí y acullá.
No es la primera vez que González Febles escribe sobre mí. En un artículo publicado por CubaNet en mayo del 2005 —finalmente, le reemplearon—, comentó mi graduación como periodista por la Universidad de La Habana en los siguientes términos, tras deshacerse en elogios acerca de mi trabajo anterior como periodista “libre”: “Orrio, por su parte, tendrá que superarse a sí mismo. Habrá que ver cómo lo hace para una dictadura. Cómo realiza su trabajo sin diatribas e insultos personales. ¿Qué hará para no mentir? ¿Cómo sufrirá la racionalidad de su discurso en la adaptación al estilo chancletero del periodismo oficial castrista?” (2).
Infeliz Johnny: léeme, como tantos hacen en Cuba y en el extranjero, no obstante censuras y restricciones, para que veas que no miento, que mi discurso sigue tan racional como siempre, que mi estilo sigue repudiando a la diatriba y que no hube de adaptarme a ningún “estilo clancletero del periodismo oficial castrista”, por una simple razón: Manuel David Orrio no es un periodista castrista.Es, sencillamente, uno revolucionario.
Notas:
(1) www.kaosenlared.net/noticia/cuba-dice-periodista-ademas-mentiroso
(2) http://www.cubanet.org/CNews/y05/may05/10a7.htm
Post-scriptum: Fiel a mi costumbre, el artículo del Johnny, para que ni tengan que molestarse en buscarlo en Internet.
Sobre órganos y miembros
03-04-2009, Juan González Febles
Cubamatinal/SDP/ Los únicos órganos con miembros personalizados son los órganos de la policía de Seguridad del Estado de la dictadura militar de los Castro. Son la institución más representativa en los últimos 50 años de eso que dan en llamar revolución cubana. Herederos directos de la Gestapo, Stasi, KGB, etc., la policía política cubana cumple funciones idénticas de corrección política, en una clave de represión totalizadora y enajenante.
Los miembros de los órganos de la Seguridad del Estado o segurosos, forman parte obligada del paisaje social y político cubano.
El pasado 26 de marzo se cumplió cincuenta años de la fundación de tan tenebrosa institución. La conmemoración tuvo lugar, nada más y nada menos que en un parque habilitado a esos efectos en Cacahual, lugar donde descansa Antonio Maceo, prócer cubano que junto con Máximo Gómez y José Martí, conforman una virtual trinidad suprema en el altar de la nación cubana.
Es totalmente cierto que el régimen cubano ha sobrevivido al esfuerzo de sus enemigos y a un rechazo popular casi unánime gracias a la policía de Seguridad del Estado. Esto justifica este y todos los homenajes que la élite geriátrica quiera rendir a su más caro sostén.
Las leyendas oficiales han personalizado miembros, tipos duros singularizados por filmes, novelas y hasta tiras cómicas. Pero nada suplanta el conocimiento directo y personal del vacío y la deshumanización de estos prototipos creados por la propaganda. Desde Alberto Delgado de quien se dice fue en realidad, un pobre tipo gobernado tiránicamente por su mujer, hasta las criaturas patéticas inducidas en fecha reciente a la traición, a través de oficiales entrenados por inescrupulosos practicantes de las ciencias médicas sicológicas.
El régimen de los Castro es cruel y excluyente. Cada una de sus instituciones emblemáticas lo es. El maltrato a los presos políticos y su salud quebrantada a partir de un plan dirigido a ese fin, nos habla de un sistema cruel. Un sistema servido por las personas viles que cumplen órdenes criminales y que se agrupan bajo el manto de la policía de Seguridad del Estado.
Manuel David Orrio, el llamado ‘agente Miguel’, aparece en público en pose de contestatario. No fue invitado al Cacahual y reclama que no es publicado en la prensa oficial. Recientemente salió de alguna madriguera para amedrentar a los intelectuales de Temas, con galimatías de dudosa naturaleza legal.
En su última entrevista, publicada en Kaosenlared, (donde si no) se refirió a los últimos momentos de Néstor Baguer, el llamado agente ‘Octavio’. Baguer murió solo, abandonado y ahogado en sus vómitos y su mierda. Se fue como una rata, con mucho miedo. Esto fue expuesto en su momento por la prensa nacional independiente. Años más tarde, su compañero de indignidad lo reconoce.
Pero, ¿podía ser de otra forma? Si Carlos Lage, Fernando Remírez Estenoz y Felipe Pérez Roque según las versiones oficiales carecían de un aval de sacrificio acumulativo que les hiciera acreedores, no ya de la miel del poder sino de mera y simple consideración y respeto humano, ¿qué podría tocarles a un pobre y patético grupo de hombrecitos obligados a traicionarse y a traicionar?
La relación entre los órganos de la Seguridad del Estado y sus miembros, reproduce el esquema de un sistema que no contempla la compasión. Sus miembros están dispuestos para desecho, corte, purga o el término equivalente que se escoja.
Para ellos, el nombre Miguel carece de resonancias arcangélicas y al hacer un parafraseo de mi colega Luís Cino, digo que Octavio, no es exactamente una referencia de emperador romano. Son sólo viejos expedientes de tipos vencidos, o quizás doblegados en un archivo siniestro que clasifica infames, infamias, miserias y debilidades con perfiles, parque, museo y pedigree incluidos.