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LA OTRA FRANCIA

Publie le Lunes 11 de junio de 2007 par Open-Publishing

La otra Francia
Esta elección presidencial francesa del domingo último, con su muy inquietante resultado, comprensiblemente ha causado alarma en gentes que por estas tierras americanas todavía se hacen ilusiones respecto a partidos de la llamada socialdemocracia.

El éxito electoral alcanzado por la derecha francesa más ultra, que siempre ha estado a un paso del fascismo, sólo puede sorprender a quienes de buena fe consideran a esos tales socialistas como parte de la izquierda. Mejor dicho, para ser precisos, como capaces de dar su aporte a una política realmente revolucionaria.

En Francia, hay que decirlo claramente, un tipo tan reaccionario como este fulano Nicolas Sarkozy llega a la presidencia únicamente por obra y gracia de los repetidos fracasos que, a partir de los ya remotos años ’30 del pasado siglo, han tenido todos los intentos de unir a dichos socialistas con los comunistas, o sea a los reformistas con los revolucionarios, que son las dos alas –naturales y también inevitables- del movimiento obrero en cualquier país.

Allí han estado a la cabeza del gobierno dirigentes socialistas en unas cuantas oportunidades, algunas veces en alianza formal con el Partido Comunista Francés. Desde la experiencia de aquel frente popular en 1936, auspiciado por la para entonces existente III Internacional, que se encontraba en pleno apogeo, y de tiempo en tiempo después de la II Guerra Mundial con una política de “unión de la izquierda”, nuestros camaradas franceses se han echado en brazos de los socialistas y siempre salieron mal parados. Tal como les acaba de suceder ahora.

La declinación del PCF comenzó hace mucho tiempo, bastante antes por cierto de la desaparición de la Unión Soviética, y no tiene nada que ver con este fenómeno. Obedece más bien, a mi juicio, a determinadas características propias de la sociedad francesa.

Al día siguiente del triunfo de la derechista Unión por un Movimiento Popular (UMP), ha dicho la camarada secretaria nacional del PCF, Marie-George Buffet, lo siguiente:

“Yo lo digo con solemnidad: la elección del presidente de UMP y el grave fracaso de la izquierda constituyen una verdadera catástrofe política. Por la primera vez desde la Liberación se encuentra llevado a las más altas responsabilidades del Estado un hombre que ha retomado a su cuenta la mayor parte de los temas políticos de la extrema derecha y quien exhibe abiertamente el programa económico y social ultraliberal...” (l’Humanité, París, 7 de mayo, 2007.)

La interrogante que surge, lógicamente, es por qué la izquierda no pudo evitar semejante catástrofe.

Sarkozy al parecer no es propiamente un hombre de derecha, dentro de la concepción tradicional de la derecha en Francia, como un De Gaulle y un Chirac, de corte nacionalista, sino un hombre de los monopolios y obediente a las políticas de Washington. Así lo describieron ya los camaradas de una organización llamada Unión de los Revolucionarios-Comunistas de Francia – Construcción del Partido (URCF), formada por ex-militantes del PCF, en su periódico Intervention Communiste, Nº 77, Nov.-Dicbre. 2006.

Quiero decir que para mí, personalmente, todo esto me resulta más que lamentable, en extremo doloroso, pues fui militante del PCF allá por los años 1946-48, y a esa militancia debo mi formación marxista, que sigue guiándome desde entonces hasta hoy.

Reflexionando ahora sobre la nueva situación francesa, llego yo a una conclusión algo triste, aunque me permito añadir que está basada nada menos que en la experiencia histórica de ese gran pueblo. Predomina en su seno la pequeña burguesía, que se radicaliza cuando ve desmejorar su propia condición económica, pero después gira de nuevo hacia la derecha. En verdad, a la hora de votar, y pese a todo el reconocido racionalismo francés, una mayoría vota con el estómago y no con el cerebro. Esa es la otra Francia.