Portada del sitio > La democracia: una historia de medias verdades.

La democracia: una historia de medias verdades.

Publie le Sábado 10 de enero de 2009 par Open-Publishing

La palabra democracia es griega (de demos: pueblo y kratos: poder, mando, gobierno), significa “gobierno del pueblo”. Es decir un estado en el que el pueblo en conjunto toma las decisiones.

Como la palabra lo expresa, este sistema nació en Grecia, específicamente en Atenas. Esta ciudad, al igual que todas las de Grecia, era totalmente independiente del resto, era una “ciudad-estado”, es decir un estado cuyo territorio es una ciudad y sus cercanías. En ella gobernaba una aristocracia de propietarios y guerreros; mas había facciones (familias, clanes, grupos, etc.), y cualquier seria diferencia de opinión solía desencadenar un baño de sangre, lo que no les convenía por estar Atenas rodeada de ciudades enemigas y llena de multitud de esclavos dispuestos a la rebelión. Para evitar las guerras internas, se suscitaron diversas rebeliones que derribaron el poder de las aristocracias a favor de los ciudadanos. Las asambleas de ciudadanos, quienes eran sólo los varones libres nacidos en la ciudad (la gran mayoría, mujeres, los trabajadores esclavos y extranjeros eran excluidos), tomaban todas las decisiones y solo elegían encargados para tareas puntuales, lo que se hacia, en la mayoría de los casos por sorteos al azar entre todos ellos. A pesar de que más excluyente imposible, la primera democracia manejaba un concepto muy avanzado de cómo debía funcionar el gobierno.

En Roma nace la “representatividad”. Esta república era controlada por un senado (el prototipo de los actuales parlamentos y congresos) que designaba a los funcionarios y generales, administraban las finanzas y las relaciones exteriores de esta. En un sistema “representativo” como éste, los funcionarios se arrogan la toma de las decisiones fundamentales de la sociedad, con el pretexto de representar al pueblo.

Pero es con las grandes revoluciones burguesas, la inglesa del siglo XVII, la norteamericana de 1775 y la francesa de 1789 es que la democracia adquiere su aspecto y extensión actual. Son escasos los estados que en la actualidad no se proclamen “democráticos”.

En el mundo actual, sin embargo, surge la interrogante: Si en casi todos los países el poder es ejercido por el pueblo ¿por qué la miseria campea sobre las mayorías del mundo? La respuesta que el capitalismo nos da es la falta de “gerencia” y la “ineptitud” de los pueblos. ¿Serán los millones que habitan el tercer mundo, todos unos inútiles? ¿Ni uno solo de ellos o ellas es capaz de saber lo que le conviene?

Si es así, se podría afirmar que la mayor parte de la humanidad es idiota. Nada más falso, los seres humanos tenemos el deseo de realizarnos y aunque cometamos errores.

Las repúblicas capitalistas actuales, igual que las antiguas Atenas y Roma son gobernadas por pequeñas elites. De nada sirve, además, elegir “representantes” que una vez en el cargo hacen y deshacen a placer durante un buen periodo de tiempo, las decisiones fundamentales las toman ellos no el pueblo. Y no cometamos el error de separar a la economía de la política, pues estamos hablando de poder, y la economía promueve y mantiene el poder, además de lo importante que es para la vida de los pueblos. Por lo tanto es hipócrita hablar de democracia cuando las decisiones económicas fundamentales las toma el reducido número de patronos y propietarios. Y ni hablemos de los aspectos comunicacional o cultural.

La verdadera democracia solo será real cuando en verdad el pueblo en conjunto tome las decisiones fundamentales en todos los aspectos de la sociedad; cuando ya no haya barreras entre el pueblo y el gobierno, el pueblo tome el poder, es decir existirá solo con el Poder Popular solo con el Socialismo.

En la actualidad muchas organizaciones a nivel mundial luchan por la verdadera democracia y ya varias naciones transitan el rumbo para obtenerla, Venezuela afortunadamente se cuenta entre estas últimas.

Solo en el Socialismo es posible desarrollar la democracia plena, participativa y protagónica.