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La tierra que pisan los campesinos con sus pies descalzos es tierra sagrada
Publie le Sábado 28 de junio de 2008 par Open-PublishingPanamá, 24 de junio del 2008
Fiesta de San Juan
Queridas amigas y amigos:
Del 16 al 22 de junio he estado por las comunidades de la Costa Abajo. He asistido a un seminario de promotores de salud, y esto, me ha permitido pasar por algunas comunidades campesinas, verme con varios de los evangelizadores y compartir sus sentimientos, desalientos y esperanzas en este tiempo nuevo que están viviendo.
La gente experimenta un cambio total en la forma de vivir el seguimiento a Jesús y de estructurar la iglesia, pero tienen una claridad grande en el estilo de Iglesia en el que creen y construyen. Conversando con un delegado de la Palabra que es también Ministro de la Eucaristía me decía, que el nuevo sacerdote está totalmente centrado en el aspecto litúrgico, que la dimensión social de la Iglesia no le interesa. Esto, para la gente es un escándalo porque ellos desde las Comunidades Eclesiales de Base entienden las dimensiones de la Iglesia como profética, litúrgica y social. Aún dentro de la liturgia, esta se reduce a normas, formas, etc… en esta comunidad tienen el Santísimo, su sagrario es sencillo como la gente del lugar, de madera. La comunidad celebra y siente a Dios entre ellos, muy cerca. El padre les ha dicho que eso “no es digno” tienen que comprar uno de metal que les cuesta 1000 dólares. Armando Rosales, este delegado, me decía escandalizado: ¡Cómo vamos a gastar ese dinero cuando la gente no tiene casas para vivir! Yo no creo que Jesús esté mas a gusto en un lugar tan caro! ¡Ese no es el Dios que conocemos!.
Y muy triste me decía: “en el pueblo hemos dicho que tendremos el Santísimo hasta que nos lo dejen tener de esta manera, si un día nos lo quitan, nosotros sabemos que Jesús está en cada hermana y en cada hermano”.
Otros evangelizadores me decían, “la iglesia ahora está centrada en normas, leyes, deberes. Nos quieren quitar a Dios y ponerlo allá lejos. Nosotros lo tenemos cerca, con nosotros”.
La gente al verme y tener la posibilidad de compartir lo que están viviendo hablaban y hablaban sin parar, les parece imposible que esto, les esté sucediendo. Discuten con el sacerdote y con el obispo sobre el modelo de Iglesia, captan que se les quiere imponer un modelo piramidal y ellos mismos le dicen al clero, que la Iglesia es comunidad, y es ministerial, y el sacerdote ejerce un ministerio dentro de la comunidad al igual que el Delegado de la Palabra o la animadora de la mujeres o el promotor de salud. Cada uno con su misión, pero esto nada tiene que ver con grados de superioridad o inferioridad, estas categorías no pertenecen a la iglesia. La comunidad se fundamenta en la igualdad desde la diversidad de funciones y ministerios.
Los campesinos, con su bondad me decían, el clero nuevo no entiende estas cosas, son jóvenes y no tienen experiencia, no comprenden la iglesia de Jesucristo. Tenemos que, en lo posible, enseñarles, educarles.
Dios quiera que sea así, que sean capaces de descubrir toda una iglesia campesina madre y maestra y se abran a ella. Ha habido experiencias de esto en la Iglesia , como la de Monseñor Romero y otros, pidamos su intercesión para la conversión de la jerarquía de la Iglesia.
En la zona de Río Indio, los evangelizadores han optado por celebrar ellos sus fiestas patronales, ya que se ha invitado al sacerdote y no llega. Rosales o Brígido que tienen el Santísimo en sus comunidades lo llevan y la gente comulga.
La formación para nuevos evangelizadores la están llevando los antiguos, las reuniones de coordinación, de formación, semestrales, etc… las están llevando ellos mismos. La Iglesia de base camina y desgraciadamente sin el acompañamiento de sus pastores que todas sabemos que es también importante y la gente los echa de menos.
Hay otras zonas que he encontrado muy frágiles, totalmente desconcertadas y sin capacidad por el momento de reacción, por ejemplo la zona del Lago y también Guásimo. He animado mucho para que reaccionen, se reúnan y puedan conversar de lo que viven y de esta manera fortalecerse unos a otros y tomar este momento histórico en sus manos. Yo confío mucho en que lo van a hacer y también, en que es un momento de mucho crecimiento para esta Iglesia, de asumir su rol de laicos y laicas comprometidas y de hacer realidad lo que han vivido siempre, que la Iglesia somos todos y todas, que está en nuestras manos y somos responsables de su caminar, y de su fidelidad al Evangelio.
La gente está haciendo un análisis realista de lo que ha sucedido. En la zona existe el proyecto de explotación de una mina de oro. Aquí hay muchos intereses económicos y las comunidades acompañadas por el equipo misionero se han opuesto tajantemente a este proyecto, como anteriormente se habían opuesto a otros proyectos que traen la muerte para el campesino y el enriquecimiento de unos pocos. Desgraciadamente, la jerarquía eclesial está muy vinculada con el poder económico y político y el sacar al equipo misionero y debilitar así las Comunidades Eclesiales de Base supone tener campo abierto para las explotaciones mineras.
Los campesinos hablan de esto, y ya no creen en “sus pastores”, es triste realmente, pero es un signo de madurez el poder hacer este tipo de análisis y relaciones aunque duela.
A finales de junio tienen reunión de coordinadores, Elvira , que ha venido conmigo estos días y que está apoyando incondicional y libremente va a asistir. Allí se coordinará para que puedan participar en el Encuentro Nacional de CEBs en el mes de agosto y de esta manera irse fortaleciendo con las experiencias de otros compañeros y también es un espacio para compartir lo que viven y crear lazos.
Personalmente, ha sido un momento muy especial para mí. El encuentro con tanta gente querida, que al verme empiezan a recordar y añorar tantas cosas vividas: seminarios, caminatas, ilusiones, en fin tanta vida compartida. Ha sido un momento de mucho agradecimiento al Señor por los años compartidos. La gente también recuerda a cada misionera y misionero que ha vivido con ellos, y su recuerdo está lleno de respeto, de cariño profundo, de gratitud, lo mismo que nos pasa a nosotras.
Ha sido un momento también de sufrimiento, de indignación profunda, de ver como nuestra Iglesia jerárquica comete errores, no tiene claridad en su misión de acompañamiento de la vida de los más pobres y alejados, y los abandona y no se da cuenta de que se aleja ella misma de ellos, del lugar donde Cristo se encarna, y esto, duele.
He sentido orgullo también, ese orgullo bueno, satisfacción mas bien, esa, que alimenta el alma y sana el corazón, al ver el compromiso de los campesinos y campesinas, su fidelidad, su claridad evangélica, su nobleza, su esperanza, su empeño por continuar forjando la Iglesia en la que han vivido y en la que creen. La Iglesia de Jesús, la comunidad.
Una hermana campesina me decía: “Esta es la Iglesia que queremos dejar a nuestros hijos e hijas, esta es la que queremos transmitir”.
Yo, cuando caminaba por esos caminos, cuando subía al cayuco en Río Indio, tenía tan presente a Angelines e Ito , a los claretianos, a las hermanas, que han hecho esto, por tantos años, de forma sencilla y cotidiana y como decía una de ellas “la tierra que pisan los campesinos con sus pies descalzos es tierra sagrada ” y a ella se entra con respeto, gratitud y reverencia.
Les pido sus oraciones, por estas personas y pueblos, que dónde cada una de nosotras estemos podamos también favorecer la vida del que no la tiene en plenitud y dejar que ellos y ellas, favorezcan la nuestra.
Un abrazo para cada una, con mucho cariño,
Rosa Vizcay Olóriz
rvizcay@hotmail.com