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ACERCA DEL DISCURSO DEL PRESIDENTE SALIENTE DE MÉXICO EN LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS (*)
Bertha Dimas Huacuz
Nos permitimos hacer referencia a la intervención del Presidente saliente de México, en la Sesión Plenaria de Alto Nivel de la 61 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (Nueva York, 19 de septiembre de 2006), cuyas palabras se reproducen en la pagina web de la Presidencia de la República y en la edición de La Jornada del 20 de septiembre de 2006. En dicha asamblea el Presidente manifiesta: “Nos preciamos del legado de nuestros pueblos autóctonos y nos enorgullecemos de nuestro presente indígena. Por ello, participamos activamente en el reconocimiento y la promoción de los derechos de los pueblos originarios en el ámbito internacional”.
Como es evidente, el indigenismo de México (ideología, política integracionista de Estado, mecanismo de dominación), no está muerto, se reanima, adquiere nuevas características, y, después de más de 60 años, desde la celebración del Primer Congreso Indigenista Interamericano (Pátzcuaro, Michoacán, 1940), sigue siendo material de “exportación”.
El discurso final del Presidente saliente de México es, precisamente eso, una declaración de despedida, afirmando la presencia geopolítica de México en los foros mundiales y fijando su postura con respecto de las reformas al Consejo de Seguridad, pero no es un mensaje coherente en defensa de los derechos de los pueblos indígenas del mundo.
Contexto y Realidad
Mientras que en una “optimista y persuasiva” conferencia ofrecida en la Universidad de París, en 1956, el Dr. Alfonso Caso (1896-1970), ideólogo del indigenismo y primer director del Instituto Nacional Indigenista (INI), vaticinaba que “el problema indígena como tal desaparecería en los próximos 20 años”, la Sra. Xóchitl Gálvez, Directora General de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), declaró el año pasado, en la misma ciudad de Pátzcuaro, durante el acto inaugural del Taller Internacional sobre el Proyecto de Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (septiembre de 2005) que:
(i) “El rezago en el sector indígena de México es tan amplio que se requerirá el trabajo de por lo menos cuatro gobiernos más para disminuirlo, siempre y cuando actúen sin demagogia y mucho trabajo”; y
(ii) “La deuda con los indígenas se está pagando pero hay que meterle más lana (sic) para que sea más rápido".
La verdad es que con el paso del tiempo y de los diferentes periodos gubernamentales, las condiciones de vida de nuestra gente no han mejorado. Todo lo contrario. Nuestras comunidades subsisten, ahora, bajo condiciones cada vez más severas de pobreza, marginación y enfermedad, así como de creciente vulnerabilidad ante los desastres naturales. Y sólo muy pocos de nuestros jóvenes han tenido la oportunidad de ir a la escuela, educarse y terminar una carrera profesional.
Tutelaje y Filantropismo de Estado
No debemos dejarnos sorprender. El modelo de intervención de las administraciones gubernamentales, federales y estatales, de este país, sigue siendo de corte esencialmente indigenista. Este indigenismo se fundamenta en las mismas acciones paternalistas, fragmentadas y localistas y sin recursos garantizados, en lugar de orientarse a una integración y aumento de los activos sociales y económicos de las comunidades y de facilitar su autonomía y reconstitución como pueblos. El “problema indio” se sigue abordando en México de manera parcial y sin resultados definitivos, al ser enfocado como un fenómeno de “interculturalidad” y bilingüismo educativo, y no para la eliminación del despojo, la marginación y la pobreza en todos sus aspectos.
Además, como consecuencia de la contrarreforma constitucional de 2001, en la práctica seguimos siendo tratados como objetos y no como lo que somos, sujetos de derecho. Es pertinente, también, tener presente que México ha firmado y ratificado todos los convenios internacionales a favor de las mejores causas de la humanidad, pero los interpreta y aplica, en la práctica, a su propia conveniencia, mayormente por omisión de acción y compromiso. Este es el caso del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.
A Modo de Reflexión Final
Sobre el periodo presidencial que ya termina, bien se puede aplicar aquello que el propio Maestro José Vasconcelos, promotor del indigenismo en sus orígenes, decía, en relación con ciertos gobernantes latinoamericanos: “Los semi-iletrados, los hombres que empiezan a leer cuando llegan al gobierno, no pueden hacer otra cosa que perpetuar el siempre recurrente sincronismo de terrorismo y anarquía” (El Evangelio del Mestizo).
Por estas razones, y anunciando que este fin de semana tuvimos una concurrida y activa Reunión del Congreso Nacional Indígena (región Centro-Pacífico) en la comunidad de Cherán (23 y 24 de septiembre de 2006) -en la que se analizaron las perspectivas y nuevas estrategias de acción de la lucha por la reconstitución de los pueblos indígenas de México-, reiteramos nuestra determinación y compromiso por continuar elevando nuestra voz y palabra por la autonomía indígena, el respeto de los derechos colectivos, y la defensa de las tierras y territorios comunales.
Nunca más mensajes sin origen ni destino. Nunca más mensajes ajenos en nuestro nombre.
Barrio de San Pedro Urhépati, Santa Fe de la Laguna, Michoacán, México, a 25 de septiembre de 2006.
(*) Carta publicada en El Correo Ilustrado, de La Jornada Michoacán, el martes 26 de septiembre de 2006: http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2006/09/26/cartas.html